Clasificación

El ictus deja de ser una enfermedad circulatoria

Esta patología cerebrovascular pasa a clasificarse dentro de las del sistema nervioso, en vez de las del aparato circulatorio, lo que provocaba cierta confusión con las patologías cardiacas

El ictus, primera causa de daño cerebral adquirido que afecta a población cada vez más joven
El ictus, primera causa de daño cerebral adquirido que afecta a población cada vez más jovenCentro de Neurología avanzada (CNA)

Si se revisa las estadísticas del INE, la principal causa de muerte en los últimos años (incluido el pasado 2020, donde se hizo notar de forma especial la aparición de la Covid-19) corresponde a las llamadas enfermedades del aparato circulatorio. Esta categoría incluye, hasta la fecha, el ictus, una enfermedad cerebrovascular que constituye la segunda causa de muerte en la población española (la primera en mujeres) y la primera causa de discapacidad adquirida en el adulto.

Pues bien, a partir del próximo 1 de enero del año que viene la 11ª Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades y Problemas Relacionados con la Salud (CIE-11) de la Organización Mundial de la Salud (OMS), -una herramienta que busca la estandarización mundial de los datos que los países miembros de la OMS recogen en el ámbito de la salud, según el diagnóstico de los pacientes- lo incluye ya dentro de las patologías del sistema nervioso y no dentro de las enfermedades del aparato circulatorio, como aparecía reflejado en anteriores versiones.

La comunidad neurológica internacional llevaba años luchando por ello y que se clasificara así correctamente esta enfermedad, por los problemas estadísticos que generaba y también por la confusión que creaba en la población a la hora de entender en qué consisten las enfermedades cerebrovasculares.

Confusión con los síntomas

“El hecho de que, hasta la fecha, la OMS y sus países miembros clasificaran el ictus como una enfermedad circulatoria llevaba, en muchas ocasiones, a que se confundieran con las enfermedades del corazón. Y confundir las enfermedades cerebrovasculares con las enfermedades cardiovasculares ha generado problemas entre la población a la hora de identificar los síntomas de esta enfermedad, algo realmente peligroso porque tratar a tiempo un ictus es importantísimo”, señala el Dr. José Miguel Láinez, presidente de la Sociedad Española de Neurología (SEN).

Gracias a que en los últimos años su tratamiento en fase aguda ha evolucionado de forma notable, la atención neurológica urgente y el tratamiento adecuado en Unidades de Ictus pueden reducir las consecuencias devastadoras de esta enfermedad. Pero hay un margen de tiempo muy limitado para comenzar el tratamiento, ya que el cerebro es muy sensible a la falta de flujo sanguíneo que produce el ictus y cuanto más se demore el paciente en buscar asistencia, peores pueden ser las consecuencias y su pronóstico. Por lo tanto, el ictus, es una urgencia médica y, ante la presencia de los primeros síntomas, debe ser tratado cuanto antes: cada minuto, cuenta.

Aun así, y según el último estudio que se ha realizado hasta la fecha, el 50% de la población desconoce cuáles son los síntomas de ictus. “Los síntomas del ictus generalmente se producen de forma brusca e inesperada y los principales son: alteración brusca del lenguaje, pérdida brusca de fuerza o sensibilidad habitualmente localizada en un lado del cuerpo, alteración brusca de la visión, perdida de coordinación o equilibrio y/o dolor de cabeza muy intenso y diferente a los dolores de cabeza habituales”, explica la Dra. Mar Castellanos, Coordinadora del Grupo de Estudio de Enfermedades Cerebrovasculares de la SEN. “El ictus es una enfermedad neurológica y debe distinguirse de las enfermedades del corazón. Y aunque algunos factores de riesgo son comunes, sus síntomas son distintos, al igual que lo es su tratamiento. Todas las manifestaciones de las enfermedades cerebrovasculares están relacionadas con la disfunción cerebral, por lo que los neurólogos son los especialistas expertos en su manejo”.

Valor estadístico

Otro de los problemas que generaba la antigua clasificación de la OMS es que dificultaba y producía confusión en los análisis estadísticos. Al clasificar de manera correcta las enfermedades cerebrovasculares, las cifras de personas afectadas pueden ser más precisas y estas enfermedades pueden lograr una mejor atención.

El sistema de clasificación de la OMS tiene un gran impacto en cómo asignan los gobiernos los fondos económicos a la investigación, a los tratamientos y a las infraestructuras hospitalarias. Y si las cifras no se registran de manera correcta o se incluyen por error dentro del grupo de las enfermedades cardiovasculares, también es muy difícil llevar a cabo campañas de información general que permitan fomentar el conocimiento de las enfermedades cerebrovasculares por parte de la población”, señala el Dr. José Miguel Láinez.