Tecnología
Predecir el riesgo de muerte a través del teléfono móvil
Un estudio confirma la probabilidad de deceso en cinco años con una precisión del 70%
Nuestro teléfono vibra varias veces al día, alertándonos de actualizaciones, mensajes, llamadas, pagos, etc. Pero en el futuro puede que estas alertas tengan que ver con nuestra salud de forma muy directa: la predicción de nuestro riesgo de muerte en los próximos cinco años.
La clave está en un estudio publicado en «PLOS Digital Health» que señala que los datos de movimiento obtenidos de sensores de teléfonos inteligentes pueden predecir efectivamente el riesgo de mortalidad de cinco años de una persona con una precisión de alrededor del 70%. Hasta la fecha, muchos estudios habían utilizado la actividad física para predecir el riesgo de mortalidad. Para ello utilizaban medidas como las estadísticas de ejercicio comparando variables como la velocidad y el tiempo.
La llegada de monitores pasivos (aquellos que no necesitan estar en contacto directo con el cuerpo ni tener vínculo directo con la actividad física) ha abierto una enorme posibilidad para los análisis de la población. Los autores del estudio, liderados por Bruce Schatz de la Universidad de Illinois, han desarrollado una tecnología para predecir la salud, sin el uso de sensores: mediante smartphones utilizando el acelerador de los teléfonos.
Para ello contaron con datos de 100.000 voluntarios del programa Biobank del Reino Unido, que usaron monitores de actividad con sensores de movimiento durante una semana.
La investigación se basa en numerosos estudios previos que demuestran una correlación entre la velocidad al caminar y la salud general. Hasta ahora los datos exigían que los participantes usaran rastreadores de actividad física especializados. Y que los llevaran las 24 horas del día, los siete días de la semana. Otra opción era hacer pruebas en un entorno controlado. Pero usar smartphones tiene varias ventajas. La primera es que se puede contar con un universo de pruebas mucho mayor, no se precisan dispositivos específicos y los datos se pueden obtener de forma remota. La confirmación de la información, es decir ,si los datos son fiables o no, surgen de la comparativa con estudios previos.
Los datos obtenidos en el estudio de Schatz demuestran que no se necesita obtener datos durante 24 horas seguidas, basta un teléfono inteligente en el bolsillo de una persona para obtener información de la misma calidad.
Sin descargar aplicaciones
«Aunque estos datos se obtuvieron a partir de monitores de actividad, nuestros modelos de sensores usan solo las entradas que serían factibles de recopilar utilizando teléfonos inteligentes convencionales disponibles actualmente. Esto nos ha permitido desarrollar modelos predictivos de alta precisión para el estado de salud de los voluntarios», explican los autores en el estudio.
Bastaban apenas seis minutos por día de datos de seguimiento de la intensidad de la caminata para que el algoritmo predictivo pudiera realizar estimaciones de riesgo de mortalidad en los próximos cinco años, aproximaciones que fueron tan precisas como las recopiladas por dispositivos portátiles las 24 horas del día, los siete días de la semana o similares a las pruebas clínicas más complejas.
El equipo de Schatz busca ampliar el número de voluntarios y extenderlo a más grupos sociales para que se trate de un estudio lo más diverso posible. «Esto es particularmente importante para fines de equidad en la salud dado que las poblaciones con mayor riesgo de salud a menudo son las que tienen menos recursos, por lo que las personas que tienen más probabilidades de tener teléfonos baratos en lugar de dispositivos portátiles se beneficiarían más de una evaluación fácil. Las aplicaciones telefónicas podrían registrar seis minutos de caminata consecutiva durante la vida diaria y luego calcular modelos predictivos para la estratificación del riesgo a través del análisis de la población».
Las ventajas de todo el sistema son numerosas. Lo primero es que no se necesita una aplicación específica, casi todos los móviles cuentan con una que mide la velocidad, la intensidad y el tiempo de caminata. Los usuarios no necesitan usarlo varias horas al día, apenas bastan ráfagas de seis minutos, un lapso que es raro que no tengamos en la rutina cotidiana.
Tampoco es necesario tener el último modelo de teléfono, ni siquiera estar conectado a la red. Todos los datos se almacenan en el dispositivo y pueden evaluarse más tarde. A esto hay que sumarle que los datos podrían obtenerse a cualquier edad, ayudando a una detección temprana de posibles problemas cardiovasculares.
La información que se obtiene es suficiente para que los especialistas en salud puedan generar nuevas pautas, de rutinas, dieta, actividad, que reduzcan los posibles riesgos para la población, hagan descender la presión en los sistemas sanitarios y disminuyan o redistribuyan el gasto médico de un país, incrementando la calidad de vida de sus habitantes. Y todo ello con un teléfono móvil común y corriente.
«He pasado más de una década utilizando teléfonos inteligentes baratos para modelos clínicos del estado de salud. Ahora hemos podido comprobar su impacto e importancia en el estudio más grande para predecir la esperanza de vida a escala poblacional. Pero habrá más datos en un futuro cercano para afinar más aún la información obtenida», concluye Schatz.
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