Sucesos
El interventor del Alvia afirma que desconocía la “peligrosidad” de la curva de Angrois antes del accidente
Telefoneó al maquinista justo antes de producirse el accidente porque iba “relajado” y “no tenía nada que hacer”
En la quinta jornada del juicio por el descarrilamiento del tren Alvia en 2013 (que se saldó con 80 muertos y 145 heridos en la curva de Angrois, a la entrada de Santiago de Compostela) celebrada hoy en La Coruña ha prestado declaración uno de los testigos más relevantes en este proceso: el interventor de Renfe que iba a bordo del tren en ese momento, Antonio Martín Marugán, y que realizó una llamada de teléfono de 100 segundos al maquinista justo antes del accidente.
En ese momento iba «relajado» y «no tenía nada que hacer», ha explicado en la sala, a lo que luego ha añadido que «si yo pienso o sé algo de la peligrosidad, no la hago. Soy el primer implicado en que no se produzca ningún problema como el que sucedió. Si me supongo que va a pasar algo, me espero. Pero estaba relajado, no tenía nada que hacer, y la hago», ha insistido, informa Efe.
Martín Marugán, que ya está jubilado, ha defendido que entre sus funciones estaba buscar el «confort» de los viajeros y que de ahí vino la razón de la llamada al maquinista, que no era «urgente» ni por motivos de «seguridad», sino para comentar cómo sería la llegada a la estación de Pontedeume, donde se bajaría una familia. Asimismo, ha añadido que era el maquinista quien podía decidir si responder o no.
En la hora y media que ha durado su declaración ha asegurado además que no negó a la Policía haber realizado dicha llamada (varios agentes que testificaron el pasado martes le acusaron de haberla negado en dos ocasiones). «No tengo ningún interés en ocultarlo, no me acordé», ha manifestado. Sobre el punto donde se produjo el accidente, la curva de A Grandeira, ha aseverado desconocer «la peligrosidad» del tramo, donde la velocidad debía reducirse de 200 a 80 kilómetros por hora: «Yo esa curva no sabía ni que existía hasta el momento en que ocurrió», ha dicho.
En este sentido, las preguntas de varios de los abogados se han centrado en si era consciente del punto en el que se encontraban cuando decidió hacer la llamada al maquinista. «¿No sabía que estaba próximo a la estación de Santiago?», le ha interpelado el fiscal, a lo que el interventor ha respondido que «suponía que sí», pero que «no sabía» cuánta distancia faltaba.
En otro momento de su testimonio, Martín Marugán ha indicado que en Santiago de Compostela tenía «más funciones que realizar», por el control de las puertas y de los viajeros que suben y bajan en esta estación intermedia. «Y en ese momento no tenía nada que hacer, entonces hice la llamada», repitió. En cualquier caso, ha afirmado que «no estaba hablando» ya en el momento del descarrilamiento, pues su teléfono estaba ya «en el bolsillo».
Por su parte, Javier Illanes, el maquinista que llevó el Alvia siniestrado el 24 de julio de 2013 desde Medina del Campo hasta Orense, donde fue relevado por Francisco José Garzón Amo, que conducía el tren en el momento del accidente, ha declarado que la vía «no era cien por cien segura» por la señalización deficitaria.
La reducción drástica de velocidad a la que obligaba la curva de A Grandeira era un tema frecuente de conversación entre conductores de trenes, ha relatado este testigo, hasta el punto de que un jefe de Orense, José Ramón Iglesias Mazaira, avisó por escrito a un superior sobre ese brusco cambio un año y siete meses antes de la tragedia y abogó por la colocación de balizas para recordar dónde hay que bajar.
Con todo, ese sistema de seguridad de respaldo llegó justo después del descarrilamiento de aquel tren en ese giro previo a la entrada en la estación compostelana. Y esto ocurrió, según Illanes, pese a que Adif por aquel entonces ya «tenía los medios» para hacer mejor las cosas, pero «no los utilizó», ha lamentado.
Javier Illanes ha declarado asimismo que, al igual que hizo su colega, también hubiese atendido la llamada del interventor. «Yo no sé por qué me llama el interventor. Entiendo que si me llama el interventor puede ser que esté pasando algo lo suficientemente grave», comentó en la sala a preguntas del fiscal, Mario Piñeiro, y añadió que contestar «una llamada de servicio», es su «obligación» y lo que le «exige» su empresa, Renfe. No obstante, ha puntualizado que «no hay ningún riesgo donde (Martín Marugán) le hace la llamada a Garzón», ha precisado.
En la quinta jornada del juicio también ha testificado Celso Castor González, el vigilante de seguridad del Alvia siniestrado, y que ha contado que la llamada entre el maquinista y acusado Francisco José Garzón Amo y el revisor Antonio Martín Marugán duró «hasta el momento del accidente» del tren. Aunque con carácter previo el interventor declaró que le había dado tiempo a guardar el teléfono, Castor dijo no tener constancia de ello y sí de que la velocidad del convoy «no era la de siempre» y de que la conversación terminó de forma abrupta y sin despedida.
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