Salud

El riesgo silencioso de las patologías latentes

La enfermedad cardiovascular y la demencia empiezan a producirse 20 años antes del primer síntoma

Enfermedades cardiovasculares y alzheimer
Enfermedades cardiovasculares y alzheimerFREEPIKFREEPIK

Pueden transcurrir años e incluso décadas antes de que las enfermedades silenciosas den la cara. Es el caso de las patologías cardiovasculares y la demencia, que ''tienen fases asintomáticas muy largas'', explica la doctora Marta Cortés Canteli, neurocientífica e investigadora Miguel Servet del Instituto de Investigación Sanitaria-Fundación Jiménez Díaz, en Madrid.

Los primeros cambios cerebrales y arteriales ''empiezan a producirse 15-20 años antes'' de que el individuo presente síntomas, y mucho antes por tanto de que se dé cuenta y de que vaya al médico para que el especialista le ponga un tratamiento. Por eso, ''cuanto antes empecemos a controlar los factores de riesgo cardiovascular, mejor para ambas enfermedades'', incide la doctora Cortés.

Las enfermedades cardiovasculares ''debutan con síntomas antes que las demencias. De hecho se ha detectado que los problemas vasculares aumentan el riesgo de desarrollar demencia y más de un 75% de los pacientes con alzhéimer tiene aterosclerosis (placas) en sus arterias cerebrales'', añade la doctora, que participó en el estudio publicado recientemente en ''The Lancet Healthy Longevity'', llevado a cabo en el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares por el equipo PESA del Dr. Valentín Fuster, en el que se demuestra que las personas de mediana edad con un riesgo cardiovascular elevado de forma sostenida durante cinco años sufren una mayor disminución del metabolismo cerebral. ¿Por qué?

''No se sabe el mecanismo biológico por el cual se producen estos cambios. La hipótesis es que los factores de riesgo cardiovascular que dañan los grandes vasos sanguíneos del cuerpo podrían también tener un efecto sobre los vasos cerebrales más pequeños. Este efecto seguramente es pequeño en magnitud, pero sostenido en el tiempo puede afectar a la cantidad de sangre que llega al cerebro», haciendo que esas personas sean «seguramente más vulnerables a desarrollar enfermedades neurodegenerativas en un futuro que aquellas que mantienen un riesgo cardiovascular bajo'', explica la neurocientífica e investigadora.

Para conseguir un impacto definitivo a nivel de la sociedad, ''es necesario actuar desde edades muy tempranas'', añade el doctor José Carlos Fernández-Ferro, jefe del Servicio de Neurología de los Hospitales Rey Juan Carlos, Infanta Elena y General de Villalba.

''Los niños –prosigue– deberían estar expuestos a un ambiente saludable en casa, en la calle y en el colegio''.

Factores a controlar

La falta de estudios, la hipertensión, la pérdida auditiva, el tabaquismo, la obesidad, la depresión, la inactividad física, la diabetes, el poco contacto social, el abuso del alcohol, las lesiones cerebrales traumáticas y la contaminación del aire son ''los 12 factores de riesgo que se identificaron en ''The Lancet Commission'' como responsables del 40% de las demencias a nivel mundial (más de 20 millones de personas). Es decir, controlar estos factores de riesgo podría prevenir y si no retrasar la aparición de la demencia'', incide la neurocientífica e investigadora.

''Algunos de ellos, como la hipertensión, el tabaquismo, la obesidad, la inactividad física o la diabetes, también son factores de riesgo cardiovascular clásicos, por lo que es importante controlarlos para ambas enfermedades'', añade.

''Frente a los pronósticos más pesimistas, la incidencia de nuevos casos de demencia en los países occidentales se ha moderado y está comenzando a descender según datos de las últimas décadas gracias a las campañas de salud pública de control de los factores de riesgo vascular clásicos'', asegura el doctor Fernández-Ferro.

''Este hecho –prosigue el jefe de Neurología– no se observa en países con rentas per cápita más bajas, donde la enfermedad cardiovascular y la demencia continúan en ascenso a pesar de tener una esperanza de vida menor''. Por eso, ''actuar sobre los factores de riesgo vascular en edades tempranas puede prevenir el desarrollo de demencia'', añade.

Ahora bien, controlar los factores de riesgo cardiovascular cuanto antes puede ''posponer la aparición de alzhéimer, pero seguramente no evitará su aparición'', precisa la doctora.

Pero ''sí ralentizará su desarrollo, lo que tendrá un gran impacto en la calidad de vida de esas personas'', destaca la doctora, que pone de ejemplo el estudio ''Finger'', llevado a cabo en Finlandia en individuos de avanzada edad, y que demostró que después de llevar a cabo una intervención en la que se controlaban los factores de riesgo cardiovascular y metabólico junto con el fomento de una dieta saludable y el ejercicio físico y cognitivo se observó una mejora en la función cognitiva de estos individuos.

Por cierto, el estrés también afecta al celebro, ''y de hecho también tiene un impacto en las enfermedades cardiovasculares. Es difícil decir qué afecta más –si el estrés, el colesterol o no hacer ejercicio–. En la mayoría de los casos es un compendio de factores de riesgo y de hecho muchos de ellos suelen aparecer de manera conjunta y se influyen unos a otros'', explica la neurocientífica e investigadora.

¿Las hormonas protegen a las mujeres?

''La epidemiología nos muestra que la incidencia de demencia es mayor en mujeres, y ocurre a pesar de que la carga de factores de riesgo vascular es mayor entre los varones. Esto se tiende a explicar porque los hombres viven menos y las mujeres, con su mayor esperanza de vida, están más expuestas a la demencia'', asegura el doctor Fernández-Ferro.

Pero también ''se cree que las hormonas femeninas protegen de muchas enfermedades (cardiovasculares y cerebrales) y que tras la menopausia las mujeres quedan expuestas a un mayor riesgo de sufrir dichas enfermedades'', añade la doctora Cortés.