Coronavirus

El laberinto de los asintomáticos

Un estudio asegura que la inmensa mayoría de los contagiados de Covid terminará desarrollando síntomas. Los datos pueden ser decisivos para planificar futuras estrategias de vacunación

Canarias comienza los cribados de detección de coronavirus en un barrio de Las Palmas de Gran Canaria
La Consejería de Sanidad del Gobierno de Canarias ha comenzado en el barrio de La Isleta, en Las Palmas de Gran Canaria, el cribado de la población para detectar portadores asintomáticos de la covid-19 en los puntos del archipiélago con mayor índice de contagios. En la imagen, una enfermera toma una muestra de sangre a un ciudadano para un test serológico, en el Centro de Día de Mayores de La Isleta. EFE/Quique CurbeloQuique CurbeloAgencia EFE

¿Dejará algún día el coronavirus de darnos sorpresas, de jugar al escondite, de despistar a científicos y otros mortales? Desde que conocemos la cara de este microorganismo recién llegado no ha pasado una semana sin que las autoridades sanitarias se vean obligadas a rectificar o, al menos, matizar, alguna verdad antes asumida. La idas y venidas a cuenta de la validez de las mascarillas, el modo de transmisión, la gravedad de los efectos secundarios, los cambiantes perfiles de la población afectada, la duración de la inmunidad…

El último motivo de debate se centra en una de las ideas que hasta ahora parecían más sólidas: la cantidad de asintomáticos que deambulan por la calles portando, sin saberlo, el virus.

¿Y si realmente no fueran tantos como creíamos? ¿Todos los esfuerzos realizados para detectarlos y evitar que se conviertan en transmisores habrían sido innecesarios? Por el contrario, ¿si hay más personas sin síntomas, qué efecto tendría sobre el control futuro de la enfermedad?

Un estudio publicado ayer en Plos Medicine hace más pertinentes que nunca estas preguntas. Se trata de un análisis dirigido por la investigadora Diana Buitrago García de la Universidad de Berna, en Suiza, que puede poner algo de luz en esta cuestión

El dibujo completo de la distribución de esta enfermedad todavía no está claro. Uno de los principales obstáculos para entenderla bien es el amplio abanico de posibles sintomatologías que provoca. Algunos pacientes sufren graves crisis respiratorias, reacciones inmunitarias exacerbadas o efectos secundarios de larga duración mientras otros pasan el mal sin apenas enterarse.

El control de los pacientes con síntomas es más sencillo porque pueden filtrarse por diferentes mecanismos generalmente cuando el paciente acude a algunos de los servicios de salud que tiene a su disposición. Pero el gran reto de toda infección es tratar de detectar a aquellos que, sin tener síntomas, son contagiosos.

Desde el primer momento de la pandemia, los expertos alertaron de que el SARS-CoV2 presenta una alta incidencia de casos asintomáticos. Algunos estudios muy prematuros situaron el porcentaje entre el 40 y el 60 por 100. Durante esas fases iniciales se habló mucho del problema de los asintomáticos contagiadores como una de las claves para entender el desarrollo de la enfermedad. De hecho, la estrategia propuesta por la OMS de realización del mayor número de test posible a la población tenía uno de sus fundamentos en la necesidad de detener la sangría que podrían suponer estas personas no detectadas. La idea generalizada es que parte de esas personas que portan el virus sin síntomas también podrían contagiarlo. Pero ¿cuántos?

Con el paso del tiempo, algunos estudios pretendieron afinar un poco más los datos. En julio la OMS publicó un informe en el que aseguraba que existen varios trabajos de investigación en los que está descrita la transmisión a partir de sujetos presintomáticos, pero también reconocía que es difícil estudiar la transmisión desde sujetos asintomáticos. Según el organismo internacional, lo individuos asintomáticos tienen menos probabilidades de transmitir el virus que aquellos que desarrollan síntomas.

En la información científico técnica del Ministerio de Sanidad publicada el 3 de julio se reconoce que no es posible determinar si la capacidad de transmisión de las personas asintomáticas es igual que la de las sintomáticas, a pesar de que puedan tener cargas virales similares aunque se estima que hasta el 44 por 100 de los contagios se produjeron a partir de una persona que no tenía síntomas.

Una confusión habitual a la hora de valorar estos casos es la diferencia entre pacientes asintomáticos y pacientes presintomáticos. Los segundos, son individuos que no presentan sintomatología, que pueden contagiar pero que a lo largo del curso de la enfermedad podrían terminar desarrollando síntomas. Los primeros son directamente portadores del virus que jamás tendrán un síntoma. ¿Son igual de contagiosos los dos?

El problema de los pacientes sin síntomas sigue sin estar del todo resuelto e incluso ha dado lugar a más de un rifirrafe político. En agosto, la Comunidad de Madrid tuvo que corregir los datos sobre el porcentaje de positivos asintomáticos detectados en las primeras semanas. Pasó de un 7,6 a un 78,4 por 100. Lo hizo después de que Fernando Simón arrojara algunas dudas sobre la capacidad de rastreo de la Comunidad. Alertó que la media nacional es del 71,2 por 100 de casos detectados como asintomáticos y se extrañó de las bajas tasas de Madrid. Una detección muy baja de estos casos puede suponer o bien la existencia de una gran transmisión comunitaria o bien que el sistema de rastreo es muy pobre. ¿Pero realmente cuál es el umbral de referencia? ¿Cuántos asintomáticos de verdad hay?

El informe publicado ayer en Berna parece tenerlo claro. Para ello ha analizado toda la información disponible en estudios epidemiológicos desde marzo a junio de 2020. Se han seleccionado 79 estudios que implican a 6.616 personas de todo el mundo. A la luz de estos datos, el porcentaje de personas que son testadas como positivas sin síntomas y permanecen así a lo largo de toda la enfermedad no supera el 20 por 100. Es decir, el 80 por 100 de las personas que contraen el virus desarrollará algún síntoma. Este dato contradice las ideas que se habían arrojado tras las distintas oleadas de estudios nacionales de seroprevalencia en España que detectaban porcentajes de asintomáticos cercanos al 50 por 100 e incluso superiores en algunos casos.

A la luz de lo que hoy sabemos parece evidente que la mayoría de los afectados termina sufriendo algún síntoma. Que, aún así, el 20 por 100 de los pacientes no los desarrolle justifica la importancia de seguir reforzando las medidas de higiene, distancia social y rastreo de casos. Pero es probable que modifique en parte el valor de los estudios serológicos a posteriori y de las estrategias de vacunación. No, no es cierto que haya un altísimo porcentaje de personas que ha desarrollado anticuerpos sin haber sido consciente de pasar la enfermedad.