Opinión
Mónica García puede quedarse sin oposición sindical
Amyts votará mañana en asamblea general extraordinaria si abandona la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos
Este lunes puede producirse una excelente noticia para Mónica García al frente del Ministerio de Sanidad. Amyts, la Asociación de Médicos y Titulados Superiores de Madrid, votará en asamblea general extraordinaria si abandona la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos (CESM), de la que forma parte, por fuertes desavenencias con su forma de proceder durante los últimos años.
Más allá de enjuiciar las razones de las dos partes en esta particular guerra médica, este artículo pone el foco en el principal efecto que provocaría en la Sanidad española la salida de Amyts de la CESM, mucho mayor del que podría parecer. Para los que no lo sepan, hay que decir que la confederación es el sindicato mayoritario entre la profesión médica y, junto con Satse, el más representativo en la Sanidad española. Su peso en épocas pasadas fue tal que contribuyó a la caída del último Gobierno de Felipe González con una huelga médica que paralizó los hospitales. Al PP también le hizo pupa. En los tiempos en los que el neurocirujano Carlos Amaya estaba al frente de la confederación, la CESM tumbó el proyecto estrella de un joven presidente del Insalud llamado Alberto Núñez Feijóo para convertir a los hospitales en fundaciones públicas sanitarias. Con el tiempo, se desgajaron de la CESM los sindicatos médicos de País Vasco, Cataluña y Andalucía. En caso de consumarse, la salida de Madrid supondría la estocada casi definitiva para la organización, que quedaría muy debilitada, y la ministra tendría vía libre, sin oposición en el mundo sindical, para perpetrar sus desmanes. En especial, el de la ley contra la sanidad privada. Amyts, especializada en guerrear contra Ayuso, no parece especialmente apta para plantear batalla a una ministra de izquierdas.
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