Sociedad
8.000 millones
En 1950, hace poco más de setenta años, éramos tan sólo dos mil millones
Hay cifras que meten miedo y que, algunos, no somos capaces de abarcar, como lo infinito del universo cuando, en las noches de verano, nos ponemos a mirar las estrellas, fugaces o no, tratando de asimilar lo chiquititos que somos.
En estos días también nos hemos quedado atónitos al conocer que ya, sobre la faz de la tierra, nos enfrentamos a la cifra de ocho mil millones de seres humanos, muchos de ellos viviendo en condiciones ínfimas, con hambre o en guerra, en represión o con amenazas inexorables pesando sobre sus cabezas. No nos hacemos idea de lo afortunados que somos habiendo nacido en el occidente europeo donde las libertades están reconocidas, más o menos, y donde el pan y el agua no escasean, de momento. Pero ocho mil millones de personas poblando el planeta no es una cifra ecológica, no es ecológico reproducirse a tanta velocidad.
No nos damos cuenta de que en 1950, hace poco más de setenta años, éramos tan sólo dos mil millones, o sea, ¡seis mil millones menos que ahora! A este paso no habrá sitio para todos, ni comida, ni nada… En España, según los expertos nos estamos convirtiendo en un desierto demográfico y vamos mal, muy mal. Mientras cada español tiene una media de 0,8 hijos los musulmanes que habitan nuestro país tienen un promedio de 8,7 hijos –a este paso vamos hacia un nuevo Al Andalus-, y no digamos ya en la India donde están a reventar con una superpoblación de 1400 millones de seres con un crecimiento cada vez mayor en las zonas con menos recursos.
Estamos mal distribuidos o la ignorancia de los pueblos pobres lleva a estas desigualdades y a estas desproporciones. Según la ONU la contaminación mata a nueve millones de personas anualmente, a lo que tenemos que sumar las gentes que fallecen por sida, malaria, tuberculosis, covid, además de los muertos de las guerras, los asesinatos y la violencia en general. Aun así no para de crecer a pasos agigantados la población mundial. No lo entiendo.