Pandemia

Vacunas, mascarillas y ventilación, el nuevo mantra contra la covid

Los expertos lamentan que apenas se haya invertido en el control de la calidad del aire en interiores

La directora del centro, Vanessa Cabeza, apaga uno de los filtros HEPA instalados en un aula del colegio Juan Mena de Palencia
La directora del centro, Vanessa Cabeza, apaga uno de los filtros HEPA instalados en un aula del colegio Juan Mena de PalenciaBrágimoIcal

Pese a que desde hace año y medio conocemos cómo se transmite el SARS-CoV-2 apenas se ha invertido en este tiempo dinero en sistemas de ventilación o de monitorización del aire en interiores.

Así lo asegura Margarita del Val, investigadora del CSIC, quien lamenta que «todavía mucha gente dice eso de que para evitar el contagio lo importante es ‘’distancia, higiene de manos y mascarilla’', pero este mantra se ha quedado anticuado desde el momento en el que se confirmó que el coronavirus se transmite por el aire y no por contacto, por lo y que debería ser ‘’vacunas, mascarillas y ventilación’'. Y eso pasa porque oficialmente no se ha dado información y no es noticia. La discusión no debe estar en si hay que ponerse mascarillas en el exterior o no, sino que habría que favorecer estudios en este asunto, en la renovación del aire de los interiores. Y no solo falta información, sino facilitar y apoyar investigación en este sentido, que es necesario en el ocio, en las oficinas, en la restauración, en los colegios... El aire limpio no puede ser solo ventilar y pasar frío en invierno o calor en verano».

Un estudio publicado en la revista «Physics of Fluids» y realizado por científicos de la Universidad de Florida Central (EE UU), aseguraba que una buena ventilación puede reducir en un 40-50% el riesgo de infectarse de Covid-19 en las aulas. Esta medida, junto con el uso de las mascarillas, son las más efectivas, «por encima del distanciamiento social», afirmaban los expertos.

José Luis Jiménez, catedrático de Químicas y Ciencias Medioambientales en la Universidad de Colorado (EE UU), y uno de los responsables de demostrar y convencer a la OMS de que las infecciones por aerosoles constituyen la única forma de contagio significativa del SARS-CoV-2, coincide con Del Val. En su opinión, en caso de tener que permanecer en un espacio cerrado hay que «hablar menos fuerte, que se echa menos virus al aire, pasar menos tiempo con menos gente y las medidas de la ventilación. ¿En qué consisten? Pues si el virus está por el aire podemos hacer tres cosas: echar afuera ese aire interior y que entre nuevo del exterior que no tiene virus, esto es la ventilación (y no mezclar el aire con un ventilador o con una unidad de aire acondicionado de ventana o split, ya que esto no es ventilar, es mezclar el aire interior, pero el aire se queda dentro); la segunda cosa, si no puedo ventilar porque estoy en un sótano, hay mucho ruido o contaminación o lo que sea, es quitar el virus del aire. Esto es filtrar, igual que las mascarillas, es una tela que nos ponemos y al pasar por ahí el aire que respiramos, el virus se queda pegado».

Filtros de aire y medidores de CO2

La eficacia de esta última medida la ha demostrado Florentina Villanueva, de la Universidad de Castilla-La Mancha, quien ha analizado los filtros HEPA puestos en los colegios de esta autonomía: «Luego se los llevan al laboratorio, los analizan y ahí está el virus, en el filtro y solo ha podido llegar allí porque estaba flotando por el aire», explica Jiménez. Pero, añade, no tienen que ser HEPA, lo importante es que quiten mucho virus del aire, no tienen que quitarlo en la primera pasada, que es lo que hace HEPA.

La tercera cosa que se puede hacer, si se va a dejar al virus flotando y no se va quitar con un filtro, continúa el experto, es «tratar de ‘’matarlo’', de desactivarlo, eso es lo que se llama la desinfección del aire, y es más peligroso, pero hay un tipo de desinfección con rayos ultravioleta que sí funciona y es más caro».

Pero, ¿cómo sabemos que se está ventilando lo suficiente? «Con un medidor de CO2, que te dice cuánto aire exhalado hay en un sitio y es extremadamente útil, y cuesta unos 100 euros, pero tiene que ser de infrarrojos con sensor NDIR, los que no son más baratos, pero no sirven, no miden CO2 de verdad –prosigue Jiménez–. En unas escuelas donde hizo pruebas Javier Ballester, de la Universidad de Zaragoza, decían que se podía mantener el CO2 bien por debajo de 700 y mantener las clases a 16°C, lo que es bastante razonable».

Cualquiera de ellas, como concluye Del Val, «es una inversión de futuro, no solo para este coronavirus sino para evitar todos los agentes respiratorios y también contra posibles futuras pandemias, o para controlar la calidad del aire frente a la contaminación. Es una medida comparable a la potabilización del agua, e igual que ahora se exige la colocación de paneles solares se debería exigir igualmente en los edificios calidad en su ventilación».

La inutilidad de las pantallas en las oficinas

El ejemplo más claro de lo poco que se tienen en cuenta las recomendaciones de los expertos en este sentido lo ilustra la pervivencia de las pantallas laterales de plástico que, con la pandemia, han salido como setas en todas las oficinas. Y no es sólo que no evitan el contagio, sino que lo aumentan. «Hay un estudio publicado en ‘‘Science`` que muestra que duplican el contagio en las escuelas porque dificultan el flujo de aire y la ventilación. Atrapan al virus. Se queda atrapado ahí, no se ventila bien y la gente se contagia más. Se deberían quitar a toda prisa», lamenta Jiménez.