
Salud
El tentador hábito que gusta en España a la hora de dormir puede ser señal de demencia
¿Dormir demasiado es un síntoma de demencia temprana? Un nuevo estudio afirma que sí, y hacerlo a ciertas horas dobla el riesgo de padecerla

Dormir las horas suficientes como para restaurar el organismo es esencial para mantener una buena salud cerebral. Por lo general, las voces expertas recomiendan dormir entre siete y ocho horas al día, aunque los hábitos dependen de lo que necesite cada persona. Pero, ¿qué sucede si dormimos mucho o demasiado poco? Varios estudios han sugerido que las alteraciones en los patrones de sueño pueden contribuir al riesgo de demencia. Sin embargo, la comunidad investigadora aún no se pone de acuerdo en si el impacto es mayor si se duerme mucho o poco.
Un estudio a gran escala publicado en 2016 descubrió que la duración alta o baja del sueño aumentaba el riesgo de deterioro cognitivo y demencia. Otro más reciente que apareció en la revista Nature, afirmó que dormir poco en la mediana edad (los 50 o 60 años) se asocia con un 30% más de riesgo de demencia. Un tercero sugiere que dormir más de 9 horas por noche está relacionado con la neurodegeneración.
Pero todos estos trabajos se basan en la duración del sueño declarada por los participantes, en lugar de en mediciones objetivas del sueño y la vigilia. Ahora, un estudio estadounidense pretende arrojar luz al dilema, al utilizar máquinas fiables que contabilizan las horas que los sujetos de prueba pasaron durmiendo. Entre sus conclusiones, encontramos algunas muy interesantes sobre todo para la población en España, pues tienen que ver con el tentador hábito de echarse la siesta después de comer.
La nueva investigación se publica en la revista Neurology. Fue dirigida por científicos de la Universidad de California en San Francisco (Estados Unidos), que utilizaron rastreadores del sueño para realizar mediciones del sueño durante 5 años. En total, controlaron los patrones de sueño de 733 mujeres con una media de 80 años. Al final del estudio, descubrieron que el aumento de la somnolencia durante las 24 horas del día, en particular las siestas excesivas, se asociaba con un riesgo doble de desarrollar demencia.
¿Dormir mucho produce demencia?
¿Es la somnolencia excesiva o "dormir demasiado" a medida que envejecemos una señal de advertencia de demencia? Según el estudio, sí. Ninguna de las participantes presentaba deterioro cognitivo o demencia al inicio del estudio. Sin embargo, los investigadores registraron los cambios a los 5 años en los ritmos de sueño nocturno, siesta y actividad circadiana de descanso. El resultado es que las mujeres con somnolencia de 24 horas en aumento tenían aproximadamente el doble de riesgo de demencia que aquellas con perfiles de sueño estables.

Debemos tener en cuenta que la demencia es un problema creciente en todo el mundo. Más de 55 millones de personas viven actualmente con esta enfermedad, pero el número aumenta. La Organización Mundial de la Salud (OMS) prevé que 139 millones la padecerán en 2050.
Muchos factores pueden aumentar el riesgo de que una persona desarrolle demencia. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), entre ellos se incluyen: la falta de actividad física, la diabetes no controlada, la presión arterial alta (hipertensión), la pérdida de audición u olfato o el consumo de tabaco y alcohol.
"El aumento del sueño y la siesta frecuente pueden estar relacionados con la demencia debido a varios factores subyacentes", escriben los autores del estudio. Una razón clave puede ser la "fragmentación del sueño". En términos prácticos, significa que una mala calidad del sueño nocturno puede interrumpir el sueño profundo, que es esencial para eliminar la beta amiloide, una proteína asociada con la enfermedad de Alzheimer.
Además, otros estudios científicos han demostrado que los patrones de sueño alterados y el exceso de sueño están relacionados con un aumento de la inflamación y de los riesgos cardiovasculares, factores ambos que se sabe que desempeñan un papel en el desarrollo de la demencia.
Este trabajo respalda la teoría de que mejorar la calidad del sueño mediante modificaciones del estilo de vida, como horarios de sueño coherentes, minimizar el consumo de alcohol y optimizar la higiene del sueño, puede mejorar de forma apreciable la salud cerebral.
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