Administración
Esta es la razón por la que tiene la sensación de que nunca tiene tiempo para nada
Cuando intentamos cumplir con una determinada tarea, en la mayoría de las ocasiones nos ocupa más tiempo de lo esperado y al final del día tenemos la impresión de que nos falta tiempo para hacer las cosas que deseamos
El ritmo de vida actual nos hace sentir que da igual los planes que hagamos para organizarnos mejor, ya que al final del día sentimos que nos falta tiempo para todo. Pero, ¿a qué se debe este fenómeno?
Para explicarlo, existen varias leyes relacionadas con el tiempo y la gestión que hacemos de él.
Las leyes de Parkinson
Este conjunto de leyes fueron redactadas por el historiador británico Cyril Northcote Parkinson en 1957, y en ellas afirmaba que: “El trabajo se expande hasta llenar el tiempo disponible para que se termine”. Son tres supuestos que se centran en fenómenos que se pueden producir en la distribución de nuestro tiempo:
- El trabajo acapara hasta llegar a ocupar todo el tiempo del que disponemos. Cuando intentamos cumplir con una determinada tarea, en la mayoría de las ocasiones nos ocupa más tiempo de lo esperado. Especialmente cuando creemos que tenemos tiempo de sobra. Y es en ese preciso momento, cuando el trabajo que realizamos tiende a exigirnos casi todo nuestro “tiempo libre”.
- Los gastos aumentan hasta alcanzar o superar a los ingresos. Otro aspecto relacionado con la gestión del tiempo tiene que ver con nuestros recursos. Si nuestro tren de vida aumenta, lo normal es que nuestros ingresos empiecen a darnos la sensación de ser más bajos. Por eso, vivir al límite de nuestras posibilidades implica vivir al límite de nuestra agenda.
- El tiempo dedicado a cualquier tema de la agenda es inversamente proporcional a su importancia. Aunque a primera vista pueda parecer contradictorio, la clave está en que la falta de tiempo nace, en un primer momento, de una falta de prioridades. Por eso más que gestionar nuestro tiempo, lo importante es definir claramente nuestras prioridades.
El principio de Pareto
El principio de Pareto también es conocido como la “Ley del 80/20″. Esto se debe a que el filósofo y sociólogo italiano postuló que el 80% de los beneficios que logramos, los conseguimos con el 20% del esfuerzo. Y dicho porcentaje serviría para cualquier ámbito de la vida. Es decir, éxito personal, laboral, social... Una vez más, este principio incide en la necesidad de priorizar para gestionar nuestro tiempo de una manera correcta.
La ley de Perls
La ley de Perls fue formulada por el psicoanalista alemán y creador de la terapia Gestalt, Friedrich Salomon Perls. Donde afirmó que el estrés y la ansiedad provocados por el miedo a los eventos o aspectos negativos del futuro suelen afectar negativamente nuestra productividad a la hora de realizar tareas importantes. La ley de Perls indica que:
- El 40% de las cosas que nos preocupan no llegaran a ocurrir nunca.
- El 30% ha ocurrido ya, por lo que no tiene sentido preocuparse.
- El 12% están relacionadas con problemas de salud.
- El 10% afecta a preocupaciones diversas cuyos efectos se anularan entre si.
- Sólo el 8% merece nuestra atención. Y tampoco se resolverá con preocuparse, lo realmente eficaz será ocuparse de ello dedicándole el tiempo y la atención necesarios.
La ley de Swoboda
Hermann Swoboda, catedrático de psicología por la Universidad de Viena, redactó esta ley en 1904. Y relata que “cada persona está sometida a múltiples ritmos biológicos que deben ser tenidos en cuenta en la programación de actividades”.
En otras palabras, la planificación que hagamos de nuestro tiempo debe ser personalizada. Ya que no todas las personas rendimos igual en los mismos momentos del día. Hay quienes se concentran mejor a primera hora de la mañana, y otras, por el contrario, a la noche. Por ello, cualquier planificación que hagamos del tiempo requiere que sea personalizada.
La ley de Fraisse
La ley ideada por el psicólogo Paul Fraisse muestra que el tiempo tiene dos dimensiones: objetiva y subjetiva. Y esta última dependerá de la relación que mantengamos con las actividades realizadas. El tiempo pasa muy rápido cuando estamos haciendo algo que nos gusta, mientras que si tenemos que hacer algo que nos resulta aburrido parece que el tiempo se congela. Por eso, si una tarea no tiene para nosotros el más mínimo interés, es probable que la afrontemos con desánimo y nos parezca que todo va muy lento.
Todas estas leyes y reglas muestran que en algún momento de nuestras vidas, todos nos hacemos las mismas preguntas. Y la respuesta no parece encontrarse en sacar más tiempo de donde no lo hay. Más bien tiene que ver con nuestra percepción de él, con nuestras prioridades, metas y motivaciones para realizar determinadas tareas.
✕
Accede a tu cuenta para comentar