La opinión de Sergio Alonso

Burda treta de Sanidad frente al desgaste electoral

El Ministerio de Sanidad convoca la Comisión Interministerial de Precios de los Medicamentos para este lunes

Fachada de la sede del Ministerio de Sanidad en Madrid
Fachada de la sede del Ministerio de Sanidad en MadridEnrique CidonchaLa Razón

En el sector sanitario ha sorprendido, y mucho, la decisión del Ministerio de Sanidad de convocar la Comisión Interministerial de Precios de los Medicamentos para este lunes, justo un día después de las elecciones generales. Lo ha hecho, en primer lugar, porque tradicionalmente los encuentros que este órgano mantiene entre febrero y julio se han convocado siempre en la primera o la segunda semana del mes. En este caso, Sanidad se ha ido a la última. Y lo ha hecho también porque sea cual sea el resultado de los comicios, la situación de interinidad en el máximo departamento sanitario del Estado es latente, igual que ocurre en varias comunidades, en las que directores generales de Farmacia siguen en sus puestos de forma temporal hasta que terminen de constituirse los gobiernos autonómicos.

El hecho es que en la reunión de este lunes se tomarán decisiones trascendentales sobre la incorporación o no de fármacos por parte de numerosos altos cargos que pronto dejarán de serlo, traspasándose así la patata caliente a sus sucesores. Toda la apariencia indica que la elección de la fecha es un burdo intento de evitar cualquier desgaste electoral, en un momento en el que la imagen del Gobierno por el retraso en la llegada de fármacos innovadores se encuentra algo desgastada. Esta forma de actuar describe el papel jugado por Sanidad en este ámbito durante la legislatura. En la actualidad, hay más de 50 medicamentos innovadores que se están administrando en Europa y no aquí, porque las autoridades sanitarias han rechazado hacerlo, para desesperación de los enfermos afectados. ¿Hay derecho a eso? No, pero parece que siempre han primado los criterios económicos sobre los sanitarios en la toma de decisiones. Una vergüenza, vamos.