Entrevista

«La vida moderna nos enferma y la hormesis es la herramienta más poderosa frente a la epidemia de patologías crónicas»

Entrevista a Antonio Valenzuela, fisioterapeuta, máster en Psiconeuroinmunología y experto en terapia ortomolecular, autor del libro «Hijos de la adversidad»

Antonio Valenzuela
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Fisioterapeuta, máster en Psiconeuroinmunología clínica y experto en terapia ortomolecular, Antonio Valenzuela es un curioso empedernido y un enamorado del aprendizaje continuo. Todo ese conocimiento lo comparte en su faceta de divulgador y, ahora, a través de su último libro «Hijos de la adversidad» (Alienta Editorial, Grupo Planeta)

Su obra nos enseña a fortalecer la salud a través de los hábitos ancestrales. ¿Por qué es necesario un libro así?

Cada vez vivimos más años, pero más tiempo enfermos, ansiosos, deprimidos, obsesionados con alimentar la hoguera de nuestras vanidades. Este libro pretende invitar a parar y reflexionar, a mostrar cómo vivir con propósito, en coherencia con nuestra genética para poder desatar un potencial ancestral que nos llevó a colonizar el planeta, potencial que hoy día se encuentra hibernando en el capullo de confort de la vida moderna.

¿Nuestro estilo de vida nos enferma?

Sin ninguna duda, la vida moderna nos enferma y lo más dañino que le hacemos a nuestro cuerpo es no vivir acorde con nuestra naturaleza. En palabras de Hipócrates (460-370 a. C.) «las enfermedades no llegan de la nada. Se desarrollan a partir de pequeños pecados diarios contra la Naturaleza. Cuando se hayan acumulado suficientes pecados, las enfermedades aparecerán de repente». Pequeñas faltas acumuladas como no respetar nuestros ritmos circadianos, cambiar horas de sueño por horas de series, elegir alimentos ultraprocesados, priorizar el sofá al paseo, rodearnos de personas tóxicas… todos ellos sumados nos conducen inexorablemente a la enfermedad.

Asegura que uno de los problemas está en que se tratan los síntomas, pero no se va al origen de las enfermedades...

La consecuencia de ello es que hoy día vivimos una epidemia de enfermedades crónicas como obesidad, hipertensión, diabetes, ansiedad o depresión. Al tratar únicamente los síntomas y no las causas, nos mantenemos vivos… y enfermos. La solución no pasa por una «pastilla milagrosa», sino por incorporar en nuestro día a día los estímulos para los que nuestros genes están preparados, la hormesis.

¿Qué es exactamente?

Hormesis es una palabra derivada del griego que significa «estimulación». Se basa en la sabiduría popular de «lo que no te mata, te hace más fuerte». Ahora se considera científicamente probada. Hace referencia al proceso por el cual al exponer el cuerpo a estos estresores evolutivos en una dosis terapéutica se activan en el organismo vías protectoras contra multitud de patologías. La vida moderna hipoteca nuestra salud futura en pos de la comodidad presente. Vivimos en un mundo anestesiado de estímulos en donde los respuestas biológicas de antifragilidad grabadas en nuestros genes se difuminan en las horas que pasamos sentados en sillones, con la calefacción, devorando ultraprocesados y sin más reto intelectual que elegir una serie. La hormesis es quizás la herramienta más poderosa para luchar contra todas las patologías crónicas, ya que con ella se activan los «vitagenes».

Pero ya bastante expuestos estamos al estrés... ¿Por qué apuesta por esta herramienta?

Pues justo por eso mismo… porque estamos continuamente expuestos a ellos. Para salir de nuestra mente, debemos de entrar en nuestro cuerpo. Una ducha fría, unas sentadillas o unas respiraciones profundas nos traen al tan ansiado «aquí y ahora».

¿Es fácil de poner en práctica por todos?

Tremendamente fácil, solo tenemos que estar dispuestos a pensar fuera de la caja, a atrevernos a experimentar nuevas sensaciones y sobre todo a «abrazar la adversidad».

¿Nuestra salud depende más de lo que hacemos que de la genética o la suerte?

Nacer en una sociedad, por ejemplo, con agua potable y saneamientos es una gran suerte. Nuestra salud depende más del código postal que del genético. Dicho esto, buena parte de ella se forja con las decisiones que tomamos, en alimentación, actividad física, sueño, relaciones personales, contacto con la naturaleza… Todo ello es independiente de nuestros genes. Como se suele decir, la genética carga la pistola pero es nuestro estilo de vida quien dispara el gatillo.

Dedica un capítulo a la normotermia. ¿Qué es y cómo puede ayudarnos?

¡Es uno de los malos de la película! Sé que es muy contra intuitivo pero un exceso de confort térmico, expresado en una calefacción a tope o el aire acondicionado como si viviéramos en una nevera, anula por completo nuestra capacidad de respuesta ante los desafíos térmicos y eso nos vuelve más frágiles. Esto es un concepto novedoso que la ciencia ha bautizado como «sedentarismo térmico».

En su libro habla también de la respiración... ¿Incluso eso lo hacemos mal?

No se trata de hacerlo bien o mal, si no del contexto. Tenemos dos patrones de respiración diferenciados. Uno con la boca, usando el pecho como motor de la respiración y con una cadencia rápida pero superficial. El otro por el contrario, sería usando la nariz, impulsando el aire con nuestro diafragma de una manera lenta y profunda. El primero nos pone en modo «lucha o huida», nos inflama y tensa nuestros músculos. El segundo activa al famoso nervio vago y con él viene el descanso, la calma mental y la relajación. Nuestra forma de respirar hoy día es la primera. La magia de la respiración está en que al modificarla podemos incidir en el funcionamiento del cerebro.

Un consejo para vivir más y mejor:

Pasad tiempo con quienes os importan, la soledad mata más que el tabaco. No pospongas esa llamada o visita. Invertir tiempo de calidad (no compartido con mirar al teléfono) con quien nos quiere es invertir en salud.