Sociedad
¿Qué sabemos hasta ahora sobre el regreso a las aulas? Nada
Decenas de estudios se están realizando en todo el mundo y los resultados son contradictorios. Aún así hay claves que nos pueden servir a todos
En el hemisferio norte comienzan las clases en poco más de un mes. En el hemisferio sur están regresando, o ya lo han hecho, de las vacaciones de invierno. Lo que significa que en breve los 1.500 millones de alumnos que no pudieron asistir a clases en los últimos meses regresarán a las aulas. En algunos países ya lo han hecho y los informes son, como poco, contradictorios. Los menores, ¿son fuente de contagio?. ¿Es suficiente el distanciamiento social? ¿Hay alguna edad de mayor capacidad de infección? ¿Qué medidas tomar para prevenir? Esas y otras son las preguntas que se hacen los expertos en estos momentos.
Menores y contagio
A finales de abril, científicos del Institut Pasteur (Francia) llevaron a cabo un análisis epidemiológico entre 1.340 personas vinculadas a escuelas primarias. Los estudios revelaron que la proporción de estudiantes infectados fue de un 8,8%. Los docentes tuvieron un grado de infección similar, de 7,1%, aunque la tasa de infección fue muy alta entre padres de niños infectados (61%) y solo un 6,9% entre padres de niños no infectados. Si bien las cifras de incidencia entre los alumnos son bajas, entre padres y madres es lo suficientemente alta como para despertar alarmas. El titular del comunicado del estudio lo resume: «Covid-19. No hay contagios significativos entre alumnos y maestros»… pero de menores a padres es otra cosa.
Al mismo tiempo, un estudio de la semana pasada en Jama Pediatrics señalaba que si bien los menores infectados podrían no ser los responsables de contagios, los menores de 5 años pueden albergar hasta 100 veces más virus en el tracto respiratorio superior (nariz y garganta) que los adultos.
De acuerdo con declaraciones de Arnaud Fontanet, jefe de la unidad de Epidemiología del Instituto Pasteur al «Washington Post» «mis cuatro hijos adolescentes fueron sin ningún problema a clase… Pero eso se debe a que el virus no circula demasiado en Francia. Los estudiantes de secundaria todavía son contagiosos y los estudiantes de primaria son menos contagiosos pero no de riesgo cero». Finlandia y Suecia han mostrado cifras similares de personas infectadas con el nuevo coronavirus, aunque Finlandia cerró las escuelas durante un tiempo y Suecia no.
También está Israel, que sí cerró las escuelas y las volvió a abrir… solo para ver como las cifras subían notablemente. Si bien las clases se reanudaron con medidas estrictas de distanciamiento social, control de temperatura y mascarillas, «en dos o tres días las medidas se relajaron mucho», añade Dan Ben-David, presidente de la Institución Shoresh para la Investigación Socioeconómica. ¿La consecuencia? Tras 13.000 nuevos casos y 100 escuelas cerradas, volvieron a dejar el tema de apertura de clases en pausa.
Al mismo tiempo, en Japón y Corea parece no haber tanto problema. ¿Por qué las cifras tan dispares? La realidad es que hablar del regreso a clase sin mencionar todo lo que lo rodea es inútil. No tiene sentido apoyarse en datos de menores si al salir de la escuela todas las medidas que se toman allí no se trasladan a bares, transporte, bibliotecas, cines, etc. Las medidas que se tomen en clase son como la inversión en educación: los resultados se verán en toda la sociedad… si ésta también los respeta.
Prevención
Otro terreno pantanoso. ¿Reducir la presencia por clase a la mitad? ¿Dividir en dos turnos la asistencia? ¿Clases llenas pero con mascarilla y distancia? Cada país ha seguido un modelo. De hecho, la ministra de educación italiana, Lucia Azzolina, dijo que para mantener el tamaño de las aulas en niveles aceptables, los distritos tendrían que reabrir edificios escolares cerrados y transferir a algunos estudiantes a otros lugares. También planteó la idea de dar clase en teatros, cines y museos, incluso parques. Bélgica abrirá las escuelas en septiembre sí o sí y a toda su capacidad, al menos para menores de 12 años. Y por ahora. En España, la ministra de Educación, Isabel Celaá, aseguró recientemente que abrir las escuelas en septiembre «es un objetivo irrenunciable», que la prioridad la tendrán los alumnos de primaria e infantil para clases presenciales y que no descartan abrir aulas fuera de los centros (igual que la ministra italiana) si así fuera necesario. Lo que sí se puede hacer es propiciar y facilitar el uso de mascarillas para toda la población: básicamente que los niños no lleven la misma dos días. Que tengan acceso a medidas de higiene en todo momento. Facilitar el distanciamiento social y tomar medidas, como temperatura, siempre que fuera posible.
Consecuencias
Elaborar un informe de situación con la información de cada comunidad que tenemos ahora mismo es real, pero ineficiente. Mucha gente se desplaza por el verano, moviéndose entre comunidades y provincias y aquellas que hoy tenga una tasa de infección baja, en un mes puede estar entre las más altas.
Las consecuencias de no abrir las escuelas ya las hemos vivido y con alguna excepción, nadie quiere volver a ello. Al mismo tiempo el sistema educativo, los padres, madres y el alumnado en general, no está preparado todavía para un sistema de educación remoto. Bélgica, otro país que abrirá sus escuelas por completo, lo ha hecho en parte debido a la presión de cientos de pediatras que han asegurado que las consecuencias educativas serán mucho peores que las sanitarias si se cierran las escuelas, mientras que la Real Colegio de Pediatria y Salud Infantil del Reino Unido, en otra carta firmada por 1.500 profesionales, asegura que “hacemos un llamado al gobierno del Reino Unido para que publiquen con urgencia planes claros para que los niños vuelvan a la escuela. Sin dicha acción, los efectos de COVID-19 persistirán mucho más allá de la pandemia y limitarán las posibilidades de vida de niños y jóvenes en los años venideros”.
Realidad
¿Las escuelas deben abrir? Probablemente. Pero no con el mismo régimen pre-coronavirus. ¿Qué ocurrirá si se detectan casos? Seguir el modelo israelí (cerrar todo el centro) o el alemán (únicamente la clase afectada). Son muchas incógnitas sobre un futuro para el que no tenemos datos previos que nos sirvan de comparación.
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