Coronavirus
El silencio en Roma supera la ficción
En el segundo día de bloqueo por el coronavirus, la ciudad se ha quedado “congelada”
Caminar por las calles de Roma, siendo viernes a las diez y media de la mañana y en completo silencio, es de las experiencias más impactantes que se pueden vivir. La realidad supera la ficción. No hay manera de describirlo. Cuando voy a casa a la sierra de Madrid, disfruto enormemente “escuchar el silencio”, pero es un silencio diferente, un silencio pacífico, un silencio sin incertidumbre, un silencio sano. El silencio con el que se está viviendo estos días de bloqueo, por el Coronavirus, en la capital de Italia, es un silencio de reflexión, un silencio frío, un silencio desconcertante. Pero la falta de los ruidos ensordecedores, también nos brinda un silencio positivo, curativo y esperanzador. Un silencio de unión, respeto y civismo.
Hace menos de dos semanas todo era diferente.
En el gimnasio tenían organizado para el pasado 1 de Marzo, una jornada deportiva, un Street Work Out que nos reunió a muchos en la terraza del Pincio de la Villa Borghese para seguir mediante cascos, la música, los pasos y los aplausos de los monitores, recorriendo la Piazza del Popolo, la Vía del Corso, la Piazza in Lucina y la San Silvestro. Algunos desinfectaron con discreción los cascos al inicio de la sesión pero la mayoría no se acordó del virus, aunque ya se había escuchado que algo estaba pasando. Hoy, 12 días después, a la misma hora y en el mismo lugar, estaba desierto, pero además de no haber un alma, el silencio invadía el belvedere del Pincio.
La gente que sale a hacer la compra o a pasear a su perro, camina despacio, camina pensativa, mirando cada paso, como si quisiera ver, adónde le llevarán dentro de unos días. Han terminado por el momento las prisas, el stress causado por el deseo traspasar a los grupos de turistas , a los peatones, a las bicis y a las motos. Esto por el momento no se ve. Es como si todos hubieran tomado un brebaje anti stress, anti prisas, anti ruido. Todo está en una calma tensa.
El ding incesante del arribo de un mensaje se ha incrementado en los dispositivos, rompiendo el silencio apabullante de Roma en estos días.
Hay amigos con los que hacía tiempo seguramente no se tenía contacto, la vida frenética hasta hace muy pocos días, ha hecho que no tengamos capacidad de enviar saludos, besos y abrazos a tantos cariños esparcidos en diferentes países, a pesar de la facilidad que nos brinda la tecnología.
Cuesta trabajo asimilar este cambio tan brusco pero, la única parte buena, esperemos, de todo esto, a pesar de la pérdida de tantas vidas, es que nos ayudará a reflexionar e intentar volver a buscar cualquier minuto del día para enviar una carita con un beso a ese alguien con el que hace tiempo no teníamos contacto y nos ayudará a valorar y cuidar más lo que nos ofrece este maravilloso planeta.
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