Reto Pelayo Vida
«No hay cumbre más alta que superar un cáncer»
Cinco mujeres recuperadas de la enfermedad se embarcarán 15 días en un velero con destino al Círculo Polar Ártico
«Listen baby. Ain’t no mountain higt enough, Ain’t no valley low enough, Ain’t no river wide enough...» La famosa canción de Marvin Gaye podría ser el perfecto grito de guerra de «las pelayas»: mujeres con las agallas suficientes para superar un cáncer, recorrer más de 300 kilómetros de distancia en bicicletas de montaña por el valle del Annapurna, caminar más de 100 kilómetros a pie rodeadas de hielo, grietas, icebergs y glaciares a -35ºC de temperatura y con una carga de 30 kilos en el Círculo Polar Ártico, llegar a la cima del Monte Kilimanjaro (5.895 metros), atravesar de sur a norte el Salar de Uyuni, el desierto de sal más grande del mundo en cuyo interior cabe toda la comunidad autónoma de Asturias o alcanzar el mítico Paralelo 66 Norte en barco. Todas ellas, experiencias extremas que, vistas desde fuera, requieren una forma física y mental que uno no esperaría encontrar en personas que, hace relativamente poco, estaban luchando contra una enfermedad, y sus tratamientos, que dejan a cualquiera fuera de juego.
Pero es exactamente eso lo que las hace especiales, lo que genera en ellas la capacidad de sacrificio, disciplina, fuerza de voluntad y capacidad de superación que se necesita para alcanzar metas extraordinarias. Algo de lo que se dio cuenta el periodista y escritor Eric Frattini ‚una persona que ha vivido mil vidas en una desde sus facetas como corresponsal en Oriente Medio, explorador, profesor universitario, analista político y un largo etcétera cuando, en 2015, perdió a uno de sus mejores amigos, el escritor portugues Luis Miguel Rocha, víctima de un cáncer «que lo fulminó en dos meses» a los 39 años.
«Necesitaba hacer algo que le honrara, algo que ayudara a personas jóvenes como él a concienciarse sobre la necesidad de hacerse revisiones periódicas, de mejorar sus hábitos de vida y de incluir el deporte en su rutina diaria», señala. El 29 de septiembre de 2015, a las 06:15 hora Tanzania, Carmen, Araceli, Rosa, Eva y María alcanzaron el pico Uhuru, el punto más alto del Kilimanjaro, la montaña más alta de África. Aquella primera aventura fue el inicio del Reto Pelayo Vida. El que fuera un sueño de una noche de invierno, se convirtió en una realidad seguida por 44 millones de personas en aquella 1ª edición. Desde entonces se han realizado 6 expediciones más contra el cáncer en la mujer: Kilimanjaro’2015, Trasatlántica’2016, Polar’2017, Annapurna Bike’2018, Andes’2019 y Vuelta España’2020.
Las cifras han sido absolutas y abrumadoras: 75.880 kilómetros recorridos; 1.537 mujeres supervivientes presentadas como candidatas; 11 fronteras traspasadas; y 14 premios obtenidos, incluida una mención especial de la NASA, Premio a una de las «100 Mejores Ideas Empresariales del Año», Premio «Mujer del Año» de la Prensa de Madrid a las mujeres participantes del Reto Pelayo Vida, o el Premio Juan Sebastián Elcano que concede la Armada y la Asociación Cádiz por Elcano. «Pero el galardón más importante es haber conseguido que cada vez más mujeres que han padecido cáncer o están sufriendo en estos momentos se animen a superar la enfermedad a través del deporte y la alimentación», destaca Fratini. Y así ha sido, de las 49 que se presentaron al primer «casting» a las 337 que han participado en esta séptima edición para lograr el hito de alcanzar el mítico Círculo Polar Ártico en barco. Una expedición que partirá del puerto de Vigo el próximo día 10 y finalizará en Islandia, tras cruzar el Paralelo 66º33′52″ N. Recorrerán más 2.500 millas náuticas a, aproximadamente, 20 grados bajo cero, poniendo sus cuerpos y mentes al límite tras haber pasado un cáncer, quimioterapia y radioterapia.
De esta forma quieren convertirse en esperanza para las miles de mujeres que en estos momentos sufren la enfermedad transmitiéndoles ánimo y fuerza. Porque ellas, las cinco que conforman el equipo del Reto Pelayo 2021, tienen de sobra. Se nota en sus caras, sus gestos, sus palabras. «Esta experiencia es el broche de oro a mi enfermedad, a mi camino de recuperación», señala Ana Álvaro, gerente financiera de 49 años que hace cinco años se enfrentaba al diagnóstico de cáncer de mama. El año pasado, su amigo Paco le llevó a ver el documental sobre el Reto Polar 2017 y le dijo «tu algún día estarás ahí». «Se lo agradezco tanto... sembró en mí una semillita, una meta y, gracias a él, estoy ahora aquí». Literalmente, ya que también ha sido él el que le ha enseñado a navegar y le ha estado entrenando durante estos meses previos al reto en su escuela de Vela de La Manga del Mar Menor. «No me creo lo que estoy viviendo. Con que solo una mujer que esté en medio del proceso de su enfermedad y que esté leyendo esto ahora agotada desde el sofá decida levantarse y salir a caminar, me doy por satisfecha», destaca.
Justo por ese trance pasaba Ana Fresno, valenciana de 38 años, hace un año. El diagnóstico de cáncer le pilló en mitad de la pandemia y le paralizó. Un día, descansando en el sofá, vio en la televisión un reportaje sobre las expedicionarias del reto Andes 2019, y algo se encendió dentro de ella. «Pensé en mí, en la vitalidad que siempre he tenido y en mis hijas, y le dije al cáncer: voy a por ti y voy a dar lo mejor de mí. Un año después, me miro y siento que no soy la misma». Su cara y su sonrisa son el fiel reflejo de sus palabras. Natalia Cano, enfermera madrileña de 47 años, se enteró del Reto por redes sociales. Hace cinco años de su recuperación. Un aniversario simbólico para las personas que luchan contra esta enfermedad. «Cinco años libre de cáncer es cerrar una etapa; no tienes nada seguro pero, en cierto modo, ya has cumplido una meta», explica. «Esta enfermedad es un trago muy duro, pero a mí también me ha aportado cosas super bonitas. Te cambian en algunos aspectos que, probablemente, no podrían darse más que por el hecho de ver la muerte de cerca. Tengo dos hijas, de 12 y 16 años, y a ellas también les ha cambiado, les ha hecho madurar y ser personas más completas, mejores». Al reto que va a emprender solo le pide que sea igual de increíble que lo vivido estos últimos meses, desde que se presentó a las pruebas de selección. «Solo por conocer a mis compañeras ya ha merecido la pena», añade. Y es que entre este equipo de cinco mujeres hay una química especial. Una que solo puede dar el hecho de compartir una vivencia tan intensa como pasar un cáncer.
Lourdes Arana, entrenadora deportiva de 55 años, es la «pelaya» con más aptitudes físicas para formar parte de este «dream team». Pero también es la que más tiempo lleva libre de enfermedad: 19 años. «Cuando mi cuerpo dijo ‘no puedo’ mi mente dijo ‘sí, sí puedes’. Y confié en poder, y pude. El cáncer me ha enseñado no solo a vivir, sino a sentirme viva», explica. Susana Ruiz, funcionaria del Estado de 46 años, asiente ante las palabras de Lourdes. Y añade que «la ilusión con la que emprendemos este viaje no es solo nuestra, sino de todas las mujeres que podrían estar aquí, de las que estuvieron y las que estarán». Ánimo, valientes, el infinito es el límite.
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