Covid

Farmacéuticos detrás de la Gran Cruz del Mérito Civil

El Consejo de Ministros ha reconocido la labor en defensa de la vida y de la salud de los ciudadanos de los farmacéuticos fallecidos en la lucha contra la covid

Su labor durante la pandemia fue clave para salvar vidas
Su labor durante la pandemia fue clave para salvar vidasCipriano Pastrano DelgadoLa Razón

Pocas veces, en la historia de la Humanidad, nos hemos enfrentado a una situación tan desafiante como la vivida desde 2020. El SARS-CoV-2 sacudía al mundo recordándonos la fragilidad de nuestra especie y obligándonos a recalibrar nuestras prioridades. Al hacerlo, no solo coincidimos en atribuirle a la salud y a la vida la primacía absoluta, también reconocimos el imprescindible papel de aquellos profesionales cuya labor diaria quizá había pasado desapercibida hasta entonces. Es el caso de los farmacéuticos. Con su implicación, pericia innovadora, fortaleza, coraje, alta dedicación al paciente y humanismo, garantizaron entonces y han seguido garantizando durante las consecutivas olas que los pacientes pudieran disponer de sus medicamentos.

«Todos los farmacéuticos de España tuvimos claro desde el principio que el virus nos situaba en un lugar fundamental y que nuestro papel iba a ser decisivo. La grandeza de nuestra profesión y la razón por la que nunca como en este periodo he estado tan orgullo de pertenecer a ella está, precisamente, en que, ante situaciones críticas, hemos respondido con entrega desde esa primera línea de defensa que hemos sido todos los profesionales sanitarios», comenta Jesús Aguilar Santamaría, presidente del Consejo General de Colegios Farmacéuticos. Y añade: «Es indiscutible que la red de más de 22.000 farmacias ha demostrado ser una auténtica red de inteligencia sanitaria con un profundo compromiso social y capacidades asistenciales desconocidas para muchos. Solo durante el primer mes de confinamiento, atendió más de 30 millones de españoles. Los más de 54.000 farmacéuticos comunitarios fueron para muchos ciudadanos los únicos profesionales sanitarios que tenían en su localidad o municipio».

Esta vocación les ha situado en una posición de máxima confianza ante la sociedad, pero también ha sido el detonante de que su salud se haya visto afectada y de que diecisiete vidas se hayan visto interrumpidas. A ellos, el Consejo de Ministros les ha concedido recientemente la Gran Cruz del Mérito Civil, a título póstumo. Se trata de catorce farmacéuticos colegiados y tres técnicos de farmacia que desarrollaban su trabajo en siete comunidades autónomas: Andalucía, Castilla-La Mancha, Extremadura, Galicia, Madrid, La Rioja y Comunidad Valenciana. De este modo, el Gobierno responde con un año de retraso a la reivindicación del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos. Jesús Aguilar manifestó el malestar del colectivo ante el hecho de que no se incluyera a ningún miembro de este colectivo en los reconocimientos previos. «Para nosotros es una gran satisfacción que se haya rendido homenaje a nuestros compañeros que dieron su vida en el desempeño de su labor en la lucha contra la pandemia», subraya Aguilar.

La Orden del Mérito Civil tiene por objeto reconocer a las personas que han prestado servicios relevantes al Estado con trabajos extraordinarios, provechosas iniciativas o con constancia ejemplar en el cumplimiento de sus deberes. En el caso del Real Decreto 583/2022, aprobado en el Consejo de Ministros del pasado 11 de julio, por el que se conceden estas 17 Grandes Cruces del Mérito Civil, se hace constar el comportamiento en defensa de la vida y de la salud de los ciudadanos, como ejemplo perdurable a generaciones venideras.

Este reconocimiento se suma al Premio Princesa de Asturias a la Concordia en 2020, o la Gran Cruz de la Orden Civil de Sanidad concedida este mismo año.

Para Jesús Aguilar, este reconocimiento es “un estímulo para seguir adelante; para renovar nuestro compromiso de dar lo mejor de nosotros mismos en favor de la salud y el bienestar de todos los españoles”. Y hace hincapié en que España puede presumir de contar con una red de farmacia de excepción: “Esa cruz verde que nunca se apaga ha sido un referente para todos los ciudadanos. Los más de 78.000 farmacéuticos colegiados han estado siempre de guardia para atender a la sociedad. La red de farmacias en España es una conquista social, un modelo sin parangón en Europa que nos ha permitido reforzar y aumentar la capacidad asistencial del Sistema Sanitario”.

José María del Campo, farmacéutico y dirigente de FEFCAM
José María del Campo, farmacéutico y dirigente de FEFCAMlarazon

«Desde el primer minuto estuvo en primera línea»

Una de sus grandes virtudes era su inmensa templanza. Pero José María del Campo, farmacéutico y dirigente de FEFCAM, tenía otras cualidades con las que conseguía establecer una conexión especial con cualquiera que lo conociera: «Era humilde, sincero, bondadoso, ingenioso, colaborativo, cariñoso y muy divertido». Así lo recuerda, todavía con la voz quebrada, su viuda Isabel. Ella se convirtió en su inseparable compañera de vida tras diez años de noviazgo. Le acompañó incluso a reuniones profesionales.

De sus 34 años de matrimonio nacieron sus dos hijas, Isabel y María. La pequeña estudió Derecho como su madre. La mayor heredó de su padre la vocación por la farmacia. Y es que, pese a no tener antepasados o familiares farmacéuticos, José María siempre había manifestado su inclinación por la profesión, su intención de convertirse en farmacéutico. «Se sacó los estudios con un enorme interés e ilusión y, con 25 años, se convirtió en el farmacéutico más joven de la provincia de Jaén que era titular de una oficina de farmacia», recuerda Isabel. Y es que, José María empezó a trabajar en una oficina de farmacia en 1984. Un año después, adquirió su primera botica. Fue en un pueblo de Jaén de 600 habitantes llamado Cazalilla. Allí estuvo hasta el año 1992, cuando compró la farmacia de Torrenueva (Ciudad Real).

Estaba a punto de celebrar el 30 aniversario de su llegada a esta localidad cuando la covid-19 se cruzó en su camino. Tenía 61 años. «No he conocido nunca un hombre más valiente. Desde el primer minuto de la pandemia estuvo en primera línea, incluso cuando la orden era que no llevara protección. Porque el Gobierno no dejaba que los farmacéuticos se pusieran mascarilla porque podían causar alarma social», lamenta Isabel. En noviembre lo llevaron un día al hospital. «No nos pudimos despedir porque yo tenía covid-19 y estaba aislada. Nunca más lo volví a ver», lamenta. Murió el 25 de noviembre de 2020. Por dos meses no pudo conocer a su primer nieto.

Alfredo Díaz Delgado, técnico de farmacia.
Alfredo Díaz Delgado, técnico de farmacia.larazon

«En los momentos más duros sirvió como escudo y consuelo»

Desde el pasado miércoles en Cádiz ya no existe la calle Pleamar. Por petición de los vecinos del barrio obrero Guillén Moreno esta vía se llama ahora calle Alfredo Díaz Delgado. Con este gesto han tratado de perpetuar el recuerdo de quien, durante 50 años, ha vivido entregado a mejorar la salud de cada una de las familias que pasaban por su farmacia. Y es que, quienes lo han conocido, lo describen como una persona muy trabajadora.

Comenzó su trayectoria laboral vinculada al ámbito sanitario cuando apenas había cumplido 14 años. Su tío trabajaba en el Colegio de Farmacéuticos y le pidieron referencias de un chico que pudiera trabajar para una farmacia haciendo recados. Alfredo le pidió una autorización a su padre y comenzó a trabajar llevando en su bicicleta los medicamentos hasta los domicilios de las personas mayores. Sentía tal pasión por el oficio que pronto decidió ponerse a estudiar para desarrollar las habilidades necesarias para ser auxiliar diplomado.

Sin embargo, si hay una cualidad que destaquen de él es que era un humanista innato. Modesto lo conoció bien. Trabajaron juntos más de 36 años. «Era una persona noble, generosa y compasiva. No lo dudó dos veces para ponerse en primera línea en el momento más duro de la pandemia sirviendo como escudo y como consuelo», comenta. El farmacéutico titular de la oficina de farmacia donde atendía Alfredo también recuerda la inagotable inquietud de su amigo por aprender: «Estudiaba muchísimo y siempre mostraba interés por resolver cualquier problema que se planteara en la farmacia».

Alfredo era también una persona familiar. Contrajo matrimonio con Marián el 19 de junio de 1983, el mismo día en el que, 37 años después, falleció. Cumplió sus 64 años en la UCI. Marian fue tachando en su almanaque los días que su marido estuvo ingresado. Contó 86. No salió de allí.