Tribunales

El padre de la niña asesinada en Logroño: «Nos hacía la vida imposible»

Javier declaró contra su exmujer, que se enfrenta a la prisión permanente

No está siendo una semana fácil para Javier. En realidad, no ha sido sencillo desde el 27 de enero de 2020, cuando su exmujer asesinó, presuntamente, a su hija Carolina con solo 5 años. «Sobreviviendo», fue concretamente lo que dijo ayer a la salida de la Audiencia de Logroño, donde tuvo que acudir a declarar en el proceso judicial que comenzó el lunes. Un jurado popular intentará dirimir lo que ocurrió las horas previas a la mañana de enero cuando Adriana Ugueto (exmujer de Javier y única acusada por el crimen) fue arrestada tras intentar lanzarse desde la ventana de la habitación 404 del hotel Los Bracos de la capital riojana mientras su madre, Olga Febles, abuela de la pequeña, se suicidaba tirándose al Ebro. Cuando la Policía entró a la habitación, encontró el cuerpo sin vida de Carolina en la cama, bajo una manta, sin aparentes signos de violencia. Los vecinos del pueblo hablaron desde el principio que Adriana «perseguía» al padre de la niña al no asumir la separación. Un extremo que vino a confirmar ayer Javier en sede judicial. El padre de la víctima, que ejerce la acusación particular contra Adriana, aseguró que se exmujer le intentaba hacer «la vida imposible» con denuncias o rayándole el coche tras la separación.

Muy nervioso y afectado por la situación, Javier explicó que Adriana «hacía cosas como quitarle las coletas porque se las había puesto» él o la pareja de él o le rayaba el coche: «Mi pareja ha aguantado carros y carretas», dijo en declaraciones recogidas por Europa Press. Javier, que prefirió declarar separado de la acusada por un biombo, explicó que después de que Adriana no le entregase a la niña acudió al colegio para ver si había ido la niña, pero no estaba. Fue a denunciar y luego empezaron a saltarle alertas en el móvil relativas a la noticia de que habían encontrado a una niña muerta en un hotel. Fueron momentos de mucha tensión aunque su pareja le intentó convencer de que no era Carolina hasta que al final se lo confirmaron desde Policía Nacional, quienes llevaron la investigación.

A pesar de cometer la barbaridad que presuntamente cometió Adriana, el padre de la noña aseguró que, desde el principio de la relación «lo de los niños era su obsesión» pero tras la separación siempre intentaba dejarle como «mal padre, que le rompía sus hábitos y no atendía sus cuidados». Le denunció por cuestiones como pedir un duplicado de la tarjeta sanitaria de la niña o por un mordisco que otro niño le hizo en la guardería.

En el momento en que se separaron hacía cuatro meses que ella no pagaba ni la pensión ni la hipoteca y últimamente cuando le entregaba a la niña la veía «cansadita, y después de cenar alguna vez vomitaba» pero no le dio mayor importancia. «Era una niña que se daba a todo el mundo, lo decía su profesora que era todo amor», explicó.

En la sesión de ayer también comparecieron el padre y los hermanos de la acusada, Ramón y Daniela. Esta última aseguró que la madre de ambas controlaba tanto a Adriana que, a veces, se la llevaba a su casa para que «pudiera pensar por si misma». Iván, por su parte, asegura que no escuchó nada a pesar de que duerme en la misma habitación que la niña y desde las 7:00 estaba despierto ya que el perro no había parado de ladrar. «Pienso que está hecho y organizado por mi madre porque mi hermana es una persona que no es capaz ni de hacerse daño a sí misma», dijo.

Por su parte, el padre de la acusada dijo desconocer las intenciones de ambas pero antes de que encontraran el cadáver de su mujer, le dijo a la Policía que «lo más lógico» era que apareciera en el Ebro.

La estrategia de defensa de Adriana Ugueto, pasa por culpar a su madre, Olga Febles, de todo lo ocurrido y, aunque ella le preguntó dónde iban aquella madrugada, ella no contestaba. El lunes explicó que al llegar al hotel ella y Carolina se quedaron dormidas después de estar viendo «La Casa de Miki Mouse» y «Ladybug». «Luego sentí un ‘ras y ras’ –hace el gesto de corte en la muñeca».

Según su versión, se despertó «vestida, en el interior de la bañera, llena de sangre y con el agua hasta arriba. No sé como llegué a la bañera. Mi madre me sacaba tres cabezas y era ancha», aseguró. «No sé como saqué fuerzas para empujar la mampara de la ducha y regresar a la habitación. Vi no había nadie. Destapé a la niña. Recuerdo que la vi con un color raro. La toqué y era como gelatina. Con la debilidad que sentí, me fui a la ventana y me senté con intención de tirarme. Me faltó un segundo y luego alguien me agarró del brazo», sostuvo en su declaración.