Opinión

Las turbulentas aguas de la industria farmacéutica

Jesus Ponce
Jesus PonceMiquel GonzalezShooting

Bajan las aguas turbulentas para la industria farmacéutica que opera en España. En octubre, se producirá el relevo en la presidencia de su patronal y, si no hay sorpresas, Jesús Ponce, presidente de Novartis, sustituirá a Juan López-Belmonte, el presidente de Rovi que ha tanteado incluso dejar el cargo en Farmaindustria este verano para dedicarse a su empresa, de la que, por cierto, se están desprendiendo poco a poco de su paquete accionarial tanto él como su familia.

Ponce no lo tendrá fácil. Al menos, no tanto como lo ha tenido López-Belmonte, al que la pandemia libró de la voracidad recaudatoria que siempre muestran los Ministerios de Hacienda y de Sanidad, máxime cuando las arcas públicas están casi quebradas por un déficit, una deuda y una inflación galopantes. Una vez más, las previsiones de Nadia Calviño, reconvertida en ministra feminista, han sido lamentables y todos los organismos se las están echando por tierra. Al calor de la tendencia instaurada con las compañías farmacéuticas, en donde países como Alemania e Inglaterra ya han anunciado que se quedarán con un porcentaje del gasto derivado de las ventas de medicamentos, en España se empiezan a dar pasos. Hacienda, que es el departamento que lleva la voz cantante, quiere que el gasto farmacéutico no crezca por encima de un tope máximo de gasto público fijado por la Unión Europea, y que podría situarse en la franja del 1,7%. Con estas y otras cuestiones no resueltas como el vergonzoso retraso en la aprobación de moléculas innovadoras tendrá que lidiar Jesús Ponce, quien no contará ya con Humberto Arnés, pero sí con Juan Yermo, flamante fichaje que tumbó en las pruebas de selección a Concha Almarza, de Iqvia, y a Javier Urzay, el preferido de Arnés.