Entrevista

«El gasto sanitario ha crecido cuatro veces más deprisa que el PIB»

Antonio Alarcó, senador, portavoz de Ciencias y catedrático de Cirugía denuncia que “este Gobierno le ha faltado el respeto en muchas ocasiones a la evidencia científica en la pandemia”

Antonio Alarcó
Antonio AlarcóGonzalo Pérez MataLa Razón

Acaba de publicar «Sociología de la Sanidad», una obra académica en la que aborda los retos a los que se enfrenta hoy el exhausto y devastado SNS y la importancia de orientar la salud más a la prevención que a la enfermedad en el contexto de una sociedad envejecida.

En 2050, el 30% de la población tendrá más de 65 años. ¿Cuál debería ser el gasto sanitario para dar cobertura universal?

Todo es inversión y ya hoy este país gasta 96 mil millones en Sanidad. Para dar cobertura universal antes que aumentar el gasto hay que mejorar la gestión de la salud. No debemos ni podemos continuar ni un día más con 17 sanidades distintas y dos ciudades autónomas porque es inviable e ineficaz, se nos «gripa» el sistema sanitario. El gasto sanitario público real por persona ha crecido algo más de un 44%, cuatro veces más deprisa que el PIB. Es bueno recordar que el derecho a la salud (para nosotros indudable) solo abarca el 20% de la población mundial y que una vida no tiene precio (efecto moral claro) pero la Sanidad tiene un coste y este es limitado. Si se introduce más dinero sin mejorar la gestión, este se malgasta en el déficit de gestión. En los próximos años la clave estará en el mayor y mejor manejo de los datos para la toma de decisiones. Economía y salud es un matrimonio indisoluble. La Sanidad como sistema vertebrador debe ser una constante.

En su libro aborda el turismo sanitario, pero ¿cuál es el coste de aquellos que viajan a otros países para someterse a cirugía estética y acaban usando hospitales públicos españoles a su vuelta?

Muy alto. Si en España la cartera de servicios incluyera la cirugía estética, que no es lo mismo que la Cirugía Plástica, la Sanidad no sería viable. La cirugía de lujo no es admisible con financiación pública, luego las complicaciones de la misma deben correr a cargo de quien se la haga. Es verdad que una urgencia provocada por la misma, en principio, debe ser atendida y la factura como ocurre en los accidentes de tráfico, debe ser tramitada por los seguros privados, pero no por la Sanidad pública.

Un 78% de ciudadanos que se ha conectado a internet en los últimos seis meses ha buscado información de salud y/o Medicina. Pero, ¿cuántos buscan en fuentes fiables de información?

El Dr. Google es un fenómeno muy peligroso al que hay que poner remedio. Al dato que citas hay que añadir para más inri que más del 50% de la información emitida es falsa. La seudociencia invierte más en divulgación que la propia Ciencia. Una salida es que la Ciencia auditable y demostrable esté en las redes de forma clara y contundente.

Según una de las encuestas de su libro, solo un 6% de la población pensaba que podría ser víctima de una epidemia a gran escala pese a que la OMS lleva años alertando de ello. ¿Las autoridades políticas informaron debidamente sobre esta posibilidad para que así la sociedad pudiera exigir que los distintos planes frente a epidemias se llevaran a cabo?

Ese dato pone de manifiesto una vez más la necesidad imperiosa de tener un nuevo organismo paraguas a nivel europeo para luchar en contra de la emergencia sanitaria cuyo nombre podría ser Autoridad europea de Preparación y Respuesta Ante Emergencias Sanitarias. Como observador del Comité Ejecutivo de la OMS y como uno de los representantes del Colegio Internacional de Cirujanos, alertamos el día 2 de febrero de 2020 de los riesgos del coronavirus con una potencialidad de contagio de 1,4, al cual no hicieron caso e hizo que la semana del 08-14 de marzo hubiera una de las bombas biológicas más importantes de la historia. Este Gobierno le ha faltado el respeto en muchas ocasiones a la evidencia científica en esta pandemia, causando en muchos casos grandes perjuicios a la salud nacional. Es imprescindible, como solicitamos una ley de pandemias. El virus no tiene fronteras ni conoce autonomías y la desregulación legal tiene consecuencias sanitarias gravísimas.