Las consecuencias
La maldición del clima extremo
¿Calentamiento global y estas nevadas? Exacto, y hay una explicación científica. El aumento de emisiones contaminantes ha provocado que la atmósfera sea más gruesa
La vida en nuestro planeta es posible gracias a un delicado equilibrio. Nuestro planeta recibe energía del Sol y la atmósfera atrapa parte de ella en el planeta. Gracias a ello mantenemos una temperatura consistente con la vida. El problema es que el aumento de emisiones de CO2, metano y otros gases de efecto invernadero han hecho que la atmósfera sea, hablando mal y pronto, más gruesa. ¿La consecuencia inmediata? La energía que queda atrapada en nuestro planeta es cada vez mayor. Basta comprender un dato: en diez años las emisiones han aumentado más que entre los inicios de la agricultura y la Revolución Industrial. Esto provoca el calentamiento global, que es apenas una parte del cambio climático.
¿Qué tiene que ver Filomena con esto? Puede parecer contradictorio, pero el aumento de las nevadas durante las tormentas invernales está relacionado con el cambio climático. «Las proyecciones climáticas apuntan a un clima más extremo», nos explica en conversación telefónica José Miguel Viñas, meteorólogo de Meteored y autor del libro Conocer la Meteorología (Diccionario ilustrado del tiempo y el clima). «La primera gran evidencia de esto ha sido la subida de las temperaturas en todo el planeta, lo que se conoce como calentamiento global. Lo que ocurre es que, a medida que se calienta el planeta, esto altera la circulación atmosférica. Para que lo entendamos, siempre se han podido producir olas de frío, olas de calor… Lo que sucede ahora es que las olas de calor, o las nevadas, se vuelven más frecuentes. Y los episodios que antes eran aislados, como inundaciones, sequías o nevadas, se vuelven más extremos, alcanzan una magnitud mayor. Y esta es la tendencia que se observa y que en los próximos años continuará, con los huracanes por ejemplo», explica.
Todo esto está provocado por ese extra de energía que atrapa la atmósfera de nuestro planeta y como ocurre en todos los sistemas complejos, las alteraciones, aunque mínimas, producen grandes cambios. John Cook es director del Centro de Cambio Climático de la Universidad George Mason. De acuerdo con sus investigaciones la cantidad de calor extra que acumula el planeta debido al calentamiento global es equivalente a «cuatro detonaciones de la bomba de Hiroshima cada segundo». Sí, toda esa energía, en forma de calor, está cambiando nuestro planeta a diario.
Y no se va a detener inmediatamente. Vivimos en un mundo nuevo cada día, aunque no lo sepamos. «Una de las cosas que se ve de forma cada vez más clara –continúa Viñas–, es que por nuestro modo de vivir, por la globalización, pensamos que estamos más protegidos, pero en verdad somos más vulnerables. En este situación actual, con la tormenta Filomena, la ola de frío que vendrá la próxima semana afectará directamente a todos, aunque no vivamos en zonas en las que haya nevado. No habrá disponibilidad de ciertos alimentos, no llegarán bienes de consumo o mensajería...».
¿Cuál es la conexión entonces entre el calentamiento global y las nevadas? Los científicos coinciden en que la clave está en el Ártico. A medida que las temperaturas se elevan en el norte, las corrientes atmosféricas se debilitan y el aire helado del polo puede viajar más hacia el sur. Como hay una mayor humedad, debido a que se derriten más glaciares, las lluvias aumentan y si se unen a frentes fríos… «El comportamiento atmosférico tienen una gran variabilidad – añade Viñas –. La circulación atmosférica sigue unos patrones bastante definidos: el Ecuador es más calmo, en Canarias hay alisios, a nosotros nos llegan borrascas, temporales y frentes de tormenta por el oeste… Ese sería el comportamiento normal.
Pero con el cambio climático esos procesos se ven modificados: nos seguirán llegando fenómenos por el oeste, pero en el periodo invernal nos llegará un tiempo que no corresponde. Son alteraciones climáticas que se detectan en todo el mundo y en algunas zonas de formas muy acusadas, como el año pasado en Siberia que ha experimentado olas de calor nunca vistas. Y esto según las proyecciones climáticas irá a más. Si no evitamos esas proyecciones iremos a peor y ya entraríamos en un discurso apocalíptico, pero creo que debemos ir a un punto intermedio antes de eso».
Ya no son una excepción
Filomena llegó el viernes, pero su tarjeta de visita tenía dos o tres días de aviso. Si este tipo de eventos (ayer una nevada, pero mañana una sequía o inundaciones) van a dejar de ser una excepción climática y serán algo más frecuente, deberemos contar con el experto asesoramiento de agencias como la Aemet (Agencia Estatal de Meteorología), para evitar el caos que llegará la semana que viene.
«Dentro de la propia Aemet –concluye Viñas – hay expertos en cambio climático y se advierte a quienes corresponda de los eventos que llegarán. Pero donde falla esta cadena es cuando detectamos una situación que puede tener un impacto en la población, hay una serie de acciones y medidas preventivas. Y observamos una y otra vez que no se producen. Dos días antes ya advertíamos y no entiendo cómo ninguna ciudad es capaz de soportar una nevada así».
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