Estudio

El uso excesivo de pantallas adelanta la pubertad

Un estudio pionero establece la conexión entre la luz azul que emiten los móviles y tabletas y los niveles hormonales en las últimas fases de la infancia

Según los expertos, los niños entre 7 y 12 años no deben pasar más de una hora al día con dispositivos móviles
Según los expertos, los niños entre 7 y 12 años no deben pasar más de una hora al día con dispositivos móvilesGonzalo Pérez MataLa Razon

Un estudio presentado esta semana en la 60 Reunión Anual de la Sociedad Europea de Endocrinología Pediátrica ha hecho sonar las señales de alarma. En él se advierte de que la continua exposición a la luz azul de los aparatos móviles (teléfonos, tabletas…) puede alterar los niveles hormonales en las últimas fases de la infancia y aumentar el riesgo de adelanto de la pubertad.

El trabajo ha sido liderado por científicos de la Universidad de Ankara y se basa en un estudio del comportamiento de ratones de laboratorio. En el experimento se utilizó a una población de ratas hembra dividida en tres grupos. A uno de ellos se le sometió a ciclos de luz normales (los de la noche y la vida ordinarios), a los otro dos, a seis horas de luz azul como la de los dispositivos móviles y a 12 horas de la misma luz.

En los dos grupos expuestos a luz artificial se demostró una evidente tendencia al adelanto de la pubertad de los animales. De hecho, cuanto más larga es la exposición a estos aparatos, más temprana resulta la aparición de la cascada hormonal que conduce a la madurez sexual.

Las ratas que recibieron luz azul mostraron reducciones significativas de la producción de melatonina y, por el contrario, aumentos de la generación de hormonas reproductivas como el estradiol. El estradiol, en el caso de los humanos, es la principal hormona femenina presentada en mujeres no embarazadas. Además, se apreciaron cambios físicos en los tejidos ováricos muy similares a los producidos cuando comienza la pubertad. En el caso de las ratas expuestas a más de 12 horas de luz, esos cambios tenían tendencia a convertirse en dañinos.

Patrones del sueño

La doctora, Aylin Kilinc, que lidera el estudio, reconoce que «no podemos en este momento asegurar que este tipo de efectos puedan reproducirse también en población infantil humana, pero estamos seguros de que el exceso de contacto con la luz azul de los teléfonos y tabletas puede ser considerado un factor de riesgo de disfunción hormonal».

Hasta ahora no se había llegado tan lejos en un estudio de estas características. El uso creciente de las pantallas móviles ya había sido analizado desde la perspectiva clínica en muchas ocasiones aunque la mayoría de los trabajos se había centrado en el impacto de la luz azul que emiten en los patrones de sueño.

Se ha constatado en diversos experimentos que esa emisión de luz procedente de las pantallas inhibe el pico de producción de melatonina que experimentamos los seres humanos por las tardes. Dentro de los ciclos hormonales relacionados con la hora del día (ciclos circadianos), la melatonina suele expresarse con mayor actividad en las últimas fases de la jornada y prepara al organismo para reducir su actividad e iniciar el periodo de sueño.

Pero la emisión de luz de dispositivos móviles parece afectar a esta producción y, por lo tanto, perjudicar el sueño. De hecho todo indica que la utilización de móviles o tablets antes de acostarse puede ser un factor de riesgo de insomnio.

La relación con el desarrollo y la pubertad es más compleja, aunque también podría estar relacionada con la actividad de la hormona melatonina. Los niveles en sangre de esta sustancia suelen ser mayores en la pre-pubertad que en la pubertad. La transición a la madurez sexual es un proceso complicado que requiere del equilibrio de muchas hormonas diferentes.

Daños celulares

La melatonina parece ejercer de «freno» para ese paso crucial en la formación física de un individuo. Cuando decae su producción en esas últimas etapas de la infancia, el fenómeno suele ir acompañado del afloramiento de otras hormonas facilitadoras de la aparición de rasgos púberes.

Si la luz azul hace descender la actividad de la melatonina, tal vez también contribuya a dar el pistoletazo de salida para la pubertad. El pasado mes de junio, un estudio publicado en la revista «JAMA Pediatrics» encontró que la telarquia (la aparición del botón mamario por primera vez en la mujer) se ha adelantado una media de tres meses por década desde 1970. La menstruación parece que también se está adelantando al menos en los países desarrollados, aunque en menor medida. El trabajo apuntaba al aumento de la obesidad y al contacto con disruptores endocrinos como causas de este adelanto.

Existe una correlación directa entre las tasas de obesidad y la pubertad precoz. La responsable, una vez más, es una hormona (la leptina) que se desarrolla en el tejido graso y «engaña» al cerebro haciéndole creer que hay reservas energéticas en el organismo para comenzar a madurar.

Por su parte, los disruptores endocrinos son sustancias que están el ambiente e imitan la acción de las hormonas naturales. Suelen ser contaminantes químicos derivados de la industria con los que entramos en contacto a lo largo de nuestro día a día. Un estudio llevado a cabo con niñas danesas demostró recientemente que estos factores han provocado que la edad media de desarrollo inicial de los senos baje de los 11 a los 9,9 años.

En los niños existen más dudas porque no se han realizado aún estudios suficientes. Con el trabajo ahora presentado se añade un factor más a tener en cuenta para entender este fenómeno del adelanto de la maduración en la población infantil. El equipo turco planea ahora investigar si existen daños celulares y efectos inflamatorios asociados a la exposición a largo plazo a luz azul.

Mientras tanto, los autores de la investigación recomiendan reducir el tiempo dedicado al uso de móviles y tabletas en la población en la infancia, sobre todo en las horas de la tarde. El adelanto de la pubertad puede convertirse en un problema de salud pública. No solo somete a niños inmaduros a una presión emocional muy grande, sino que puede ser un factor desencadenante de mayor riesgo de padecer en la edad adulta algunos cánceres como el de mama.