Entrevista

Andrés Labiano: «La inflamación de hoy es el daño degenerativo del futuro»

“En la esclerosis múltiple cuanto más tiempo se tarde en controlar este problema, mayor es la posibilidad de acumular un daño neurodegenerativo irreversible”, explica este neurólogo del Hospital Universitario 12 de Octubre de Madrid

Andrés Labiano es neurólogo del Hospital 12 de Octubre de Madrid @Cipriano Pastrano
Andrés Labiano es neurólogo del Hospital 12 de Octubre de Madrid @Cipriano PastranoCipriano Pastrano DelgadoLa Raz—n

Por fortuna, el conocimiento sobre la esclerosis múltiple (EM) ha aumentado y cada vez está más claro el importante papel de la inflamación en ella. ¿Cuál es el rol de la inflamación en esta patología?

La inflamación del sistema nervioso central (SNC) es la absoluta protagonista de esta enfermedad, hasta el punto de que gran parte del daño que se puede producir va a ser inflamación-dependiente.

¿Por qué es importante controlarla desde el principio? ¿Cómo determina la evolución de la enfermedad?

Porque cuanto más tiempo tardemos en controlar la inflamación mayor es la posibilidad de acumular un daño neurodegenerativo irreversible. Podríamos decir que la inflamación de hoy es el daño degenerativo del futuro.

¿Qué efectos puede tener una inflamación descontrolada?

El más evidente a corto plazo sería la posibilidad de desarrollar síntomas neurológicos específicos derivados de la existencia de una lesión inflamatoria en una zona concreta, lo que se conoce como brote. Pero existe otro efecto a mucho más largo plazo y que no va a resultar visible, que es la neurodegeneración. El problema es que esta neurodegeneración tiene unas consecuencias que son potencialmente mucho más discapacitantes que un brote.

¿De qué herramientas disponen los neurólogos para hacer el seguimiento y el control de la inflamación?

Ahora mismo, la principal herramienta es la resonancia magnética cerebral. A muy corto plazo esperamos complementarlo con un análisis de sangre donde se determinen los niveles de neurofilamentos.

¿Qué importancia tiene el uso de la resonancia magnética dentro del seguimiento de esta enfermedad en general y de la inflamación en particular?

Es importante remarcar que es habitual que los pacientes tengan una inflamación descontrolada que no resulte en ningún síntoma o brote. Por este motivo, la resonancia magnética cerebral resulta fundamental para estratificar el pronóstico del paciente desde el primer momento que acude a consulta, lo que va a condicionar el tipo de tratamiento que iniciemos. La resonancia magnética nos va a permitir, además, ver si el tratamiento que hemos escogido está funcionando o no.

¿Cuál es el número de resonancias necesario para llevar un adecuado control de los pacientes y prevenir esta inflamación?

Lo habitual es realizar una resonancia magnética de forma anual, especialmente en los primeros años tras el diagnóstico.

¿Qué señales o evidencias nos muestra esta prueba para alertarnos de que se está produciendo la inflamación?

La existencia de nuevas lesiones respecto a la resonancia magnética anterior es una señal de que sigue existiendo inflamación. Si la resonancia se ha realizado además con contraste, existe la posibilidad de que alguna lesión «brille» en una secuencia determinada. Esto se llama captación de gadolinio, no dura más de cuatro o seis semanas, y significa que estás visualizando una inflamación «en directo».

A largo plazo, si se mantiene el estado inflamatorio, las lesiones en el SNC van a progresar favoreciendo que se dañen algunas estructuras de las neuronas, además de otros problemas. ¿Cómo se puede evitar?

La única manera de evitarlo es mediante el uso temprano de terapias que frenen este proceso inflamatorio. Una vez se ha manifestado el daño neurodegenerativo ya va a ser tarde.

¿Quiénes son los responsables de esta inflamación? ¿Cómo o por qué se produce?

Es una inflamación producida por el propio sistema inmune (linfocitos) del paciente, que son capaces de atravesar la barrera fisiológica que recubre los capilares del cerebro y, una vez dentro, activar a nuevas células del sistema inmune para incrementar y perpetuar la inflamación.

Recientemente se ha descubierto que los linfocitos B también tienen un papel clave en los procesos inflamatorios de la EM. ¿Qué significa esto?

La principal repercusión es que ahora disponemos de terapias que van específicamente dirigidas a esta subpoblación de linfocitos, lo que supone un mecanismo de acción terapéutico completamente nuevo en esta enfermedad.

¿Cómo ha mejorado el abordaje de la esclerosis múltiple en los últimos años?

El gran cambio ha sido que ahora se utilizan los fármacos antinflamatorios más potentes en un mayor número de pacientes y de forma muy precoz, mientras que hace unos años su uso se reservaba para grupos muy reducidos o se retrasaba hasta fases en las que ya se había producido mucho daño.

¿Cree que en el futuro se podrán desarrollar tratamientos dirigidos hacia la remielinización o incluso la cura de la EM?

Como en el resto de las patologías crónicas, me parece mucho más apropiado hablar de que se puede «controlar una enfermedad» que «curar una enfermedad». En este sentido, y gracias a las terapias actuales, cada vez son más los pacientes que tienen la inflamación controlada. Aunque es posible que en un futuro sí existan terapias que promuevan la remielinización, la realidad es que usar fármacos de alta eficacia antiinflamatoria de forma precoz sigue siendo la mejor estrategia para controlar esta enfermedad.

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