Neurocirugía

Así funciona la cirugía endoscópica endonasal: llegar al tumor de hipófisis a través de la nariz

Permite acceder a tumores hipofisarios con resecciones precisas y sin cicatrices externas

Detalle de una cirugía de tumor de hipófisis
Detalle de una cirugía de tumor de hipófisisARCHIVOLA RAZÓN

El diagnóstico de un tumor hipofisario supone un jarro de agua fría para quien lo recibe, pues su ubicación, en el corazón del cerebro, atemoriza y alarma a partes iguales. Sin embargo, en la mayoría de situaciones son benignos y cada vez existen más herramientas y mejor conocimiento para enfrentarse a ello con elevadas tasas de éxito. Es el caso de la cirugía endoscópica endonasal, «considerada actualmente como el estándar de tratamiento en el manejo del adenoma hipofisario, aunque la experiencia quirúrgica es lo que se ha demostrado que se asocia a una mayor tasa de resección completa/curación de pacientes», aseguran Sara Gª Luque y Alberto Acitores, neurocirujanos del equipo del Dr. Diamantopoulos, que trata desde hace casi 15 años este tipo de tumores en el grupo HM Hospitales. De hecho, se ha consolidado como uno de los equipos neuroquirúrgicos con mayor volumen de casos en el sector privado en la Comunidad de Madrid con la creación de una unidad de base de cráneo endoscópica en 2014 en colaboración con Alfredo Gª Fernández, jefe de servicio de Otorrinolaringología, y Víctor Rodríguez Berrocal, neurocirujano del equipo.

Los doctores Jorge Diamantopoulos y Alberto Acitores
Los doctores Jorge Diamantopoulos y Alberto AcitoresARCHIVOLA RAZÓN

En concreto, la glándula hipófisis o pituitaria se encuentra en la denominada silla turca, es decir, una región de la base del cráneo que podríamos localizar detrás de la nariz y por encima del paladar blando. Su principal función es la de producir y regular hormonas, las cuales participan en procesos metabólicos, situaciones de estrés o regulando el adecuado funcionamiento del ciclo reproductivo.

De causa desconocida

En ocasiones esa glándula se desregula y da lugar a los denominados tumores hipofisarios, «que constituyen el 10-15% de todos los tumores intracraneales, teniendo su máxima incidencia en la tercera y cuarta década de la vida. La mayor parte de ellos, los adenomas hipofisarios, son benignos y su causa es desconocida, aunque pueden provocar sintomatología como afectación visual o sobreproducción hormonal, pudiendo ser de especial gravedad los relacionados con el exceso de hormona del crecimiento y glucocorticoides, lo que requiere una cirugía precoz», advierte Acitores.

Fácilmente diagnosticable a través de una resonancia magnética craneal, el pronóstico global de esta patología es favorable, especialmente en el caso de los adenomas no funcionantes. En cuanto a los funcionantes, el pronóstico varía según el subtipo. «En el caso de los adenomas productores de prolactina, el tratamiento médico puede ser suficiente para lograr un buen control de la enfermedad, mientras que en el caso de los adenomas productores de ACTH (hormona que participa en la producción de cortisol) o en el de los adenomas productores de GH (hormona de crecimiento), el pronóstico puede ser menos favorable, si bien, un tratamiento quirúrgico que logre la resección completa de la lesión puede suponer la curación completa del paciente», detalla García Duque.

Abordaje

La clave del éxito reside en la especialización, pues existen diferentes abordajes para el tratamiento de estos tumores. Una de las vías consiste en acceder desde un lateral de la cabeza y, con la ayuda del microscopio, acceder al tumor. «Si optamos por una vía anterior, para encontrarnos el tumor “de frente”, se puede acceder por debajo del labio superior o a través de la nariz. El objetivo es llegar a la silla turca. Esta última vía, la endonasal, se puede realizar con el microscopio o con el endoscopio, un instrumento alargado con una óptica y una fuente de luz en su extremo que se conecta a una pantalla para poder ver el campo quirúrgico», explica Rodríguez Berrocal.

Tumores hipofisarios
Tumores hipofisariosTania NietoLA RAZÓN

En el caso del abordaje endonasal endoscópico, la cirugía se suele realizar en colaboración estrecha con el servicio de Otorrinolaringología. «Ellos se encargan de la fase “nasal”, en la cual se navega a través de la nariz con el endoscopio y se prepara el abordaje a la silla turca. También se pueden encargar del cierre, un paso muy importante de la cirugía para evitar complicaciones postquirúrgicas. En la fase neuroquirúrgica de la intervención o “selar”, se realiza la exéresis del tumor. Para ello se utilizan diferentes instrumentos especiales que se introducen a través de las fosas nasales (aspirador, pinzas, curetas, disectores…). Una de las ventajas de la técnica endoscópica es, debido a la localización de la óptica y la fuente de luz en la punta del endoscopio, poder revisar con gran detalle todos los recovecos del campo quirúrgico para maximizar las posibilidades de resección completa y curación del paciente», asegura Acitores.

El avance resulta constante y una de las últimas novedades en incorporarse al tratamiento quirúrgico de los adenomas en los últimos años es el uso del neuronavegador y el empleo de endoscopios con visión en tres dimensiones (3D). En concreto, «el neuronavegador es un instrumento que por medio de las imágenes de resonancia magnética o tomografía computarizada (TC) preoperatorias crea un mapa tridimensional del cráneo-cerebro del paciente, permitiendo comprobar la trayectoria de la intervención y localizar estructuras anatómicas críticas con gran precisión. A diferencia de los endoscopios tradicionales que proporcionan imágenes bidimensionales, el endoscopio 3D ofrece al cirujano una percepción de profundidad mejorada, lo cual facilita una mayor precisión en la manipulación de tejidos y estructuras», precisa García Duque. El uso de esta técnica quirúrgica está cada vez más extendido, sobre todo en hospitales grandes que atienden a enfermos de mayor complejidad. Sin embargo, las Unidades de Referencia, o altamente especializadas, siguen siendo escasas.

Ventajas

Precisión, seguridad y comodidad son parte de los beneficios que aporta este tipo de intervenciones. «El paciente valora poder realizar una neurocirugía a través de la nariz, sin el estigma que implica una cicatriz craneal. Además, se han descrito mayores tasas de resección/curación en casos de abordajes endoscópicos endonasales, pues el cirujano consigue una óptima visualización del tumor así como de las estructuras anatómicas normales que le rodean, sin necesidad de poner en riesgo el cerebro ni los nervios ópticos. Esto permite incluso realizar resecciones completas de tumores muy voluminosos sin abrir el cráneo. La única desventaja es que se necesita una gran habilidad y una amplia experiencia. Es por ello que estas cirugías deben de ser realizadas siempre por profesionales altamente experimentados y muy cualificados. En estos casos es una cirugía muy resolutiva y muy segura», reconoce Rodríguez Berrocal.

Por estos y otros motivos el abordaje endoscópico endonasal se ha convertido en la técnica de elección para este tipo de lesiones, pero es importante resaltar que para alcanzar la excelencia en los resultados, lo ideal es que estos abordajes se realicen en el seno de una unidad de endoscopia de base de cráneo, donde otorrinolaringólogos y neurocirujanos trabajen juntos.

Resultados satisfactorios

Gracias a este abordaje multidisciplinar, los resultados logrados resultan muy satisfactorios. De hecho, si no se producen incidencias, el paciente es dado de alta entre tres y cinco días tras la intervención. «Al alta hospitalaria existirán restricciones con respecto a realizar esfuerzos físicos y respiratorios vigorosos (como sonarse la nariz, toser o estornudar con la boca cerrada) durante al menos las primeras cuatro semanas tras el procedimiento. En cuanto a reanudar la actividad física, se podrá realizar a partir de 10-12 semanas tras la intervención y de forma progresiva, siempre y cuando así lo determinen los médicos».

Debido al acceso quirúrgico a través de la nariz, resulta normal que se produzcan costras en el proceso de cicatrización de las fosas nasales, «por lo que pueden existir cierta sensación de taponamiento o de congestión nasal», advierte Acitores, quien insiste en que «lo habitual es que el paciente pueda desarrollar una vida prácticamente normal en unos tres o cuatro meses tras la cirugía, aunque, según las características personales del paciente y su situación prequirúrgica, la función hormonal postquirúrgica puede verse alterada y es posible que sea necesario mantener algún tratamiento médico de sustitución hormonal».

La importancia de la especialización

La especialización es clave ante los tumores hipofisarios, tal y como sucede con el equipo del doctor Diamantopoulos, reconocido por la revista Forbes como uno de los 100 mejores médicos de España en 2025. Este reconocimiento destaca su trayectoria y su labor actual en HM Hospitales. «Somos uno de los equipos de Neurocirugía privada con mayor experiencia y volumen de casos del territorio nacional, contando con la infraestructura y apoyo del grupo HM Hospitales, donde llevamos a cabo nuestra actividad, con una amplia disponibilidad de consultas. Nuestro objetivo es aportar una Neurocirugía de calidad, personalizada y centrada en el paciente. Creemos que es esencial realizar un manejo integral y multidisciplinar de cada patología. Para ello, nos apoyamos en el Centro Integral Oncológico Clara Campal (CIOCC), con sede en HM Sanchinarro, y el Centro Integral de Neurociencias Abarca Campal (CINAC), con sede en HM Puerta del Sur. Como parte de nuestro compromiso con los pacientes, estamos de guardia todos los días del año, con plena disponibilidad y experiencia para abordar adecuadamente cualquier urgencia neuroquirúrgica que se presente», asegura el doctor Diamantopoulos.