Sanidad

España entierra las mascarillas tres años después de la covid

Ya no serán obligatorias en ningún sitio a partir del 27 de junio, pero sí recomendables en centros sanitarios cuando haya síntomas de infección respiratoria

Después de tres años y tres meses, más de 1.140 días de uso obligatorio de la mascarilla, ayer el Consejo Interterritorial de Salud aprobó la retirada definitiva de esta medida de protección individual en centros de salud, hospitales y farmacias, que eran los últimos reductos donde se imponía su uso obligatorio. Aun así, durante la reunión se puso de manifiesto que se recomienda utilizarla cuando haya síntomas de infección respiratoria. Eran muchas las voces que venían desde hace tiempo reclamando esta decisión y ayer, el ministro de Sanidad, José Miñones, lo consensuó con los consejeros de Sanidad de todas las comunidades autónomos. Esta medida se aprobará en el Consejo de Ministros la próxima semana y tras su publicación en el BOE, que se prevé a partir del 27 de junio, comenzará a tener efecto.

La resolución ha sido acogida con entusiasmo entre los sectores que aún, hasta ayer, debían de seguir llevando la mascarilla en sus puestos de trabajo. «Ha sido una herramienta muy útil para proteger tanto a pacientes como sanitarios y así evitar los contagios. Hay que recordar que, durante los momentos más duros de la pandemia, gracias a esta medida se redujeron mucho los ingresos por enfermedades respiratorias. Por este motivo hay que plantear una retirada que, de igual modo, sea segura para todos», explicó a este diario Javier de Miguel, neumólogo del Hospital Universitario Gregorio Marañón de Madrid.

Por este motivo, este doctor apunta que «lo ideal será mantenerla en aquellos lugares más sensibles de los centros hospitalarios por precaución con los pacientes más vulnerables», pero eliminarla «de los entornos que no sean puramente asistenciales».

Además, señaló que, tras más de tres años con ella, la mascarilla ya forma parte de nuestra vida: «Hemos aprendido que hay que utilizarla de manera responsable cuando nos encontramos mal. Mucha gente la lleva en metro o en lugares de gran afluencia si no se encuentra bien o si tiene alguna enfermedad que pueda ser contagiosa. Quizá antes esto nos extrañaba, hoy lo tenemos completamente interiorizado».

[[H2:«Sin justificación»]]

La farmacéutica Rosa Rubio, propietaria de Farmacia Contigo de Madrid, es rotunda: «Nosotros estábamos deseando que eliminen la obligatoriedad. Durante la pandemia no me costaba llevarla, pero ahora cada vez se hace más difícil sobre todo porque no es tan necesario, antes ni me lo cuestionaba». Es más, explica que «no tenía sentido que fuera obligatoria en una farmacia donde los clientes están cinco minutos y no hubiera que ponérsela, por ejemplo, en cafeterías donde hay mucha más gente y se permanece más tiempo». Según Rubio, «no existía ninguna justificación sanitaria para mantenerla». Es más, ella y sus trabajadores tenían que lidiar a diario con la clientela que se negaba a ponérsela o que se enfadaban con ellos por obligarles a hacerlo. «Las farmacias deberían haber estado siempre fuera de la última normativa que obligaba a su uso en el interior».

Para María Fadón, enfermera del servicio de Oncología del Gregorio Marañón «por fin se recuperará esa cercanía con el paciente. Verse las caras es fundamental, contribuye al trato humano que damos en los hospitales». Para ella, «se ha mantenido demasiado tiempo quizá por miedo, pero ahora que todo está controlado no es necesario. Eso sí, aunque no sea obligatorio será fundamental mantenerla en determinados lugares del hospital, cuando tratamos, por ejemplo, con pacientes inmunodeprimidos, y a nivel personal cuando nuestra conciencia nos lo diga. Hay que seguir siendo prudentes».

La mascarilla comenzó a formar parte de nuestra realidad pandémica en España antes de que se decretara el Estado de Alarma con motivo de la pandemia de coronavirus en nuestro país el 14 de marzo de 2020. Eso así, al principio había cierto escepticismo al respecto. El propio Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, aseguraba que su uso «no era necesario, salvo en pacientes con sintomatología. No es una opinión nuestra, es una opinión que ha expresado la OMS». Mientras los contagios iban en aumento y en otros países se imponía su uso obligatorio, tanto Simón como el entonces ministro de Sanidad Salvador Illa, mantenían su posición hasta que comenzaron a recular ante la presión social. El 21 de mayo de 2020 se obligó a todo el mundo a llevarla en cualquier contexto.

No fue hasta el 10 de febrero de 2022 cuando dejaron de ser obligatorias en exteriores, con independencia de que hubiera distancia o no, salvo la excepción de los eventos multitudinarios.

Dos años después del inicio de esta imposición el Consejo de Ministros aprobó el fin de la obligatoriedad de su uso en espacios interiores con carácter general para el 20 de abril de 2022, salvo en los centros, servicios y establecimientos sanitarios (hospitales, centros de salud o de transfusión, farmacias), tanto para las personas que trabajasen en ellos como para los visitantes. También en los centros sociosanitarios y en las residencias de mayores mantuvieron la medida.

Las mascarillas en el transporte público dejaron de ser obligatorias definitivamente el 7 de febrero de este año, lo que supuso un alivio para viajeros y trabajadores.

Con la decisión de ayer se da un paso definitivo hacia la normalización de la vida social y, más aún, cuando los datos de contagios por covid, según el último dato de Sanidad, apuntan a 66,52 casos por 100.000 habitantes, según la incidencia en los últimos 14 días.