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Longevidad

¿El dinero ayuda a retrasar el envejecimiento biológico? Un estudio revela que los ricos no enferman igual que los demás

Más de 60 enfermedades relacionadas con la edad están afectadas por los determinantes sociales como educación y estatus. Esto es lo que podemos hacer para evitarlas, según los científicos

Longevidad y esperanza de vida humana Freepik

¿El dinero y el estatus social pueden ayudar a retrasar el envejecimiento? Esa es la difícil pregunta que acaba de responder un nuevo estudio pionero en su campo, dirigido por investigadores del University College de Londres (UCL), en Reino Unido.

Los resultados son asombrosos. Según el trabajo, las personas con un estatus social y económico favorable, como ingresos altos o un nivel educativo superior, tienen menos riesgo de sufrir enfermedades relacionadas con la edad y padecen menos signos de envejecimiento biológico.

Publicada en la prestigiosa revista 'Nature Medicine', la investigación subraya que las desigualdades sociales parecen tener un impacto directo en el proceso de envejecimiento biológico y pudieron constatarlo analizando los datos sobre la composición de la sangre de personas con diferentes estatus.

Así, escriben los autores, las personas con un mejor estatus socioeconómico tenían menos proteínas en la sangre relacionadas con el proceso de envejecimiento, incluidas aquellas relacionadas con la inflamación y el sistema inmunológico.

«Este estudio aporta pruebas biológicas sólidas de que las condiciones sociales influyen en el ritmo de envejecimiento», asegura el autor principal, el profesor Mika Kivimaki (Facultad de Ciencias del Cerebro de la UCL). «Desde hace décadas -continúa-, sabemos que las ventajas sociales están relacionadas con una mejor salud, pero nuestros hallazgos sugieren que también pueden ralentizar el propio proceso de envejecimiento».

Las proteínas están relacionadas con el envejecimiento

El análisis incluyó los datos de más de 800.000 participantes en cuatro grandes estudios longitudinales muy conocidos en el mundo científico (el estudio Whitehall II en el Reino Unido, el Biobanco del Reino Unido, el Estudio del Sector Público Finlandés y el estudio Atherosclerosis in Communities en EEUU).

Las ventajas sociales se midieron teniendo en cuenta factores de las primeras etapas de la vida, como la educación y la posición socioeconómica del padre, como indicadores de la edad adulta, como la privación en el vecindario, la situación laboral o los ingresos familiares.

Por su parte, los marcadores de envejecimiento se midieron mediante diagnósticos de enfermedades relacionadas con el envejecimiento y mediante análisis de sangre que miden las proteínas que circulan en el plasma sanguíneo, que se llama «proteómica plasmática avanzada».

Muchas proteínas influyen en el proceso de envejecimiento, que a su vez afecta a la mezcla de proteínas en la sangre. Por ello, el recuento de proteínas puede reflejar múltiples procesos relacionados con la edad que pueden ocurrir antes de la aparición de cualquier enfermedad.

Los resultados de las enfermedades se determinaron 10 años después de las medidas de ventaja social para dos de las cohortes, y 20 años después para las cohortes Whitehall II y ARIC, con el fin de descubrir si los factores sociales tempranos o de mediana edad contribuían al envejecimiento muchos años después.

¿El resultado? Los investigadores descubrieron que el riesgo de 66 enfermedades relacionadas con la edad se veía afectado por la ventaja social. En el promedio de la lista de enfermedades, el riesgo de enfermedad era un 20% mayor para las personas de nivel socioeconómico bajo que para las de nivel socioeconómico alto.

Al cabo de 15 años, las personas de nivel socioeconómico bajo presentaban un número similar de diagnósticos de enfermedades relacionadas con la edad que las del grupo de nivel socioeconómico alto al cabo de 20 años. Es decir, había una diferencia de 5 años de aparición de enfermedades relacionadas con la edad entre «ricos» y «pobres».

En el caso de algunas enfermedades, como la diabetes de tipo 2, las enfermedades hepáticas, las cardiopatías, el cáncer de pulmón y los accidentes cerebrovasculares, el riesgo era más del doble en el grupo más desfavorecido que en el más favorecido.

Los científicos descubrieron que los niveles de 14 proteínas plasmáticas se veían afectados por la ventaja socioeconómica, incluidas proteínas conocidas por regular las respuestas inflamatorias y de estrés celular. Los investigadores calcularon que estas proteínas podrían influir hasta en un 39% en el menor riesgo de enfermedad de las personas socioeconómicamente más favorecidas.

Kivimaki señala: «Nuestro estudio pone de relieve que el envejecimiento saludable es un objetivo alcanzable para el conjunto de la sociedad, pues ya es una realidad para las personas con condiciones socioeconómicas favorables».

Consejos para frenar el envejecimiento

Por su parte, el profesor Tony Wyss-Coray de la Universidad de Stanford (EEUU), coautor del estudio, explica: «El envejecimiento se refleja en la composición de las proteínas de nuestra sangre, que incluye miles de proteínas circulantes relacionadas con procesos biológicos de envejecimiento en múltiples sistemas orgánicos. Estos biomarcadores son indicadores de salud que nos permiten evaluar cómo las diferencias sociales pueden dictar el ritmo del envejecimiento».

Además, los investigadores hallaron pruebas de que los cambios en la posición social pueden tener un impacto mensurable en el envejecimiento biológico, ya que las personas que pasaron de un nivel educativo bajo al principio de su vida a una ventaja social media o alta más adelante presentaban concentraciones de proteínas más favorables en relación con aquellas cuyas circunstancias no habían mejorado.

La coautora, la profesora Dame Linda Partridge, indica: «Aunque nuestro estudio no nos dice por qué la ventaja social puede ralentizar el proceso de envejecimiento, otros estudios han sugerido que puede estar relacionado con factores como el estrés vital, la salud mental, la exposición a la contaminación o las toxinas, y comportamientos como el tabaquismo, el consumo de drogas y alcohol, la dieta y el ejercicio, así como el acceso a revisiones médicas, chequeos, vacunas y medicamentos.»

Otro estudio reciente dirigido por los mismos investigadores, publicado el mes pasado, descubrió que un análisis de sangre que determinara cuánto han envejecido nuestros órganos podría predecir el riesgo de enfermedades relacionadas con la edad con décadas de antelación, lo que podría ayudar con la medicina preventiva a las personas que muestren signos de envejecimiento acelerado.

Para finalizar, el profesor Kivimaki añade: «Los análisis de sangre son capaces de detectar signos de envejecimiento acelerado, lo que podría ayudarnos a determinar quiénes podrían beneficiarse de intervenciones específicas para mejorar su salud a medida que envejecen».