Día del soltero

Juguetes sexuales por prescripción médica

Entra en vigor el primer estándar de seguridad para este tipo de productos, que busca garantizar su diseño y evitar el riesgo de lesiones

El abanico de posibilidades de este tipo de dispositivos es muy amplio y variado
El abanico de posibilidades de este tipo de dispositivos es muy amplio y variadoDREAMSTIMEDreamstime

La venta de juguetes sexuales se ha disparado en los últimos meses. Ya sea por la pandemia o por la irrupción de nuevos y sofisticados aparatos –el popular Satisfyer ha revolucionado el mercado–, se trata de una tendencia al alza. Pero, al margen de su empleo lúdico-festivo, este tipo de dispositivos tienen aplicaciones médicas que van más allá de proporcionar placer o de los beneficios achacados al orgasmo: desde la rehabilitación física a la recuperación de la función sexual, por citar solo algunos ejemplos.

El uso de juguetes sexuales con fines médicos no es nada nuevo, en cualquier caso. Las «bolas chinas» se llevan usando desde hace años como herramienta de entrenamiento para fortalecer los músculos del suelo pélvico de las mujeres contra la incontinencia urinaria.

«Cada vez recetamos más estos aparatos para que ayuden a los pacientes a explorar nuevas vías de placer sexual y, además, algunos de ellos pueden servir para mejorar la rehabilitación que realizamos después de cirugías en cáncer de próstata o cirugías de pene. Los estímulos, las vibraciones de estos aparatos y su facilidad de uso permiten recuperar sensibilidades perdidas o activar de manera más temprana la capacidad eréctil. Todo esto va encuadrado en una terapia multimodal junto a fármacos, etc. Al final se trata de conseguir una rehabilitación de la función sexual con nuevos elementos», confirma Françoise Peinado, andrólogo y jefe del Servicio de Urología del Hospital Ruber Juan Bravo de Madrid.

Principales usos

Aunque como señala el experto, aún son escasas las publicaciones al respecto, en la práctica clínica su uso está extendido. Las principales patologías para las que están indicados «son aquellas oncológicas en las que se realizan cirugías que afectan a la erección, como puede ser la prostatectomía radical por el cáncer o las de extirpación vesical, que conlleva la extracción de la próstata. También las cirugías de recto pueden afectar a la función sexual de los hombres. Por otro lado, las realizadas sobre la curvatura de pene, como en la Enfermedad de La Peyronie, o en los penes enterrados por obesidad, estos juguetes pueden suponer un elemento más de ayuda», continúa Peinado.

En el caso de las mujeres, su uso, «además de producir sensaciones placenteras que aumentan nuestras hormonas de la felicidad, disminuyendo el estrés y la depresión, ayudan a mejorar la lubricación vaginal o el fortalecimiento del suelo pélvico. También pueden formar parte del tratamiento del dolor genito pélvico, ayuda en el manejo de la anorgasmia reconociendo nuestras zonas erógenas», explica Melitza González, ginecóloga, obstetra y sexóloga médica en centro médico Río Besaya de Torrelavega.

Las indicaciones más frecuentes entre las mujeres son «atrofia vulvovaginal, vaginismo o dispareunia, disfunción del suelo pélvico, imposibilidad para la penetración o manejo para el control eyaculatorio, todos bajo indicación y supervisión médica», puntualiza la experta.

La normativa

Se estima que el mercado global de bienestar sexual crecerá a una tasa anual del 8% entre 2021 y 2028. En 2020 el mercado se valoró en más de 29.000 millones de euros y se espera que aumente a más de 44.000 millones para 2028. Sin embargo, hasta ahora, no ha habido estándares que guíen a los fabricantes en el diseño de estos productos para maximizar su seguridad y minimizar el riesgo de potenciales problemas, como reacciones alérgicas.

Con el fin de regular este tema acaba de entrar en vigor el primer estándar internacional de seguridad para juguetes sexuales (en la que la compañía de bienestar sexual más grande del mundo, Lovehoney Group, ha tomado la iniciativa de financiar), después de más de dos años de desarrollo, proporcionando a los fabricantes pautas claras sobre cómo diseñar productos seguros. Y, por supuesto, también ayudará a los clientes a tomar decisiones informadas en este mercado de rápido crecimiento de los juguetes sexuales.

El responsable de sacar a la luz este vacío «legal» e iniciar el estándar fue el doctor Martin Dahlberg, cirujano sueco del Stockholm South General Hospital quien, en 2018, se dio cuenta de que cada vez realizaba más operaciones para retirar juguetes sexuales alojados en el recto: «En nuestro hospital, alrededor del 40% de los casos de extracción de objetos extraños en el cuerpo se debe a estos aparatos. Me puse en contacto con la agencia de protección del consumidor a principios de 2018 para averiguar si existía alguna regulación en el mercado de los juguetes sexuales, pero no la había. Sin embargo, el uso erróneo de estos aparatos puede resultar en posibles lesiones. Me complace el hecho de que el trabajo inicial convocado por los representantes de productores, fabricantes y minoristas en la oficina de Estocolmo del l Instituto Sueco de Estándares haya llegado tan lejos», asegura.

¿Qué requisitos deben cumplir estos aparatos?

►La norma ISO 3533 contiene muchos requisitos para el desarrollo y diseño de diferentes tipos de
juguetes sexuales. ►Como muchos productos entran en contacto con las partes más sensibles del cuerpo, todos los materiales que se utilizan deben ser biocompatibles.
►Así, enumera los materiales que deben evitarse en el proceso de diseño y fabricación, como ftalatos, alquil fenoles o cadmio. Hasta ahora, aunque los consumidores suponían que la silicona o el plástico utilizados eran seguros para el cuerpo, no había ninguna garantía de ello.
►Incluye recomendaciones en cuanto al diseño de los productos y su mecanismo para que, por ejemplo, no puedan insertarse más allá de lo que se pretende originalmente o, aquellos con piezas extraibles estén debidamente sujetos.