Entrevista

«El aire de las casas suele estar más contaminado que el del exterior»

Entrevista a Eva Liljeström, autora del libro «Un hogar (casi) libre de tóxicos», Alienta Editorial (Planeta)

«El aire de las casas suele estar más contaminado que el del exterior»
Eva LiljeströmLa Razón

Apasionada de la naturaleza, Eva Liljeström estudió Ciencias Ambientales en la Universidad de Granada, donde descubrió el complejo mundo de la toxicología y su relación con la salud y el medio ambiente. Sin embargo, fue con la llegada de su hijo cuando desenmascaró todas las toxinas invisibles con las que vivimos a diario. Fruto de ese viaje personal ahora dirige el proyecto «Casa sin tóxicos», desde el que orienta a las familias. Para ponerlo más fácil, publica el libro «Un hogar (casi) libre de tóxicos», de Alienta Editorial (Planeta), una obra muy práctica que invita al lector a reducir las sustancias nocivas que nos rodean.

¿Estamos más expuestos a los tóxicos de lo que realmente creemos?

Desde luego que sí, y lo hacemos sin percatarnos, desde el aire que respiramos hasta el detergente que usamos o la crema que nos aplicamos. Ácaros, virus, bacterias, plásticos, pesticidas, metales pesados... Todo ello está en nuestro hogar, por lo que estamos expuestos a diario a través del olfato, la piel, la alimentación... El alcohol y el tabaco están super normalizados, pero desde luego son grandes tóxicos.

¿Qué consecuencias pueden provocar en nuestra salud?

Por nuestra sangre y orina circulan sustancias derivadas de los plásticos. Todo ello impacta. Sabemos que algunos perfumes pueden afectar al sistema nervioso central, aumentar el riesgo de depresión, desencadenar patologías respiratorias, mientras que algunas sustancias que usamos pueden provocar dermatitis, reacciones alérgicas, dolores de cabeza, náuseas, gastritis, problemas intestinales, desajustes hormonales, síndrome de fatiga crónica...

¿Por qué es necesario leer su libro?

Para que cada uno tome conciencia de dónde está y trabajar su situación desde el conocimiento y la prevención, sin esperar a que nos pasen cosas en nuestro cuerpo para reaccionar. Está escrito como un libro de instrucciones desde el que partir para tener el poder de elegir un hogar más saludable.

¿Por dónde deberíamos empezar?

No se trata de cambiarlo todo a la vez, pero sí podemos hacer pequeños gestos que pueden mejorar nuestra calidad de vida. Por ejemplo, podemos empezar por no comprar ningún producto que contenga la palabra perfume o fragancia en su etiqueta para evitar exponerse a ftalatos, que son reconocidos disruptores endocrinos, es decir, inhiben o alteran la función de las hormonas y de algunos órganos. Y es fundamental hacer una buena ventilación del hogar, porque el aire de las casas suele estar más contaminado que el exterior, pues hay muchas sustancias disponibles en un espacio muy reducido.

¿Cuánto y cómo deberíamos ventilar?

Por norma general se recomienda al menos entre 15 y 20 minutos, con las puertas y ventanas abiertas para que corra el aire y hagamos un «détox» a la atmósfera de la casa. El polvo del hogar es más importante de lo que creemos y he aprendido que la escoba no sirve para nada, solo para remover la porquería. Lo más útil es aspirar y ventilar.

¿Qué deberíamos eliminar del hogar?

Hay productos de limpieza que son más propios de la desinfección de un quirófano. Con agua, vinagre de limpieza y jabón natural se puede limpiar perfectamente. Y eliminar todos los perfumes, ambientadores... Si te gusta que tu casa o que tu ropa huelan bien, usa aceites esenciales.

¿Qué habría que desterrar de la despensa y de nuestras cocinas?

Sobre todo los plásticos, tanto en recipientes como en envases. Todo el plástico que está en contacto con el agua y con los alimentos se convierte en potencialmente perjudicial. Unas frutas o verduras pueden ser muy sanas, pero si se cocinan en el microondas dentro de una bolsa, lo estamos fastidiando. Muchas personas cuentan calorías, pero nadie va midiendo las sustancias nocivas que ingerimos y pueden estar detrás de la obesidad como consecuencia de esos factores obesógenos, que son sustancias presentes en todas partes y que tienen capacidad de actuar como disruptores endocrinos que afectan a la glándula tiroidea, a la ovulación, a la fertilidad... Por todo ello hay que ser muy críticos con lo que nos rodea y leer bien las etiquetas.