Consecuencia de la pandemia

Los niños, víctimas tardías de los otros virus

El SARS arrinconó a la gripe o la bronquilitis pero atacan ahora fuera de fecha a críos pequeños que colapsan los hospitales con infecciones respiratorias

Los niños sufren ahora una consecuencia inesperada
Los niños sufren ahora una consecuencia inesperadaSMSM

Se nos había olvidado, pero existen más virus que el SARS-Cov-2, más enfermedades respiratorias infecciosas que la Covid-19, más causas de ingreso en la UCI que el coronavirus. Y, aunque en el último año y medio la mayoría de esos otros males han prácticamente desaparecido, desplazados por el mal mayor de la pandemia, muchos de ellos vuelven y, alguno, más fuertes que nunca.

Recientemente, fuentes del Hospital Universitario la Paz en Madrid confirmaban que desde mediados de abril se ha experimentado un inusual aumento de ingresos de niños aquejados de VRS (Virus Respiratorio Sincitial) una enfermedad muy común en niños sobre todo cuando comienzan a contactar con otros en guarderías y primeros años de colegio, que suele ser leve (el típico catarro de guardería) pero que en ocasiones causa crisis respiratorias de gravedad. Durante toda la pandemia, este virus había desaparecido del mapa. Ahora en algunos hospitales españoles, las urgencias empiezan a llenarse de niños que presentan esa patología.

Desde comienzos de mayo, la positividad detectada de este virus no ha hecho más que crecer según datos del servicio de vigilancia epidemiológica del Instituto Carlos III. De hecho entre la semana 19 y 20 del año la positividad se duplicó. Tanto es así que en la semana 22 del año la principal causa de hospitalización por infección respiratoria aguda en la Comunidad de Madrid fueron crisis virales en menores de 4 años. La población de más de 70 años ha visto desplomarse los ingresos por Covid gracias a la vacunación mientras los virus que afectan a los más pequeños están en claro aumento.

Lo más sorprendente es que este brote parece contradecir el ciclo estacional que se suponía propio de estos virus infantiles. El VRS es el causante de más del 70 por 100 de las bronquiolitis en niños y suele estar muy presente al comienzo del año escolar, entre septiembre y diciembre. En enero afloran las gripes y en verano es habitual encontrarnos con aumentos de enfermedades víricas de otro tipo.

Entre 2019 y 2020 esa fue la pauta. En diciembre de 2019 la red de vigilancia del Instituto Carlos III encontró 4.578 casos centinela (muestras positivas sobre las que se proyecta la incidencia real de un virus). Pero en la siguiente temporada (hasta mayo de 2021) los casos centinela bajaron a 42.

Otro tanto ocurrió con la gripe, un mal del que, tras el brote especialmente virulento de 2019, previo a la pandemia de coronavirus, parecía olvidado.

Lo extraño es que el aumento de casos actual de VRS y, probablemente, también de gripe llega antes del verano, cuando en teoría no le corresponde por estacionalidad.

El fenómeno no es solo español. Los Centros de Control de Enfermedades de Estados Unidos han informado de una ola de VRS que se está propagando por el sur del país. De momento, han dado instrucciones para realizar una prueba de presencia de este virus a todos los pacientes que acudan al médico con síntomas febriles y respiratorios y den negativo en los PCR de Covid.

La curva de casos de bronquiolitis empezó a crecer también en Francia al comenzar el 2021. Desde entonces, el crecimiento ha sido suave, pero todavía no se da por superado. En la última semana, las urgencias francesas han atendido a 1.400 niños (el 89 por 100, menores de un año), según datos del Ministerio de Sanidad de Francia.

Australia también informa de un fuerte incremento de la presencia de este virus entre sus niños más pequeños.

¿Qué está ocurriendo con estas patologías? Los expertos creen que las medidas de prevención contra la Covid-19 ayudaron a desterrar prácticamente la totalidad de otros virus respiratorios habitualmente circulantes. Era algo que se sabía que iba a ocurrir desde mediados de 2020. El hemisferio Sur fue el lugar del planeta que antes se enfrentó a un invierno tras meses de pandemia de coronavirus. En Argentina, las muertes por gripe se redujeron a la mitad de lo esperado en un invierno normal y en Australia los casos de gripe casi fueron inexistentes. Eso hizo prever que con la llegada del invierno en el hemisferio norte las patologías respiratorias no-Covid se reducirían considerablemente. Y así fue: Europa y Estados Unidos han pasado le temporada de gripe más leve que se recuerda en los últimos tiempos.

Una de las razones obvias es que las medidas de prevención contra SARS-CoV-2 (mascarilla, higiene, distancia…) son igualmente contra la gripe o el VRS. Hasta marzo de 2021 el comentario generalizado entre pediatras, profesores y padres en la puerta de los colegios era «este año no se nos han puesto malos los niños». Igualmente baja era la incidencia de gripe: 1.200 casos en los primeros meses de 2021, frente a más de 250.000 en los primeros meses de 2020. Otras enfermedades como el sarampión y la varicela también han menguado hasta casi desaparecer.

Lo que parece una buena noticia, puede que no lo sea tanto en el futuro. La baja incidencia de estos otros virus en los últimos meses puede estar indicando un repunte brutal cuando la inmunización de grupo contra el coronavirus se alcance y regresemos a una vida civil normal.

El contacto con estos virus en la estación del año que generalmente les corresponde tiene un efecto beneficioso para la inmunidad. Los niños principalmente se transmiten el VRS durante los primeros días de vuelta al colegio y se inmunizan. Pero los pequeños nacidos después de enero de 2020 no han tenido ese contacto. Durante el confinamiento no acudieron a la clases y una vez abiertas las aulas fueron protegidos con estrictas medidas de seguridad. ¿Qué pasará la próxima temporada cuando nos enfrentemos a la vuelta al cole sin las medidas tan estrictas, niños no inmunizados y el VRS circulante desde verano?

Algo parecido puede ocurrir con la gripe. El número de personas que han pasado una gripe leve es ridículo, lo que expone a un gran porcentaje de la población al riesgo de infección más grave en futuras temporadas. En el caso de la gripe el problema se agrava porque las vacunas de cada temporada se realizan con muestras de virus que han circulado la temporada anterior.

Puede que, debido a la escasez de casos en todo el mundo, la próxima vacuna sea de peor calidad o no haya podido recoger suficiente información genética para adaptarse a variantes de riesgo.

De hecho, el año pasado tuvieron que cancelarse varias investigaciones relacionada con la gripe por escasez de enfermos que sirvieran de voluntarios.

Los virus son en cierto modo como las especies animales: una especie invasora puede desplazar a otras locales.

En este caso el SARS-CoV-2 ha colonizado casi todo el hábitat humano que ocupaban microorganismos como los causantes de la varicela, la bronquiolitis, el sarampión, la gripe y los ha expulsado.

Desde que el SARS-CoV-2 ha perdido pujanza gracias a las actuales vacunas, el resto de los virus está al acecho deseando volver a contagiarnos con virulencia renovada.