Paseo
Sigue estos 5 pasos para conseguir que tu perro deje de tirar de la correa
Pasear no debería ser una experiencia frustrante, sino uno de los mejores momentos que un perro y un ser humano pueden compartir
Pasear con un perro que tira de la correa puede convertirse en una experiencia tremendamente frustrante, sobre todo si se trata de un perro grande y difícil de controlar. Pero pasear no debería ser así, debería ser uno de los mejores momentos que pueden compartir un ser humano y un perro. Es un problema que está realmente extendido, incluso con dueños que tienen mucha experiencia. De hecho, es la consulta más común que reciben los educadores caninos.
Si este es tu caso, no te desesperes. A continuación tienes una serie de pautas y recomendaciones que puedes seguir para solucionarlo:
1. Prepararse para el paseo
Si el perro sale con mucha energía a pasear, eso se reflejará en cómo se relaciona el animal con la correa. Por ese motivo, es recomendable jugar con él un rato antes de salir por la puerta, lo que hará que esté menos ansioso. Eso sí, debe ser un juego calmado, lo último que queremos es excitar todavía más al perro. Por eso, hay un juego que es perfecto para esta situación, y consiste en esconder varios premios por la casa y dejar que lo busque olfateando. Este juego consumirá muchísima energía, porque rastrear olores no es nada sencillo, aunque sea algo natural para él.
El objetivo es que, cuando lleguemos a la puerta y le coloquemos la correa, el animal esté alegre, pero calmado. Si empieza a ladrar y a saltar, o si sale corriendo por la puerta, hay que volver al punto inicial y quedarse quieto hasta que se calme. Por cierto, siempre es recomendable que seas tú el primero en salir por la puerta. Puede parecer una tontería, pero este hábito dejará claro quién debe llevar el control del paseo.
2. Está en su naturaleza
Antes de cualquier otra cosa, debemos recordar que tirar de la cuerda es un impulso natural e instintivo. Y luchar contra los instintos no es nada sencillo, de hecho, puede hacer más mal que bien si no se hace adecuadamente. Porque no se trata de un mal comportamiento, sino que se trata de sus instintos más primarios diciéndole que se comporte como lo que es... como un perro.
Por ese motivo, y antes de cualquier otra cosa, debemos moderar nuestras expectativas. El perro es un ser curioso, con necesidades fisiológicas y, sobre todo, con necesidades psicológicas. El perro debe olfatear, debe jugar, debe relacionarse con otros perros, (...). Y no es natural que se le fuerce a ir constantemente al lado de su dueño, por mucho que nosotros fantaseemos con ello.
Esta forma de caminar la podemos mantener durante un rato, pero no debemos hacerlo durante mucho tiempo; porque entonces quién empezará a experimentar el paseo como una rutina frustrante será él.
3. La correa no debe estar tensa
Si pellizcamos la camisa de cualquier ser humano y tiramos en nuestra dirección, este automáticamente tirará en la dirección contraria... es natural. Pues lo mismo sucede con los perros, si el perro siente tensión en la correa, automáticamente sentirá el impulso de tirar en la dirección contraria. Por eso, la correa siempre debe estar distendida, con suficiente margen para que podamos caminar sin que se tense con cada paso que damos.
Ya hemos dicho que el hecho de que el perro tire no es un mal comportamiento, sino un asunto que tiene más que ver con sus instintos. Entonces, corregirlo a base de castigos puede ser contraproducente y resultar muy frustrante para él. Es por esto que la mejor alternativa es comenzar con unas cuantas golosinas. Las llevamos en el bolsillo... y cada vez que conseguimos que se mantenga a nuestro lado durante 3 o 4 pasos, le damos una. De esta forma conseguiremos que el perro esté más atento a nosotros, que a nuestro entorno. Y además, él será el primero en disfrutar de esta rutina.
Con el tiempo, podremos ir espaciando las chucherías, cambiándolas por palabras y gestos de cariño. Así sabrá qué es lo que esperamos de él.
4. Mejor parar
Una vez que el perro ha aprendido qué es lo que esperamos de él, es el momento de dejar claro que si tira de la correa, tardará más en llegar a donde quiere ir.
Nada más sentir tensión en la correa, hay que dar un pequeño tirón (uno corto es mejor que uno largo y lento). Si además lo acompañamos con un “NO”, habrá captado el mensaje a la perfección. Y justo en este momento, debemos detenernos y mantenernos firmes, cuando vuelva a la posición en la que queremos que esté, le felicitaremos y continuaremos con nuestro paseo.
Si los tirones se repiten tantas veces que se hace imposible continuar con el paseo, lo mejor que podemos hacer es cambiar de dirección; así quedará claro que si tira de la correa, no llegará a donde quiere llegar con tanto interés. La otra opción es que aprenda que para ir a estos sitios interesantes debe tirar de la correa. Puedes dejarle saludar a otro perro o a otra persona... o dejar que vaya a cualquier lugar, pero solo si no tira de la correa.
5. Constancia
Conseguir que nuestro perro no tire no es nada sencillo... y desde luego no se consigue de un día para otro. Hace falta disciplina y paciencia... y no puede ser que unas veces se le permita tirar de la correa y otras no. Esto le confundirá y nunca dará resultado.
También es importante que todos los miembros de la familia que paseen con el perro estén familiarizados con lo que tratamos de conseguir y cómo conseguirlo. Si una de las personas con la que pasea le pide una cosa, y otro le pide que haga otra cosa diferente... no conseguiremos ningún resultado, salvo crearle un enorme malestar al animal.
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