Policía Nacional
Así es Beatriu, la viuda negra que utilizó a su hijo para estrangular a su marido inválido
Había planeado el asesinato en noviembre, cuando alquiló la finca de Godelleta (Valencia) donde le enterró con ayuda de su hijo de 17. Ambos están en prisión
Beatriu Friginal Camacho no entró por el ojo de la familia Guillén Torrijos. La calaron a la primera. La primera vez que pisó la casa de su cuñada en Cardenete (un pueblo que no llega a los 500 habitantes y situado a una hora de Cuenca capital) manifestó abiertamente que le parecía mucho mejor que la de Isaac, su recién estrenado marido. «Hombre, es que esta no es como la tuya», le dijo; un detalle que llamó bastante la atención de su familia política y que sería el primero de muchos desafortunados comentarios. No imaginaban entonces que esa mujer sería capaz de acabar con la vida de nadie. Y, sin embargo, fue lo primero que se les pasó por la cabeza cuando se enteraron de la extraña desaparición de Isaac. Extraña, más que nada, porque él solo no podía ir a ninguna parte aunque quisiera. El avanzado estado de la enfermedad neurodegenerativa que padecía, llamada ataxia cerebelosa -la misma de la que murió su madre hace una década-, le obligaba a andar en silla de ruedas, le impedía prácticamente hablar y, a duras penas, coger cosas con las manos. Mucho menos escribir mensajes en el móvil, como ella hizo creer a sus allegados, suplantando la identidad de su marido ya fallecido. Fue uno de los puntos que Beatriu no planificó muy bien porque el resto la verdad que lo había mirado con tiempo. La Policía Nacional investiga si el móvil económico está detrás de este macabro crimen que, aunque se produjo casi con seguridad el 1 de diciembre del año pasado no fue hasta esta semana cuando los agentes de Homicidios dieron, por fin, con el cuerpo de Isaac enterrado en una finca de Godelleta (Valencia), a unos 40 kilómetros de la casa donde vivía el nuevo matrimonio, que se había casado hace apenas hace tres años en una especie de matrimonio de conveniencia: ella le cuidaba a cambio de gestionar su pensión de jubilado por gran invalidez y heredar alguna de sus propiedades una vez fallecido, además del seguro de vida que tenía contratado. De hecho, dejó de trabajar en la portería donde lo hacía y ambos convivían en un piso del 27 de la avenida Ausiàs March junto con el hijo de ella, de 17 años. Los vecinos del edificio no hablaban precisamente bien de ella: gritona, malhumorada y poco cariñosa no solo con Isaac, a quien insultaba incluso por su condición de incapacitado, sino también con su hijo. No era raro escucharla gritos hacia los dos, dependientes de ella cada uno por un motivo bien diferente.
Policía en el pueblo de Anglés
A sus 45 años, Isaac Guillén Torrijos, sacó hace 16 una plaza en la Policía Local de Catarroja, un pueblo valenciano tristemente conocido por ser Antonio Anglés, condenado por el crimen de Alcasser, su vecino más ilustre. Tuvo dos niños fruto de un matrimonio anterior: una de 14 y otro de 10 años que, aunque vivían con la madre, a veces iban a casa de su padre. Isaac acudía a un Centro de Día para Discapacitados y debe ser que a Beatriu ya se le hacía aburrido andar llevándole y trayéndole con la furgoneta adaptada para su silla de ruedas, por lo que decidió que lo mejor era acelerar su muerte. Lo planeó todo bien aunque es cierto que dejó flecos sueltos. Para deshacerse del cuerpo creyó que lo mejor sería enterrarle pero ¿cómo hacerlo sin ser vista? Para ello alquiló en noviembre una finca en Godelleta (Valencia), donde le dijo al propietario que pretendía poner un huerto. La investigación apunta a que fue el 1 de diciembre cuando Beatriu asesinó a su marido. Al parecer, lo hizo estrangulándole y con ayuda de su hijo de 17 años, según él mismo reconoció a los agentes. Puede que el lugar del crimen fuera la misma furgoneta y se evitaban así tener que bajar el cadáver y meterlo en el vehículo. Después lo trasladarían hasta la parcela y, tras haber cavado una fosa, habrían llevado el cuerpo ya sin vida en su silla de ruedas. El peso de la propia silla, del cadáver de Isaac y el terreno arenoso dificultaría bastante la maniobra y por eso los agentes creyeron que Beatriu había necesitado ayuda.
Sin embargo ella dio versiones diferentes en cuanto la gente empezó a preguntar. A la Policía, donde denunció el jueves 5 de diciembre (cuatro días después) por abandono de hogar, les hizo creer que su marido quería quitarse la vida de forma voluntaria. Que había visitado páginas de Google sobre clínicas suizas donde practicaban la eutanasia y que también se interesó por presupuestos sobre incineraciones. De hecho, ella dice que le dejó en el barrio de La Luz porque iba al cumpleaños de un compañero del Centro de Día, pero ese extremo nunca pudo confirmarse porque no era cierto. A su familia, por un estilo. Incluso mandó mensajes haciéndose pasar por él: “Lo siento mucho pero no voy a volver a casa. Cuando pase algo os avisarán. Es decisión mía y solo mía y debéis respetar mi voluntad”.
A los vecinos, sin embargo, les dijo que le había llevado a una residencia especial dado lo avanzado de su enfermedad y, cuando la familia denunció por su cuenta y comenzaron a empapelar Valencia con carteles de “desaparecido”, ella se dedicaba a quitarlos. Muchos vecinos sospecharon de ella, como su familia política y la Policía, desde el primer momento. Por eso tuvo un seguimiento que les llevó a la finca, donde cambió varias veces el candado. Allí los agentes encontraron este martes el cuerpo sin vida de Isaac y con signos de violencia que podrían ser compatibles con golpes anteriores a la fecha de su muerte, por lo que ella podría haber estado maltratándole.
Prisión incondicional
Beatriu Friginal fue detenida por un presunto delito de homicidio. A los dos días, el jueves, los agentes procedieron a la detención de su hijo, de 17 años, que reconoció haber ayudado a su madre pero bajo las amenazas de ésta. Ambos pasaron a disposición judicial: ella a un juzgado ordinario, que decretó prisión comunicada y sin fianza y el chico ante un juez de menores que ha decidido su encierro en un centro de menores. Además de dos hijos adolescentes, Isaac deja una hermana y un padre de avanzada edad que vive en Utiel.
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