Pandemia

Acoso y amenazas de muerte: el precio que pagan algunos científicos por hablar de la Covid-19

Decenas de investigadores cuentan a la revista Nature que han recibido amenazas de muerte o de violencia física o sexual por hablar del coronavirus en medios de comunicación

Laboratorio de investigación
Laboratorio de investigaciónGOBIERNO DE CANARIASGOBIERNO DE CANARIAS

Krutika Kuppalli, médico de enfermedades infecciosas, llevaba apenas una semana en su nuevo trabajo en septiembre de 2020, cuando alguien la llamó por teléfono a su casa y amenazó con matarla. La investigadora, que acababa de mudarse de California a la Universidad Médica de Carolina del Sur en Charleston, llevaba meses lidiando con el acoso online tras haber concedido entrevistas a los medios sobre la Covid-19, y recientemente haber testificado ante un comité del Congreso de los Estados Unidos sobre cómo celebrar elecciones seguras durante la pandemia. “Me puse muy ansiosa, nerviosa y molesta”, dice Kuppalli, que ahora trabaja en la Organización Mundial de la Salud (OMS) en Ginebra, Suiza. Las llamadas y comentarios amenazantes en redes sociales continuaron y la policía le sugirió que se comprase un arma. La experiencia de Kuppalli durante la pandemia no es aislada. Numerosos científicos han manifestado públicamente que han sufrido acoso tras hablar del coronavirus.

Así lo refleja una encuesta realizada por la revista Nature a 321 científicos que han hablado sobre la Covid-19 con los medios o en redes sociales. Un 15 % de las personas encuestadas han recibido amenazas de muerte y un 22 %, amenazas de violencia física o sexual. Los investigadores encuestados trabajan en centros de Australia, Reino Unido, Alemania, Canadá, Taiwán y Nueva Zelanda.

En el artículo de la revista se citan casos muy conocidos como el de Anthony Fauci, líder de instituto enfermedades infecciosas de EE UU, que tuvo que recibir protección ante las amenazas de muerte a él y su familia. También el del consejero médico británico Chris Whitty, que fue asaltado en la calle o el del virólogo alemán Christian Drosten que recibió un paquete con un frasco de líquido etiquetado como “positivo” y una nota que le decía que lo bebiera.

La encuesta de Nature, recoge agresiones que van desde ataques a la credibilidad y a la reputación hasta amenazas físicas, que en algunos casos se materializaron. Más de una cuarta parte de los encuestados dijeron que siempre o usualmente recibieron comentarios de trolls o ataques personales después de hablar en los medios sobre la Covid-19. Y más del 40 por ciento informó haber experimentado angustia emocional o psicológica.

Este tipo de acoso ya había sucedido anteriormente a investigadores que trabajan en temas de alta exposición como el cambio climático. la investigación con animales o la vacunación. “Creo que los gobiernos y las sociedades científicas no han hecho lo suficiente para defender públicamente a los científicos”, escribió un investigador en su respuesta a la encuesta.

Algunos investigadores afirmaron haber aprendido a lidiar con el acoso y valoraron positivamente sus interacciones con los medios. El 85% de los encuestados dijeron que sus experiencias de interacción con los medios de comunicación fueron siempre o en su mayoría positivas, incluso si fueron acosados posteriormente. “Creo que los científicos necesitan capacitación sobre cómo interactuar con los medios y también sobre qué esperar de los trolls; es solo una parte de la comunicación digital”, escribió uno.

Pero la encuesta de Nature sugiere que, aunque los investigadores intentan ignorar el abuso, es posible que ya haya tenido un efecto paralizador en la comunicación científica. Los investigadores que informaron con mayor frecuencia de ataques personales en las redes también fueron más propensos a decir que sus experiencias habían afectado en gran medida su disposición para hablar con los medios en el futuro. Algunos encuestados anónimos escribieron que dudaban a la hora de hablar sobre algunos temas porque vieron las agresiones recibidas por otros.

“Cuanto más prominente seas, más agresiones recibirás”, dice la historiadora Heidi Tworek de la Universidad de British Columbia en Vancouver, Canadá, que está estudiando el abuso en línea de los comunicadores de salud en la pandemia. Y es que esos ataques pueden tener poco que ver con la ciencia en sí y más con quién está hablando. “Si eres mujer o una persona de color de un grupo marginado, la agresión probablemente incluirá el abuso de tus características personales”, dice Tworek. Es el caso de Theresa Tam, líder del sistema de salud público de Canadá que recibió descalificaciones racistas por su origen asiático.

Esta encuesta sigue a una realizada por el Australian Science Media Center (SMC) en junio a investigadores en sus listas de comentaristas de la pandemia, cuyos resultados se compartieron con Nature. De 50 encuestados, 6 personas (12%) informaron haber recibido amenazas de muerte y 6 dijeron haber recibido amenazas de violencia física o sexual. “Creo que cualquier organización implicada en ayudar a los científicos a comunicar encontrará estas cifras perturbadoras”, asegura Lyndal Byford, directora del centro que ha organizado la encuesta.