Migraña
Revolución terapéutica contra la migraña
En 2023 llegarán a nuestro país nuevos fármacos anti CGRP: un ácido monoclonal intravenoso y las primeras pastillas o «gepantes»
Los anticuerpos monoclonales (AcM) se prescriben contra la migraña desde 2019 en nuestro país pero su lanzamiento se ha visto desplazado por la pandemia de la covid. Actualmente, se comercializan tres autoinyectables en España. El año que viene llegará uno intravenoso. También se empezarán a vender pastillas anti CGRP o «gepantes».
Ambos, los AcM y las «gepantes», son los primeros medicamentos diseñados ad hoc para tratar esta patología. Para el doctor Roberto Belvis, vocal del Grupo de Estudio de Cefaleas de la Sociedad Española de Neurología (SEN), su llegada ha supuesto la tercera revolución terapéutica en el tratamiento de esta enfermedad, que representa la primera causa de discapacidad en adultos menores de 50 años en España.
La cuestión es que en las personas con migraña aparece elevada en la sangre y en el líquido cefalorraquídeo una proteína que se llama péptido regulador del gen de la calcitonina (CGRP). Lo que hacen los anticuerpos monoclonales es que disminuyen sus niveles de manera que las migrañas mejoran. De manera similar ocurre con los «gepantes», término con el que se denomina a las pastillas, que lo que hacen es bloquear el receptor de esta proteína.
Precisamente, durante el XVI Congreso de la Federación Europea de Cefaleas (EHF) que se ha celebrado la semana pasada en Viena, el grupo español ha presentado lo resultados de la primera «real word experience» –es decir, experiencia con estos fármacos fuera de ensayo, en la consulta–, que arrojan una eficacia de en torno al 66%, mientras que los tratamientos preventivos orales tradicionales alcazaban el 50-60%.
La primera revolución terapéutica contra la migraña fue en el año 1995 con la llegada del triptán, que supuso contar por primera vez con un tratamiento que cortaba rápido los ataques. La segunda revolución se produjo en el año 2011 con el uso del bótox, una terapia sin efectos secundarios y que logra unos altos niveles de eficacia.
Sin embargo, hasta la llegada de los anticuerpos monoclonales para el tratamiento preventivo de la migraña crónica –aquellos casos en los que se tienen más de 15 días de dolor de cabeza al mes– se recurría a pastillas orales que en realidad estaban diseñadas para tratar otras patologías. Este fenómeno se descubrió por casualidad porque personas que las tomaban para otras enfermedades revelaban que les funcionaban para reducir sus ataques. Es el caso de algunos antidepresivos, antiepilépticos o medicamentos para la hipertensión arterial.
Tasa de abandono
No obstante, el hecho de tener contraindicaciones para algunos casos y que no siempre son eficaces, solo en torno a un 60%, junto a que no siempre son bien tolerados, da lugar a una alta tasa de abandono de este tipo de tratamientos: aproximadamente el 70% de los pacientes abandonan a los doce meses, según afirma el reciente estudio Persec, liderado por Pablo Irimia, coordinador del Grupo de Estudio de Cefaleas de la Sociedad Española de Neurología (Gecsen).
Por el contrario, el estudio Ermes ha demostrado que los anticuerpos monoclonales tienen mucha más eficacia que algunos de los antiepilépticos que tradicionalmente se han usado para tratar la migraña, en concreto, el topiramato, y, sobre todo, una mejoría clara en la tolerabilidad y, por tanto, en la persistencia en los tratamientos.
Estos datos son importantes ya que la migraña es una de las siete enfermedades más discapacitantes de la humanidad. No solo es una cefalea recurrente con ataques de más de cuatro horas y menos de tres días de dolor hemicráneal –media cabeza– sino que va acompañada prácticamente siempre de náuseas, a veces de vómitos y, en ocasiones de fobias: fototobia, a la luz; osmofobia, a ciertos olores; fonofobia, a hablar, y fonofobia, a los ruidos. Además, uno de cada cuatro enfermos experimenta un síntoma visual que se denomina «auras», que son luces que se presentan antes del dolor y que duran cerca de media hora.
Hiperintensidades
Por otra parte, es frecuente ver en resonancias de pacientes con migraña pequeñas lesiones en la sustancia blanca del cerebro que se conocen como hiperintensidades. Roberto Belvis aclara que también aparecen en otras patologías como en el síndrome de apnea del sueño, en la depresión, en la hipertensión arterial, en la epilepsia...Un reciente estudio presentado en la reunión anual de la Sociedad Radiológica de América del Norte (RSNA) también ha observado con una resonancia magnética de 7 teslas de campo ultra alto que los espacios perivasculares (EPV) en los que aparecen, y que son las estructuras que hay en esta parte del organismo para eliminar desechos del sistema nervioso central, son mayores en el caso de pacientes con migraña. Los neurólogos llevan viendo estas hiperintensidades desde los años ochenta al igual que los EPV están descritos desde hace más de doscientos años en autopsias. La hipótesis que baraja el estudio es que las crisis repetidas de migraña alteran la función de eliminación de desechos de los espacios perivasculares y provocan su dilatación, dando lugar a este tipo de lesiones.
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