Día Mundial del Dolor
«Domesticar» las emociones ayuda a mejorar la experiencia del dolor
Los expertos destacan la importancia de la psicología y el abordaje integral en su tratamiento
Que levante la mano quien no haya sentido nunca dolor. Nadie, ¿verdad? No es solo que sea tan común casi como el respirar, sino que, además, lo hay de muchos tipos: si lo miramos desde el punto de vista anatómico, por las localizaciones u órganos afectados; emocional o físico; y, por su puesto, por su intensidad y/o persistencia.
Según la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP), se trata de una experiencia sensorial y emocional desagradable asociada a una lesión real o potencial. Porque el impacto del dolor va más allá de aspecto meramente físico y tiene un importante efecto emocional, algo que cabe reseñar ahora que los problemas de salud mental están cobrando mayor visibilidad.
Pero también sucede al revés, es decir, que a través de una mejor gestión de esas emociones la experiencia del dolor puede mejorar. Un mensaje que se quiere destacar con motivo del Día Mundial contra del Dolor que se celebra hoy, 17 de octubre.
Se estima que uno de cada dos pacientes con dolor crónico padece depresión y viceversa
Sobre la estrecha vinculación entre dolor y emoción habló Martín L. Vargas, psiquiatra, miembro de la junta directiva de la Sociedad Española del Dolor (SED) y de su Grupo de Trabajo de Psicología y Dolor, en la jornada «Dolor y emociones»: «Uno de cada dos pacientes con dolor crónico tiene depresión y, al revés, uno de cada dos pacientes con depresión sufre dolor crónico».
Y es que, como explica María Madariaga, anestesióloga y presidenta de la SED, la evidencia científica ha mostrado que la cronificación del dolor implica los mismos circuitos y funciones cerebrales que el procesamiento de las emociones, el aprendizaje, la evitación y la recompensa. Así, continúa, «el dolor y la emoción negativa van de la mano, crecen y disminuyen juntos y uno influye en el otro. Es posible canalizar, tratar y mejorar las emociones y, al igual que el dolor crónico, tiene margen de mejora».
Revestir de sentimiento
En este sentido, y como señalan los expertos, hay que transformar las emociones en sentimientos, es decir, «domesticarlas» para que no sea una emoción cruda, sino que la hayamos podido revestir de sentimiento propio para nuestra vida. Porque aquellos pacientes que logran asumir su proceso terapéutico y esa capacidad de habituarse al dolor y reducir la intensidad percibida pueden mejorar su calidad de vida y llevar a cabo muchas de sus actividades diarias habituales.
En concreto, Vargas apunta el papel de la Psiquiatría en la Medicina del dolor y cómo desde esta área «se puede aportar mucho», ya que «el dolor crónico es uno de los núcleos principales de la enfermedad mental: la ‘‘p’’ olvidada es la ‘‘p’’ de pain en inglés», afirma.
En la misma línea se expresó Madariaga, quien indicó que la emoción negativa (ansiedad o depresión) no invalida ni total ni parcialmente la veracidad de la persona que expresa que sufre dolor, por lo que debe ser reconocido, evaluado, tratado y seguido por los profesionales de la salud mejor capacitados para ello: Psicología y Psiquiatría del dolor.
Otro aspecto fundamental destacado por Jordi Miró, coordinador del Grupo de Trabajo de Dolor Infantil de la SED, es la importancia de una atención temprana al dolor crónico en poblaciones vulnerables como niños, adolescentes y adultos jóvenes. Asimismo, destacó la necesidad de implementar planes de formación específica en dolor en grados universitarios de Ciencias de la Salud como uno de los factores claves para mejorar su atención.
Porque para conseguir un mejor abordaje y desde todos los prismas es esencial un sistema de salud adaptado a la realidad. Es por ello que, como concluye la presidenta de la SED, es necesario reconocer el tipo de dolor desde el punto de vista diagnóstico por parte de cualquier profesional de la salud, independientemente de su formación (Medicina, Psicología, Enfermería, Fisioterapia).
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