Coronavirus
José Luis Jiménez: «Las mamparas laterales de las mesas no solo no funcionan sino que elevan el contagio»
Catedrático de Química y Ciencias Medioambientales en la Universidad de Colorado, en EE UU
Su nombre puede que no sea muy conocido para la gran mayoría, pero suya ha sido una de las mayores hazañas de la pandemia pues fue el responsable de demostrar y convencer a la OMS, junto a otros expertos, de que las infecciones por aerosoles constituyen la única forma de contagio significativa del SARS-CoV-2.
-Al principio de la pandemia se creyó que el contagio de la Covid era fundamentalmente por gotículas. ¿Por qué costó tanto darse cuenta de que se transmitía por aerosoles?
-Hay varias razones, una importante es la historia. La Epidemiología y las enfermedades infecciosas llevan arrastrando un error desde 1910. Hasta entonces se pensaba que las enfermedades se transmitían por el aire pero en esa fecha un investigador lo niega, Charles Chapin, que era un pensador muy influyente, y aunque no tiene pruebas esto se convirtió en dogma. Y así fue hasta 1962 cuando, a base de mucho esfuerzo, se consigue demostrar que así se transmite la tuberculosis, y en los años 80 también el sarampión y la varicela, pero siempre con una gran resistencia. Cuando apareció la Covid, estos campos seguían erre que erre con lo mismo: que es muy difícil que las enfermedades se transmitan por el aire y que si una enfermedad se transmite bien en proximidad esto es una prueba de que lo hace por gotas, lo cual es un error. Es un error de lógica muy básico. Pero esto es lo que decían los expertos de la OMS, que tenían este atasco científico histórico del que les ha costado mucho salir. Yo creo que, desde el punto de vista de la OMS y los ministerios de Salud se pensaba, que si va por el aire es una parte pequeña, y, claro, tampoco querían decirlo porque entonces no hay suficientes mascarilla y se puede crear pánico... Pero en realidad el problema es que es la gran mayoría del contagio, y hasta el día de hoy se han demostrado cero contagios por superficies. Se han estudiado muchísimos casos y no se ha encontrado ninguno que se haya visto que sí que es transmitido por superficies. Y sin embargo, es en lo que más esfuerzo y más dinero se ha dedicado a de-sinfectar superficies no ha servido para nada.
-Afirma que no hay ningún caso documentado de contagio por superficie. Suena escandaloso de ser así...
-Eso es así: no hay ninguno, que yo sepa, que se haya demostrado que se ha contagiado por las superficies. Sin embargo, por el aire sí los hay. Al principio se pensaba que podía haber alguno, pero luego se demostró que no eran por superficies. Es que es escandaloso, qué le voy a decir, que nos hayan estado diciendo esto, y que lo dijera la OMS a bombo y platillo, y que hayamos desperdiciado tanto esfuerzo. Es una pena. Como le digo, no se ha demostrado ningún caso de contagio por superficies, pero es que tampoco se ha demostrado ningún contagio por gotas, que es lo que todavía a día de hoy dice la OMS que es lo que lo que contagia más. No se ha demostrado ninguno, no solo para la Covid, sino para ninguna enfermedad en toda la historia de la Medicina. Es algo absolutamente escandaloso que dijeran al empezar la pandemia que estaban seguros de que era una enfermedad que se transmitía por gotas, cuando no hay ninguna enfermedad que se haya demostrado que se transmita por gotas directamente.
-Es contrario al uso de mamparas en interiores, como en las oficinas. ¿Por qué?
-Las mamparas sirven en una situación de cajeros. Si tú estás hablando con alguien, imagínate que estás fumando, la mampara rompe el flujo de aire y el humo no te llega directamente, te va a llegar volando alrededor de la mampara, pero no te llega directamente, para eso sí que sirve. Pero las mamparas en los laterales de las mesas no solo no funcionan, sino que aumentan el contagio. Hay un estudio publicado en «Science» que muestra que duplican el contagio en las escuelas porque dificultan el flujo de aire y la ventilación. Atrapan al virus. Se queda atrapado ahí, no se ventila bien y la gente se contagia más. Se deberían quitar a toda prisa las mamparas laterales. Es otro gran desperdicio que se ha hecho con la gran metedura de pata de la OMS y de Sanidad por decir que esto era una enfermedad de gotas, porque las gotas caen al suelo y con las mamparas estarías protegido, pero no funcionan y de hecho, como le digo, son contraproducentes.
-En España hay una gran polémica con el uso de la mascarilla en el exterior, que desde hace unas semanas no es obligatorio si hay distancia de seguridad. ¿Cómo valora esta norma?
-Si se está sin mascarilla y se guarda la distancia de seguridad de verdad de dos metros está bien. El problema es esto: que se guarde la distancia de seguridad porque al aire libre hay muchos menos contagios. Hay por lo menos 20 y tal vez mil veces menos contagios que en el interior. Esta es una pandemia de interiores. Entonces, ¿donde se ven contagios al aire libre? Solo en una situación: al hablar sin distancia, en una terraza hablando con alguien cerca. Si en esa situación, que sí es de peligro, seguimos llevando mascarilla, entonces está muy bien, así que cuando estamos en la playa o en la montaña a distancia de otros nos la podemos quitar. Pero si nos la quitamos ya en todo momento esto puede ser más problemático. También se debería aprovechar para reforzar su uso en interiores, hay que seguir llevándola hasta que la cosa esté un poco más controlada.
-La eficacia, o no, de según el tipo de mascarillas también ha sido tema de debate. ¿Cuáles hay que emplear, en su opinión, o cuáles no?
-Cualquier mascarilla protege porque parte de los virus que salen de alguien se quedan en ella, y los virus que tú inhalas parte se queda también en la mascarilla. Incluso una bandana quita el 10-20% de los virus. Hay problemas de calidad de las mascarillas, pero sobre todo hay un problema muy gordo de ajuste. Mucha gente las lleva con unos huecos tremendos junto a la nariz o por los laterales, o las lleva encima de una barba y, por un hueco que es el 1- 2% del área del mascarilla, pasa la mitad del aire sin filtrar. Este ha sido, yo creo, el problema más que de otro tipo. Las de las de tela de tres capas funcionan bien y las FFP2 también, pero como saben bien los sanitarios, para que una mascarilla te proteja bien tiene que dejarte una marca en la cara, eso quiere decir que está sellando bien.
-¿En qué situaciones cotidianas se corre más riesgo de contagio, qué hay que evitar o cómo hay que protegerse del virus?
-El virus sale al aire como si fuera un humo. Sale de algunos infectados, no de todos, sobre todo al vocalizar o al hacer ejercicio más fuerte. Al hacer ejercicio respiramos más aire, y sale más si se está hablando. Entonces, ¿qué lugares son los más peligrosos? En los que estamos hablando, en un sitio cerrado, sobre todo si está mal ventilado, que estamos mucho tiempo respirando ese aire o si estamos haciendo ejercicio. ¿Y cuáles son? Pues sobre todo bares, restaurantes y gimnasios. Y se ve en los contagios que es ahí donde hay más brotes. Esos son los casos que habría que seguir teniendo más cuidado y hacer todo eso al aire libre, si es posible, o que solo puedan entrar personas vacunadas u otro tipo de medidas.
-¿Y en los aviones? Ahora que llegan las vacaciones y muchas personas viajarán en ellos.
-Depende de cuales. Los aviones, al menos los más modernos, suelen tener buenos sistemas de ventilación y filtros. Sí que se ven contagios y suele ser la gente que está a tu lado, cuando te quitas la mascarilla para comer o están hablando hay algún contagio, pero no son tan masivos como en otras situaciones como en un bar o en un gimnasio. Aunque igual con la variante Delta todo sube un poco más. Yo no he entrado a ningún avión desde que empezó la pandemia y no pienso subirme a uno hasta que no se reduzcan los casos a niveles más bajos, pero si la gente quiere viajar yo les diría de comer antes de entrar al avión, no quitarse la mascarilla en ningún momento, llevarla bien ajustada y que la gente hable lo menos posible. Todo ello son precauciones que se pueden tomar. Y luego pensar que no es solo el avión, porque a veces en un viaje así tomas un tren, un autobús y luego estás en la terminal, y luego en la pasarela de embarque... Todo este tiempo de compartir el aire es una oportunidad de contagio y, muchas, veces lo que se ve es que no es el vuelo en sí, sino, por ejemplo, la pasarela de embarque, que no tiene ninguna ventilación. A lo mejor tiene aire acondicionado, pero ese aire está ahí atascado. Hay que tener cuidado de todo el recorrido del viaje. Hay compañeros que han viajado con un medidor de CO2 en el bolsillo y han visto que, dependiendo de cada vuelo y de cada sitio, unos son más peligrosos que otros.
-A principios de año se pusieron «de moda» los medidores de CO2 para calibrar cuándo un ambiente estaba saturado y había que ventilar. ¿Cómo de efectiva es esta medida?
-Es una cosa muy útil y muy importante porque nos dice cuánto aire exhalado hay en un sitio. Deberían haber uno en todos los que compartimos el aire por ley, estar puestos, igual que un reloj, en la pared: en las escuelas, en los bares, en los restaurantes, en los cines, en los supermercados... para ver el CO2. Esto era ley, antes de la pandemia, en lugares como en Taiwán o Corea del Sur, que les ha ido bastante mejor, y se ha convertido en ley ahora, por ejemplo, en Bélgica, y creo que en Baleares también en algunos sitios. Es una es una cosa utilísima y de bajo coste.
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