Sociedad

La cara oculta del videojuego

En el término medio está la virtud, pero cuando algo te atrapa, somete la voluntad hasta extremos incontrolables, entonces el objeto de ese deseo compulsivo es perturbador y nocivo... aunque sea un juego

La cara oculta del videojuego
La cara oculta del videojuegoJosé MaluendaLa Razon

El Gobierno chino ha publicado un nuevo proyecto de ley con el que busca regular el contenido de los videojuegos. Pekín, que vigila en corto a una actividad ociosa que comparten 354 millones de jugadores online en el país, está decidido a intensificar su política de restricciones con el argumento que determinados contenidos son «peligrosos» al «provocar adicción». La tiranía comunista no es un referente normal para evaluar las respuestas de los estados ante disfunciones que afectan a la salud pública en sus más diversas variantes, entre ellas la psicológica. Los regímenes totalitarios persiguen sobre todo el control férreo de cualquier recoveco que aliente la libertad de una población sometida. Las democracias se dirigen con otras normas y cauces. Pero el objeto nominal, la prevención de la adicción a los videojuegos, es algo real. En mayo de este año la Organización Mundial de la Salud (OMS) incluyó oficialmente el uso compulsivo de los videojuegos como uno de los «trastornos mentales del comportamiento o del desarrollo neurológico». En este punto, el desorden vinculado a jornadas interminables delante o con las más variadas consolas u ordenadores resulta especialmente preocupante en un país como el nuestro que se encuentra entre los diez con mayor consumo de este entretenimiento con más de 16 millones de los llamados «gamers» (jugadores). Aunque no existen datos fehacientes sobre la prevalencia de este uso pernicioso y descontrolado de un objeto destinado a la diversión, sabemos que se juega una media de 6,2 horas semanales. ¿Muchas, pocas? En principio, un estudio del Hospital del Mar de Barcelona cifró en dos horas de lunes a domingo el periodo de incidencia positiva para los usuarios en cuanto a habilidades motoras y rendimiento escolar. A partir de las nueve, se vincula con problemas de conducta. Incluso, puede generar cambios en el funcionamiento y estructura del cerebro. No se trata, claro, de demonizar un divertimento seductor, aleccionador y brillante en muchos de sus títulos que además alimenta una industria vigorosa con sus consiguientes puestos de trabajo. Sí de alertar de los riesgos de un manejo desaforado.