Plan de vacunación
Jóvenes adultos, los motivos del grupo más remiso a vacunarse que frena la inmunidad de grupo
Una falsa sensación de invulnerabilidad y motivos laborales y sociológicos los ha dejado muy lejos de la media española
El número de españoles vacunados con pauta completa contra la covid-19 ascendía este viernes a casi 36.000.000 de personas. Todos los ciudadanos mayores de 12 años pueden acceder a la vacuna aunque no todos lo están haciendo por igual. A pesar de que nuestro país sigue siendo uno de los que más cobertura vacunal está obteniendo en prácticamente todas las franjas de edad, continúan existiendo algunas bolsas de población más remisas.
Los últimos datos del Ministerio de Sanidad arrojan un porcentaje de vacunación del 98,7 de la población diana entre 70 y 79 años, un 96,7 entre 60 y 69, un 93,1 entre 50 y 59 y un 85,3 entre 40 y 49. Pero el porcentaje cae al bajar de los 40 años.
La población de nuestro país de 30 a 39 ha recibido cobertura en un 76,1 por 100 y la de 20 a 29 en un 76,3 por 100.
Es lógico pensar que los grupos de edad más jóvenes, que llegaron a la vacunación más tarde, hayan tardado más en alcanzar cotas máximas de inmunidad. Pero las autoridades han detectado cierto parón en el ritmo de vacunación (que crece a menor velocidad de lo que creció en otros grupos) durante el verano. Y donde más se nota es precisamente en ese grupo demográfico de los «adultos jóvenes». ¿Son ellos los rezagados de la vacuna? ¿Por qué?
En realidad no existen aún estudios sociológicos que permitan determinar las causas de este fenómeno, si es que existieran una reglas generales.
Algunos expertos consideran que se trata de una simple consecuencia coyuntural del modo en que se afrontó el calendario vacunal.
Al elegir una opción de franjas de edad descendientes, los últimos grupos han visto coincidir su cita para inmunizarse con el momento menos estimulante para hacerlo.
Por un lado, el descenso de la mortalidad en las franjas etarias mayores ha espoleado la sensación de que vacunarse se ahora menos urgente.
A pesar de que el número de contagios en la quinta ola ha estado realmente disparado, la curva de muertos se ha desacoplado del crecimiento y ha permanecido en niveles mucho menores de los esperables para tal cantidad de infecciones.
La vacuna, al funcionar en las personas más mayores, ha generado un efecto indeseado en los más jóvenes: ha relajado la sensación de crisis.
Para colmo, el calendario ha querido que el verano irrumpiera en medio de la vacunación de los ciudadanos de menos de 40 años.
Desde el comienzo de la vacunación, los modelos informáticos habían adelantado que la llegada del periodo vacacional supondría un freno para el ritmo de inmunizaciones.
En la segunda semana de julio se administraba una media de 500.000 dosis diarias y 379.000 personas completaban su pauta cada jornada. En la primera mitad de agosto las vacunaciones descendieron a un tercio.
El periodo vacacional ha atacado en la línea de flotación a la población diana de entre 20 y 40 años.
Los datos del último barómetro del CIS no parecen indicar que exista una especial reticencia entre los españoles a vacunarse. En realidad sólo el 10,5 por 100 de los encuestados admitió que preferiría no vacunarse cuando le llegara el turno. El 28 por 100 de ellos admitió desconfiar del fármaco. Aunque el barómetro no desglosa los datos por edades, el porcentaje parece uniforme también en los menores de 40. Es decir, nada hace indicar que en esa franja existan más «negacionistas».
Pero lo cierto es que los adultos jóvenes están mostrando más reticencias a la inmunización en todo el mundo. Un estudio de Kaiser Family Foundation demuestra que el grupo de edad peor vacunado en Estados Unidos es el de 18 a 29 años. El Sistema Nacional de Salud del Reino Unido también mostró su preocupación tras constatar que entre los 18 y los 29 años solo se ha vacunado un 66 por 100 de los ciudadanos.
Los expertos de la Kaiser Family Foundation han detectado que la «falsa sensación de invulnerabilidad» propia de las personas jóvenes es la principal causa para retrasar la toma de la inyección.
Pero existen otros factores que son más difíciles de medir. Curiosamente, los adolescentes han acudido más prestos a la vacunación que los adultos jóvenes de entre 20 y 30 años en España. El 79,4 por 100 de los jóvenes de 12 a 19 años ya está vacunado frente a algo más del 76 por 100 de los de 20 a 39.
Obviamente, los menores de edad suelen vacunarse por efecto de arrastre de sus progenitores (generalmente mayores de 40 años y muy provacuna). La posibilidad de volver a una actividad lectiva y de ocio «normal» también estimula más la vacunación entre adolescentes.
Un factor determinante para entender el ligero retraso entre los adultos jóvenes es el impacto epidemiológico de la quinta ola. La franja de edad de entre 20 y 29 años ha sido la más azotada en la última fase de la pandemia con cerca de un 6% de la población contagiada desde mayo. Eso supone que cientos de miles de personas de esa edad han tenido que posponer sus dosis por recibir un resultado positivo en Covid.
Existen por último algunos factores socioeconómicos soterrados que pueden explicar parte del fenómeno.
La vacunación de los jóvenes adultos ha coincidido con la vuelta a la activación en parte de la economía y, por lo tanto, al aumento de las obligaciones laborales que afectan principalmente a ese grupo de edad.
Un estudio de la Agencia de Salud Pública de Barcelona alertó este verano de una posible «brecha laboral» en la vacunación. Tras encuestar a un grupo de vacunados rezagados en centros sanitarios barceloneses, un 43 por 100 de ellos declaró haber demorado la cita por motivos laborales.
Lo cierto es que para poder lograr una pauta de vacunación realmente suficiente en un país es necesario que exista una armonía intergeneracional que permita coberturas similares en todas las edades. En España, aunque los rezagados siguen llamando la atención, puede que no estemos lejos de conseguirlo.
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