Reprodución Asistida
Vitrificación de óvulos: el precio real de preservar tu fertilidad
Aunque se recomienda vitrificar antes de los 35 años, las clínicas de reproducción asistida orientan su marketing a las veinteañeras
En general, a partir de los 35 años, la fertilidad femenina entra en una fase de regresión que se acelera cada año. Este declive se traduce en una disminución de la reserva ovárica y en un irreversible empeoramiento de la calidad de los óvulos, es decir, se comienzan a producir errores en su ADN. Cuanto más daño exista en el ácido que contiene las instrucciones genéticas usadas en el desarrollo y funcionamiento del organismo, más probable será que el embarazo no se produzca, que un óvulo o embrión acabe en un aborto espontáneo y que se origine una anomalía cromosómica.
Debido a que la ciencia no ha hallado todavía una técnica que permita mejorar la calidad ovocitaria, los especialiastas aconsejan no aplazar demasiado el momento de convertirse en madre o, en caso de hacerlo, congelar óvulos para mantener intacta la calidad de estas células sexuales femeninas, por muchos años que pasen.
Aunque la recomendación es vitrificar antes de cumplir 35 años, muchas clínicas de reproducción asistida no orientan sus campañas de marketing a aquellas mujeres que se aproximan a esta edad, una etapa en la que es más probable que se empiecen a tomar decisiones de planificación familiar y, por tanto, los impactos publicitarios podrían ser mucho más fructíferos. De hecho, según el Instituto Nacional de Estadística, la media de edad de las mujeres que dieron a luz a su primer hijo en nuestro país en 2021 fue de 32 años.
La publicidad de estas clínicas se centra en las veinteañeras o, incluso, en mujeres que acaban de cumplir los 18 años. El motivo tiene que ver con los beneficios económicos asociados a la preservación de estos óvulos vitrificados.
LA RAZÓN ha contrastado los precios del tratamiento de extracción, vitrificación y preservación de óvulos de las diez clínicas de reproducción asistida más conocidas de nuestro país. Según los resultados obtenidos, la extracción de óvulos y los primeros años de preservación ronda los 2.300 euros. A partir de esos dos o tres primeros años, mantener los óvulos congelados cuesta, de media, 350 euros al año.
Si, como apunta la Sociedad Española de Fertilidad (SEF), la edad media a la que se realizan tratamientos de fertilidad en España es de 38 años, una mujer que congele sus óvulos con 20 años pagará un mínimo de 6.300 euros por la preservación de estos. Pero, además, cabe destacar que el éxito no está asegurado. En contra de lo que puede pensarse, esta técnica no es una especie de «póliza de seguros» que garantice el embarazo y el nacimiento de un bebé sano en el futuro.
Es importante subrayar que este precio correspondería al coste mínimo. Existen otro elemento más que influye en gran medida en que el precio de la preservación se dispare: el cese de su conservación.
Marco legal igualitario
La Ley 14/2006, de 26 de mayo, sobre técnicas de reproducción humana asistida rige la crioconservación de gametos y preembriones. Esta ley otorga a los ovocitos un trato diferente que a los espermatozoides a efectos de descongelación. La SEF lleva años reclamando la equiparación del trato de los gametos. Como argumento principal, alega que no se justifica el hecho de que los óvulos se equiparen a los embriones, tal como se exige actualmente en el artículo 11.4.de la Ley 14/2006.
Según este artículo, los diferentes destinos posibles que podrán darse a los ovocitos congelados son: su utilización por la propia mujer o su cónyuge, la donación con fines reproductivos o la donación con fines de investigación. El cese de su conservación sin otra utilización sólo será aplicable una vez finalizado el plazo máximo de conservación establecido en esta Ley sin que se haya optado por alguno de los destinos mencionados en los apartados anteriores.
Este plazo máximo se entiende como el fin de la vida reproductiva o incapacidad para la gestación. Así, dado que los óvulos congelados no caducan, estos podrían mantenerse vitrificados hasta la víspera del 51 cumpleaños de su propietaria. Y es que, a falta de un marco legal que establezca y defina la edad límite para someterse a un tratamiento de reproducción asistida, tanto la SEF como la Comisión Nacional de Reproducción Humana Asistida recomiendan que no se supere los 50 años.
Así, ya sea porque la propietaria de dichos gametos se quedara embarazada de forma natural o porque, con el paso de los años, decidiera no utilizar dichos gametos para sí misma y se negara a donarlos, la preservación podría prorrogarse un tiempo limitado.
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