Menores
La ciencia puede predecir la tendencia al consumo de alcohol en adolescentes
A través de imágenes del cerebro, un grupo de investigadores de la Complutense ha desvelado los patrones que aumentan el riesgo de desarrollar este comportamiento antes de que se produzca
El consumo de alcohol cada vez se inica a edades más tempranas (14 años), y se encuentra cada vez más normalizado entre la población adolescente.
En España, el 28% de las y los estudiantes de 14- 18 años admiten haber bebido alguna vez cinco o más unidades en menos de 2 horas en el último mes, y el 21% dice haberse emborrachado. Además, la percepción de los adolescentes sobre la facilidad para adquirir bebidas alcohólicas es muy alta: el 93% de ellos no aprecia ninguna dificultad para conseguirlas pese a estar prohibida su venta a menores.
En este grupo de edad el consumo de alcohol es algo más frecuente entre las chicas que en los chicos, con una brecha que se ha ido agrandando en los últimos años. Para ambos sexos, la prevalencia de consumo aumenta con la edad, pasando del 36% en los estudiantes de 14 años a un 74% a los 18 años de edad.
Aparte de la extensión de este consumo, preocupan los patrones que indican mayor riesgo, como las borracheras autodeclaradas y los episodios de consumo intensivo o "bingedrinking" Estos consumos intensivos suponen un riesgo añadido, tanto para la salud como para el desarrollo de otras conductas de riesgo, como conducir o viajar en un vehículo conducido bajo los efectos del alcohol, participar en peleas, o mantener relaciones sexuales sin protección.
En este contexto, el Consejo de Ministros aprobó, el pasado julio, el "Anteproyecto de Ley de prevención del consumo de alcohol y de sus efectos en las personas menores de edad", que tiene como objeto principal desarrollar una política que prevenga de forma eficaz el consumo de bebidas alcohólicas por las personas menores de edad y sus efectos negativos.
Patrones de neurodesarrollo
Pese a que se ha avanzado mucho en el conocimiento de los factores precipitan el consumo de alcohol en menores desde el punto de vista social y familiar, se conoce poco acerca de otros predisponentes que estén relacionados con causas biológicas.
En esta línea, una nueva investigación de la Universidad Complutense, de Madrid, ha revelado que existen diferentes trayectorias en el neurodesarrollo que tienen el potencial de influir en la relación de los adolescentes con el consumo de alcohol, lo que podría llevar a elaborar estrategias de prevención frente a su uso excesivo.
Este patrón de consumo está asociado a la aparición de alteraciones en la estructura y función del cerebro. Sin embargo, numerosas investigaciones señalan que algunas de estas diferencias pueden encontrarse en etapas previas al consumo. Por este motivo, los investigadores de la Complutense se preguntaron ¿Podemos predecir el consumo de alcohol en etapas previas a partir de los datos de neuroimagen?
Los científicos realizaron 2 estudios longitudinales financiados por el Plan Nacional de Drogas y con la colaboración de 83 adolescentes de 14 años que aún no habían desarrollado conductas de consumo de alcohol. Posteriormente, se les invitó a participar en un estudio de neuroimagen funcional (mediante magnetoencefalografía- una técnica no invasiva que registra la actividad funcional cerebral mediante la captación de campos magnéticos-) y estructural (a través de una resonancia magnética). Dos años después, se volvió a contactar con ellos y se analizaron los patrones de consumo desarrollados por cada uno de los adolescentes.
Los principales hallazgos de este estudio fueron que la conectividad funcional y el grosor cortical de regiones claves durante el neurodesarrollo fueron capaces de predecir el consumo de alcohol con un error de 2.6 Unidades de Bebida Estándar. "Encontramos una correlación positiva entre el consumo de alcohol y la conectividad funcional en las conexiones frontal, parietal y frontoparietal", señalan los autores en el artículo publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Science (PNAS).
Los eesultados ponen de manifiesto la presencia de alteraciones previas al consumo, posiblemente relacionadas con diferentes trayectorias neuromadurativas. Por otro lado, la identificación de perfiles de riesgo supone un avance en el conocimiento de las causas detrás de estas conductas y el primer paso en el desarrollo de posibles estrategias de prevención.
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