Opinión

En la cárcel

Interior del centro penitenciario Puerto III (Cádiz)
Interior del centro penitenciario Puerto III (Cádiz)Jaro MuñozAgencia EFE

La semana pasada estuve en la cárcel, una cárcel de hombres cercana a Madrid. Esta experiencia extraordinaria ha marcado todos mis días posteriores. ¡Es tan perturbador entrar en un lugar así! Cruzarte con personas que llevan meses o años encerradas y no gritan; con muchachos sin mujeres cerca que levantan la vista extrañados cuando ven caminar a alguna por el patio. Por ese patio grande y ajardinado que han implantado con afecto. En una de las paredes que da al exterior han pintado algo así como un camino sin muro que lleva a la montaña. Un efecto óptico de libertad. Yo fui invitada por la profesora de literatura de la escuela de la prisión, lugar donde los presos que lo deseen pueden aprender a leer, escribir o hacer el bachillerato. Mis acompañantes de esa mañana eran por tanto chicos que querían cultivarse, hombres que se preparan para un futuro con esperanza. Los alumnos de literatura de todos los módulos habían leído en clase mi obra “Caídos del Cielo”, un texto bien elegido para que lean los caídos del cielo a prisión. Estaban contentos y me habían preparado un mural lleno de fotos, palabras, dibujos… Lo miré y blindé mi corazón, no podía soportar un cariño herido, directo a mi herida. Pero ellos se me acercaban amabilísimos y me daban la mano con un “encantado”, y me pedían que les firmara el libreto. Durante nuestra charla yo quería soltar el micro, verles el rostro de cerca, pedirles y darles abrazos sin juzgar. No pudo ser, hablamos de teatro. Y me comentaron cosas muy interesantes sobre la obra. Lo más bonito fue que querían entender por qué yo sabía tanto sobre ellos. Mis personajes hablaban como ellos, vivían en la calle algunos, incluso seguro que habían estado encarcelados, me decían. Yo no sabía que contestar, ¡era tan asombrosa esa identificación! Solo se me ocurrió responderles: porque yo también cometo errores en la vida. Y los pago. Pero después me fui. Y ellos no.