Tecnología
La realidad virtual reduce la necesidad de anestesia
Es la conclusión de un reciente estudio que utilizó una sexta parte de los sedantes habituales junto a esta tecnología
La tecnología de realidad virtual (RV) no solo ha revolucionado el mundo de los videojuegos y está comenzando a utilizarse cada vez más en educación y por profesionales de diferentes campos. También tiene un enorme campo, no muy explorado aún, en medicina. Un estudio publicado en la revista especializada “Games for Health Journal” ha analizado un centenar de publicaciones científicas señalando el uso que la medicina actual le está dando a la tecnología RV.
Los resultados mostraron que las simulaciones de realidad virtual pueden mejorar el manejo del dolor (al reducir la percepción del dolor y la ansiedad del paciente), pueden aumentar los planes de estudio de capacitación clínica y los protocolos de rehabilitación física (a través de entornos audiovisuales inmersivos) y pueden mejorar la evaluación clínica de función cognitiva. Se ha probado en pacientes con cáncer, tanto en lo que respecta a la gestión del dolor como a las largas sesiones de quimioterapia. También ha mostrado su efectividad en el tratamiento de pacientes con quemaduras y en diferentes tipos de intervenciones (como la endoscopia gastrointestinal o la cirugía ortopédica) como método de asistencia a los sedantes.
Los inconvenientes del propofol
Precisamente en el ámbito de la anestesia y los sedantes, se ha publicado esta semana un estudio en la revista “PlosOne” vinculado al uso de la realidad virtual durante cirugías de mano. En este tipo de intervenciones, la práctica anestésica habitual consiste en una combinación de anestesia local preoperatoria y una atención anestésica supervisada (MAC por sus siglas en inglés) intraoperatoria, es decir, a lo largo de la intervención, cuando se les administra propofol, un fármaco anestésico de acción corta.
A pesar de un uso adecuado de la anestesia local, los pacientes pueden recibir dosis de sedantes intraoperatorios que pueden provocar sedación excesiva y complicaciones potencialmente evitables. En Estados Unidos una de cada cinco reclamaciones por depresión respiratoria debido a una sobredosis de medicamentos sedantes, está vinculada a esta etapa de la intervención.
A esto hay que sumarle que el propofol es un fármaco muy utilizado en intervenciones pediátricas. La Asociación Española de Pediatría señala que cuando se administra propofol para la inducción y mantenimiento de la anestesia, se observan ligeros cambios en la frecuencia cardiaca y disminución en la presión arterial media. También hay que tener en cuenta que el propofol reduce el flujo sanguíneo cerebral, la presión intracraneal y el metabolismo cerebral. A eso hay que sumarle que ciertos fármacos pueden provocar descensos de la temperatura corporal, inducir movimientos involuntarios, etc.
Visto todo esto, una herramienta capaz de reducir la dosis de sedantes intraoperatorios podría ser valiosa para prevenir los efectos adversos. Obviamente la opción de no proporcionar sedantes o de reducir la dosis y cruzar los dedos para que el paciente soporte el dolor, no es una alternativa que se valore mucho. Menos aún en intervenciones que requieren un alto grado de precisión, como la cirugía de manos y donde la zona a intervenir debe estar inmóvil para garantizar el éxito.
Riesgo de exceso de sedación
Y aquí es donde entra el uso de la realidad virtual. De acuerdo con los autores del estudio, liderados por Adeel A. Faruki, de la Universidad de Colorado, la realidad virtual podría ser una herramienta valiosa para pacientes y personal sanitario al distraer la mente del procesamiento de estímulos nocivos, lo que reduce al mínimo el uso de sedantes y minimiza el riesgo de exceso de sedación. Todo ello sin afectar la satisfacción de los pacientes al finalizar el proceso.
Para llevar a cabo el estudio, el equipo de Faruki se contó con 40 voluntarios que iban a ser sometidos a una cirugía de mano y podrían ver imágenes de RV durante la intervención. Estas imágenes consistían en paisajes relajantes, con sonido inmersivo (los pacientes llevaban cascos) o vídeos proyectados en un teatro exterior, bajo un cielo estrellado. Los pacientes podían cambiar de vídeos cuando quisieran. Para el estudio, uno de los autores podía ver lo que estaban observando los pacientes desde una tableta.
De este modo se podían detectar posibles cambios en las constantes e intentar resolverlos con otras sugerencias. Los resultados mostraron que la dosis de propofol que los pacientes requerían era sustancialmente menor en aquellos que usaron realidad virtual en comparación a los que se sometieron a la cirugía convencional. El promedio fue de unos 125 miligramos por hora para los pacientes con RV contra 750 mg/h para el grupo de control.
El equipo de Faruki también detectó que no solo se redujo la dosis de sedantes, sino que los pacientes también señalaban experimentar menos dolor en el post-operatorio, tenían menos ansiedad en todas las etapas y su estancia en la unidad de cuidados postanestésicos también se reducía.
Teniendo en cuenta que la atención anestésica supervisada se lleva a cabo en hasta un 30% de las intervenciones, como endoscopias, broncoscopias o cirugía cardiovascular, la realidad virtual puede convertirse en un aliado muy interesante. Quizás no tanto en pediatría por el riesgo de movimientos provocados por las escenas realistas, pero sí en adultos.
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