La melodía de la banda sonora de la película de Disney, La Sirenita, recorre todo el quirófano infantil. Un violista, vestido con una EPI, interpreta el tema frente a una camilla donde se interviene a un niño. El emotivo vídeo se vuelve rápidamente viral y entonces conocemos su historia.
El músico se llama Joan Valls y es residente de primer año de Pediatría en el Hospital Sant Joan de Déu. Este joven médico ha conseguido, primero compatibilizar el aprendizaje y después, unir sus dos pasiones: música y medicina. Cuando le pedimos que defina cada una con una palabra, lo tiene claro. La primera “acompañar” y la segunda “ayudar”. Ahora bien, cuando le preguntamos cuál de estas dos vocacionales disciplinas es su hobby, no lo tiene tan claro: “No podría ser músico sin ser médico, ni médico sin ser músico. Es algo que va junto en mi personalidad”.
Cuando Joan entró en el hospital y supieron de su formación con el violín, le pidieron que tocara en la gala benéfica de cada año. A raíz de esto, entro en contacto con Child Life, un programa del centro que acompaña y ameniza, mediante actividades, a los niños y sus familias durante los ingresos hospitalarios. “Vi una oportunidad perfecta para formar parte de este soporte familiar haciendo pequeños conciertos en distintas áreas del hospital. Ofrecer una actividad diferente y un rato de tranquilidad a los niños y a sus acompañantes. Hemos tocado en quirófanos, en el centro la Casa de Sofía, también en el hospital de Día de Oncología... A parte de esto, a algunos niños que han estado ingresados en planta, de forma especial, les hemos hecho algún pequeño concierto en la habitación para animar un poco el día cuando se bajan los ánimos”, nos cuenta.
Sin embargo, esta no había sido la primera experiencia que le había permitido unir música y medicina. En su último año de carrera, actuó en un concierto de Navidad junto a una compañera, en el vestíbulo del Hospital Universitario Valle de Hebrón, donde estudió. Tras acabar, una madre se acercó a ambos músicos. “Nos pidió si podíamos subir a tocar a la habitación de su hijo, que se encontraba en estado terminal. Para ella era una manera bonita de despedirse y pasar juntos sus últimas horas. Nos dejó muy tocados. Fue el momento más impactante que yo he vivido con el violín”, asegura emocionado.
Para Joan, la música tiene un poder mágico. “Transmite muchas cosas, sobre todo a los niños a nivel hospitalario. Es un momento de abstracción. Les hace viajar a otro mundo. Pasan del hospital a un concierto. Sueña que no están ingresados, les relaja y esto, desde luego, favorece a su mejora”, explica.
El joven médico, que lleva formándose en la música desde los 6 años, nos revela que siempre estuvo interesado en hacer algún proyecto relacionado con la musicoterapia: “Siempre he creído en ella”. Aunque la mayor parte del tiempo pensó en ser violinista, finalizando los estudios de secundaria, el mundo de la medicina comenzó a despertar su interés. “Siempre me han gustado los niños y por eso creo que una parte de mi corazón estaba reservada para la Pediatría”, confiesa. Joan ánima a la gente a luchar por sus sueños, por lo que les apasione: “Si tú quieres tocar música y ser médico, ¿quién te dice que no puedes?”. Al final consiguió la unión: Acompañar ayudando.