Coronavirus
Un exitoso fármaco anticovid favorece la aparición de cataratas
El uso de la dexametasona para el tratamiento del coronavirus podría aumentar la aparición de este problema, un efecto adverso bien conocido, y que ya habría elevado este tipo de intervención en España
Se empleó prácticamente desde el principio de la crisis y es de los pocos fármacos que continúa usándose por los buenos resultados cosechados desde entonces, lo que lo mantiene como básico en el abordaje hospitalario de la covid pues, hasta ahora ha demostrado que puede reducir la mortalidad. Hablamos de la dexametasona, un corticosteroide que actúa sobre toda la cascada inflamatoria que se activa con el SARS-CoV-2, la llamada «tormenta de citoquinas», y que se administra a los pacientes en el caso de presentar insuficiencia respiratoria y varios días de infección a dosis bajas y periodos cortos.
Sin embargo, como en todos los medicamentos, su empleo no es inocuo ni está exento de efectos adversos y, uno de ellos es que favorece la aparición de cataratas. Algo, como cuentan los expertos, bien sabido: «Es un hecho conocido desde hace mucho tiempo. Los corticoides son fármacos muy eficaces y ampliamente utilizados para el tratamiento de procesos inflamatorios y enfermedades autoinmunes, entre otras indicaciones. Su uso mantenido puede dar lugar a efectos no deseados que, en Oftalmología, son principalmente las cataratas subcapsulares y el incremento de la presión intraocular», explica José Luis Urcelay, jefe del Servicio de Oftalmología del Hospital Gregorio Marañón, de Madrid.
Esto sucede porque «provocan una proliferación anómala de células epiteliales a lo largo de la cápsula posterior del cristalino, depositándose en forma de focos múltiples que alteran la arquitectura celular y causan la opacidad del cristalino conocida como catarata subcapsular posterior», cuenta José Antonio Gegúndez, vicesecretario de la Sociedad Española de Oftalmología (SEO). Es por ello que, continúa, «a los pacientes en los que aparecen cambios en el cristalino se les debe reducir la dosis de corticoides al mínimo posible, de forma concordante con el control de la enfermedad, y posiblemente planteando también tratamientos alternativos, ya que la catarata se va a producir con menor frecuencia en pacientes que reciben dosis intermitentes».
Pues bien, parece ser que el uso masivo de dexametasona en estos ya más de dos años que llevamos de pandemia habría podido fomentar la aparición de este problema de visión que estaría notándose ya en la actualidad y agudizarse en un futuro no lejano: «Sí, se ha notado un notable incremento en el número de cirugías de cataratas causadas por corticoides, pero en general también por la esperanza de vida de la población, es decir, por las cataratas seniles, que surgen con el paso de los años, puesto que los ojos también envejecen», confirma Luis Fernández-Vega Sanz, director médico del Instituto Oftalmológico Fernández-Vega.
También en Clínica Baviera han registrado un aumento en este tipo de operaciones: «Ha sido publicado en varias ocasiones que la covid ha provocado un aumento muy significativo de las listas de espera para ser intervenido de cataratas en la Sanidad pública. Este ha sido, sin duda, uno de los puntos más relevantes y fácilmente apreciables de la pandemia en nuestra actividad», señala Jaime Javaloy, su director médico de Alicante y Madrid.
Y da una cifra: «El incremento del volumen de cirugía de cataratas en nuestros centros ha sido importante desde la primavera de 2020 hasta ahora. En concreto, desde el fin del confinamiento estricto hasta ahora, hemos experimentado un crecimiento del 26% de operaciones de este tipo en nuestras clínicas de España. No obstante, este aumento no es exclusivo de las cataratas, sino que es similar al experimentado en todos nuestros tratamientos», puntualiza.
Aunque este sentir no es unánime. Así María García Zamora, adjunta del Servicio de Oftalmología del Hospital Puerta de Hierro, de Madrid, asegura «no hemos visto por la Covid-19 un incremento considerable de estos casos de catarata probablemente porque, pese al empleo de corticoides a altas dosis en estos pacientes, quizá su uso en la mayoría de casos no ha sido de manera muy prolongada en el tiempo».
Lo cierto es que no se dispone hasta la fecha de estudios epidemiológicos que demuestren un incremento en la incidencia global de las cataratas en la población general debido al tratamiento por corticoides durante la pandemia, pero, como apunta Javaloy «hay varios factores que dificultan ese estudio. En primer lugar, la baja proporción de pacientes infectados por covid que precisan tratamiento con corticoides. En segundo, la aparición de las cataratas tras el tratamiento no es inmediata, con lo que sus efectos pueden aparecer meses o años tras la medicación». Por eso, asevera, «en mi opinión, tardaremos bastante en poder cuantificar de forma fiable ese efecto».
La clave estaría en la cantidad y duración del tratamiento. Como explica Urcelay, «el desarrollo de una catarata secundaria a corticoides parece relacionarse tanto con la dosis como con la duración del tratamiento y, en general, se observan en pacientes tras uso continuado de estos tratamientos durante largos periodos de tiempo». Sin embargo, «la relación exacta entre la dosis total, la dosis semanal y la duración de la administración de corticoides y la formación de cataratas aún no está clara – añade Gegúndez–. Los primeros estudios demostraron que esta aparecía solamente en pacientes que recibían dosis de mantenimiento moderadas o altas durante más de un año. Los que recibían menos de 10 mg/día de un equivalente de la prednisona o aquellos que fueron tratados durante menos de un año no las desarrollaron». Coincide con él García Zamora, para quien, «respecto a la dosis, no existe tampoco una cantidad exacta ni un tiempo a partir del cual sepamos que se va a desarrollar la catarata, si bien la bibliografía señala que, tras un tratamiento corticoideo por vía sistémica con dosis superiores a 15 mg/día de prednisona durante más de un año, existe una incidencia en la presentación de catarata mayor del 80%».
Respecto a si hay algún perfil de persona más sensible a padecerlas, prosigue, «no existe uno específico que sea más o menos sensible a este efecto secundario, pero el tener ya cierto componente de catarata favorece que esta se desarrolle antes». A lo que Gegúndez añade que «se piensa que los niños son más susceptibles que los adultos a los efectos cataratogénicos de los corticoides sistémicos, y además es relevante el papel de la susceptibilidad individual (genética), puesto que se ha visto que en estos pacientes la catarata puede presentarse después de una terapéutica corta de menor duración de un año».
En cualquier caso, y después de que el número de operaciones de cataratas se ralentizara a lo largo de 2020 a consecuencia de la crisis, durante 2021 se ha recuperado el ritmo habitual hasta alcanzar cifras pre-pandemia, que en España son alrededor de 450.000 intervenciones anuales. En líneas generales es un procedimiento quirúrgico en permanente crecimiento.
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