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Investigación

Así ayuda el ejercicio al cerebro de las personas mayores

Investigadores de la Universidad de California descubren cómo el deporte altera la química del cerebro al encontrar una transmisión nerviosa mejorada en aquellos mayores que permanecieron activos

Las neuronas, para funcionar correctamente, necesitan “comunicarse” entre sí La RazónLa Razón

Con los años nos movemos menos. Y el problema es que las capacidades cognitivas se van deteriorando con el paso del tiempo. Existen evidencias de que el ejercicio puede mejorar diferentes áreas cognitivas de los adultos mayores como la memoria, por ejemplo, y reducir el riesgo de sufrir un deterioro cognitivo o una demencia. Sin embargo, los mecanismos que explican estos beneficios no están claros. De hecho, la mayoría de la evidencia actual se basa, básicamente, en estudios con modelos animales.

Cuando las personas mayores se mantienen activas, sus cerebros tienen más de una clase de proteínas que mejora las conexiones entre las neuronas para mantener una cognición saludable, encontró un estudio de la Universidad de California, en San Francisco, (UCSF) publicado hoy en “Alzheimer’s & Dementia”, una revista de la Asociación estadounidense de Alzheimer.

Las neuronas son como el cableado eléctrico del cerebro. Pero para funcionar correctamente necesitan “comunicarse” entre sí, y lo hacen a través de la sinapsis, un mecanismo químico, el impulso nervioso que se produce a través de las neuronas y que permite que su comunicación.

El ejercicio físico cambia químicamente el cerebro. De hecho, este impacto protector se encontró incluso en personas cuyos cerebros en la autopsia estaban plagados de proteínas tóxicas asociadas al alzhéimer y otras enfermedades neurodegenerativas.

“Nuestro trabajo es el primero que utiliza datos humanos para mostrar que la regulación de las proteínas sinápticas está relacionada con la actividad física y puede promover los resultados cognitivos beneficiosos que hemos observado”, afirmó en un comunicado Kaitlin Casaletto, profesora asistente de Neurología y autora principal del estudio.

Los efectos beneficiosos de la actividad física sobre la cognición se han demostrado en ratones, pero han sido mucho más difíciles de demostrar en personas.

Casaletto, neuropsicóloga y miembro del Instituto Weill de Neurociencias , trabajó con William Honer, profesor de Psiquiatría en la Universidad de Columbia Británica y coautor principal del estudio, para aprovechar los datos del Proyecto de Memoria y Envejecimiento de la Universidad Rush en Chicago. Ese proyecto rastreó la actividad física en la vejez de los participantes de edad avanzada, quienes también aceptaron donar sus cerebros cuando fallecieran.

“Mantener la integridad de estas conexiones entre neuronas puede ser vital para defenderse de la demencia, ya que la sinapsis es realmente el sitio en el que ocurre la cognición”, dijo Casaletto. “La actividad física, una herramienta fácilmente disponible, puede ayudar a impulsar este funcionamiento sináptico”, reitera.

Más proteínas, mejores señales nerviosas

Honer y Casaletto encontraron que las personas mayores que permanecían activas tenían unos niveles más altos de proteínas que facilitan el intercambio de información entre neuronas. Este resultado coincidió con el hallazgo anterior de Honer de que las personas que tenían más proteínas de estas en el cerebro cuando morían eran más capaces de mantener su cognición hasta el final de la vida.

Para su sorpresa, dijo Honer, los investigadores encontraron que los efectos iban más allá del hipocampo -la sede de la memoria del cerebro-, para abarcar otras regiones del cerebro asociadas con la función cognitiva.

“Puede ser que la actividad física ejerza un efecto sustentador global, apoyando y estimulando la función saludable de las proteínas que facilitan la transmisión sináptica por todo el cerebro”, dijo Honer.

Los cerebros de la mayoría de los adultos mayores acumulan amiloide y tau, proteínas tóxicas que son el sello distintivo de la patología de la enfermedad de Alzheimer. Muchos científicos creen que el amiloide se acumula primero y luego la tau, lo que hace que las sinapsis y las neuronas se desintegren.

Casaletto descubrió anteriormente que la integridad sináptica, ya sea medida en el líquido cefalorraquídeo de adultos vivos o en el tejido cerebral de adultos sometidos a autopsia, parecía atenuar la relación entre amiloide y tau, y entre tau y neurodegeneración.

“En los adultos mayores con niveles más altos de las proteínas asociadas con la integridad sináptica, esta cascada de neurotoxicidad que conduce a la enfermedad de Alzheimer parece estar atenuada”, dijo. “Tomados en conjunto, estos dos estudios muestran la importancia potencial de mantener la salud sináptica para ayudar al cerebro contra la enfermedad de Alzheimer”, concluyó.

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