Investigación

La ciencia desvela el por qué del efecto yo-yo de las dietas

Aunque se sabe que mantenerse después de haber perdido peso es más complicado que adelgazar, la causa aún seguía siendo un misterio

La grasa localiza es muy difícil de perder, y la obesidad abdominal es muy peligrosa para nuestro salud y bienestar
La experiencia de la obesidad deja un recuerdo inborrable en nuestros genes Dreamstime

Según una reciente encuesta nacional, el 63,7% de los hombres y el 48,4% de las mujeres de nuestro país presentan exceso de peso, mientras que la obesidad afecta al 19,3% de los hombres y al 18,0% de las mujeres. Si se mantienen las tendencias actuales, se prevé que para el año 2035 la prevalencia de obesidad grave afectará al 37% de la población española.

El desembarco de la nueva generación de medicamentos antiobesidad, los agonistas del receptor GLP-1, ha supuesto una auténtica revolución en el manejo de esta enfermedad. Estos fármacos han demostrado además, ser mucho más que eso, ya que también mejoran la función renal, reducen el riesgo de eventos cardíacos fatales y están vinculados con la protección contra la neurodegeneración. En los últimos meses, se ha demostrado también que pueden ayudar a reducir el dolor relacionado con la osteoartritis de rodilla e incluso reducir el riesgo de desarrollar trastornos adictivos, como el alcoholismo.

Pero, incluso con estos fármacos, la recuperación del peso perdido sigue siendo una variable difícil de controlar. Superar esta barrera para el éxito del tratamiento a largo plazo es difícil porque los mecanismos moleculares que sustentan este fenómeno siguen siendo en gran parte desconocidos.

Desde un punto de vista genético, hay estudios que muestran que hasta un 75% de las variaciones en el índice de masa corporal (IMC) se puede atribuir a factores genéticos. Sin embargo, la regulación del depósito graso depende además de toda una serie de factores como influencias medioambientales, metabólicas, nerviosas, conductuales y endocrinas. Esto es lo que en ciencia se define como "epigenética", y en ella está la causa de que resulte tan complicado mantenerse en el peso deseado.

El recuerdo de la obesidad

Según una nueva investigación, encabezada por la Escuela Politécnica Federal de Zúrich (ETH) y la que ha participado el investigador, Daniel Castellano-Castillo del Instituto de Investigación Biomédica de Málaga y Plataforma en Nanomedicina (IBIMA), el tejido adiposo conservaría una memoria epigenética de obesidad tras la pérdida de peso.

El trabajo, publicado esta semana en la revista Nature, explica que este recuerdo surge porque la experiencia de la obesidad conduce a cambios en el epigenoma, un conjunto de etiquetas químicas que se pueden agregar o quitar del ADN y las proteínas de las células y que ayudan a aumentar o disminuir la actividad genética.

En el caso de las células grasas, el cambio en la actividad genética parece dejarlas incapaces de realizar su función normal. Este deterioro, así como los cambios en la actividad genética, pueden persistir mucho después de que el peso haya descendido a niveles saludables.

Los investigadores usaron células de tejido adiposo de 18 individuos sin obesidad, y de otros 20 antes y después de la pérdida de peso tras una cirugía bariátrica. Dos años después de que los participantes obesos se sometieran a operaciones de reducción de peso, habían perdido grandes cantidades de peso, pero la actividad genética de sus células grasas todavía mostraba el patrón asociado a la obesidad. Los científicos encontraron resultados similares en ratones que habían perdido grandes cantidades de peso.

En las células grasas de los humanos y de los ratones, los genes que se activan durante la obesidad están involucrados en estimular la inflamación y la fibrosis (la formación de tejido rígido y similar a una cicatriz). Los genes que se desactivan ayudan a las células grasas a funcionar con normalidad. Las investigaciones realizadas en ratones relacionaron estos cambios en la actividad genética con cambios en el epigenoma, que tiene un poderoso efecto en la actividad de un gen , incluso en si está activado o no.

Los científicos comprobaron la durabilidad de estos cambios poniendo a dieta a ratones obesos. Unos meses después de que los ratones volvieran a adelgazar, los cambios en sus epigenomas persistían, como si las células "recordaran" haber estado en un cuerpo con obesidad.

"Nuestros hallazgos indican la existencia de una memoria obesogénica, basada principalmente en cambios epigenéticos estables, en los adipocitos de ratones y probablemente en otros tipos de células", señalan los autores. "Estos cambios parecen preparar a las células para respuestas patológicas en un entorno obesogénico, lo que contribuye al problemático efecto yo-yo que suele observarse con las dietas. Si se abordan estos cambios en el futuro, se podría mejorar el control del peso y los resultados de salud a largo plazo", añaden.