Las exequias

«En mi lápida no habrá nada escrito. Solo mi nombre»

Los fieles podrán asistir a la capilla ardiente de Benedicto XVI durante tres días a partir de hoy. El funeral, «solemne pero sobrio», se celebrará el próximo jueves en la Plaza de San Pedro

Prácticamente es un secreto de Estado. Las exequias por el Papa emérito Benedicto XVI llevan tiempo perfilándose, pero no ha sido hasta el último momento cuando se han rematado los flecos sueltos. Según han señalado fuentes vaticanas, el funeral de este jueves será «solemne, pero sobrio», y solo asistirán oficialmente las delegaciones de Gobierno y Presidencia de Italia y Alemania. No obstante, los embajadores ante la Santa Sede han sido invitados oficialmente a la misa del funeral, según Ep.

También se han desvelado ya los detalles sobre la vestimenta con la que será sepultado. Benedicto XVI será enterrado sin llevar el palio, que se colocará en el ataúd, como se hace con los obispos eméritos. En su lugar vestirá los paramentos pontificios, la casulla o manto roja (color de luto papal) sobre la túnica blanca, así como mitra sobre su cabeza.

Los ritos empezarán el día de hoy, cuando los restos del pontífice alemán sean expuestos en una capilla ardiente durante tres días en la Basílica de San Pedro del Vaticano a partir de las 9:00 horas locales para que puedan despedirse los numerosos fieles.

La basílica permanecerá abierta diez horas en la jornada de hoy, pero este plazo aumentará mañana martes y el miércoles, pues los fieles podrán pasar ante el cuerpo del papa difunto desde las 7:00 hasta las 19:00 horas.

Al tratarse de una situación excepcional, ya que Benedicto XVI se convirtió en el primer Papa de la edad contemporánea en renunciar, la preparación de los actos en caso de su fallecimiento llevaban tiempo en preparación.

Fue el anterior Maestro de Ceremonias, monseñor Guido Marini, (desde noviembre de 2021 obispo de la diócesis italiana de Tortona, en el norte del país) quien convocó al menos a cinco consultores del Ufficio delle Celebrazioni Liturgiche del Sommo Pontefice (la Oficina de Celebraciones Litúrgicas del Sumo Pontífice) a una suerte de comisión destinada a preparar el funeral.

Entre dichos expertos sacerdotes, había una religiosa. Tres de ellos fueron nombrados en los primeros compases del Pontificado de Francisco. Los otros dos fueron elegidos por el Papa como consultores de este organismo a finales de 2020. Por eso, se colige que la cuestión de la preparación de las exequias de Benedicto XVI no fue un asunto ni urgente ni prioritario durante los primeros años de emeritazgo.

Una vez puestos manos a la obra, todos estos consultores han mantenido en riguroso secreto los pormenores de una ceremonia inédita por completo en la Historia contemporánea de la Iglesia, ya que Benedicto XVI fue el primer pontífice que renunció a la cátedra de Pedro en siete siglos. El último caso fue en 1294, Celestino V. Hoy sus restos yacen plácidamente en la Basílica de Santa Maria del Collemaggio, un encantador paraje de la ciudad del Aquila, en los Abruzos. Por allí pasó Benedicto XVI en 2009 durante su visita a esta región. Aunque Dante en su inmortal obra colocara a Celestino V entre los Indolentes, Benedicto XVI, –por si hubiera algún género de dudas–, restituyó definitivamente la figura del Papa dimisionario con un simple y elocuente gesto: colocó sobre su urna el palio, el símbolo del Buen Pastor.

A pesar de haber renunciado, Celestino V no ha pasado a la Historia como un mero obispo, –que durante unos meses fue Papa–, sino como un Pontífice. El 27 de febrero de 2013, en la última audiencia general de Benedicto XVI, él mismo explicó que su «siempre» es un «para siempre». «No vuelvo a la vida privada, a una vida de viajes, encuentros, recepciones, conferencias, etcétera. No abandono la Cruz, sino que permanezco de manera nueva junto al Señor Crucificado. Ya no tengo la potestad del oficio para el gobierno de la Iglesia, pero en el servicio de la oración permanezco, por así decirlo, en el recinto de San Pedro», dijo a los emocionados fieles que lo acompañaron.

Y así lo hizo, ya que en contadísimas ocasiones salió del Vaticano. Benedicto XVI se concebía como un contemplativo que, no por haber renunciado a su oficio, –como sucesor de Pedro–, era menos Papa. Se consideraba vinculado a ese oficio desde una perspectiva espiritual. Francisco compartía con él esa misma visión. La cuestión que se abre es, por tanto, si sus exequias serán las que corresponden a un Pontífice, aunque no sea el reinante.

Debates internos

Para el sacerdote Roberto Regoli, Profesor de Historia del Papado de la Pontificia Universidad Gregoriana y reconocido experto en Benedicto XVI, el tipo de funeral desvelará aspectos de gran calado: «Tras la renuncia, hubo un debate sobre si Benedicto XVI tenía que llamarse “obispo emérito” o “Papa emérito”. Esta cuestión nos remite a aspectos eclesiológicos sobre la visión espiritual del Papado. En la simbología siempre encontramos una interpretación y, por tanto, de acuerdo a la que se emplee en el funeral por Benedicto XVI se entenderá cómo la Curia romana, años después, ha interpretado eclesiológicamente este tiempo. Será interesante ver si se opta por una perspectiva de carácter teológico-espiritual o una canonista según la cual cuando uno termina un oficio, no le une nada más a ese oficio y, por tanto, tendría que ser tratado como un obispo».

Expertos en liturgia consultados por LA RAZÓN afirman que las exequias serán muy parecidas a las del Pontífice reinante, pero tendrán diferencias.

Normalmente, es el cardenal decano del Colegio Cardenalicio quien preside la liturgia exequial cuando fallece un Pontífice. En este caso ya se ha dado a conocer que será el Papa Francisco, quien presidirá el funeral en la plaza de San Pedro.

En este sentido, los liturgistas señalan que habría que emplear un nuevo «manual» para las celebraciones exequiales de los Papas. Si no nuevo, al menos retocado. El Ordo exsequiarum Romani Pontificis recoge cómo ha de desarrollarse el rito, pero para el fallecimiento y exequias del Pontífice reinante. Por tanto, cabe pensar que la Oficina de Celebraciones Litúrgicas ha trabajado en un nuevo Ordo o Rito para el funeral de Benedicto XVI y en previsión de futuros emeritazgos papales. No sería la primera vez que se modifican estas indicaciones. En el año 1998, a petición del Papa Juan Pablo II, se cambió el Ordo con el fin de «pasar a ritos caracterizados por la noble sencillez y la belleza, característica de la mentalidad y las exigencias de nuestro tiempo según los principios y en el espíritu del Concilio Vaticano II», tal y como explicó el entonces Maestro de ceremonias, monseñor Piero Marini. Este Rito publicado en el año 2000 fue el que se utilizó en el funeral del propio Juan Pablo II.

Después del funeral, el cuerpo del teólogo Ratzinger será inhumado en la cripta bajo la basílica de San Pedro, donde reposan otros muchos pontífices de la milenaria historia de la Iglesia católica.

La intención es darle una despedida solemne pero sobria, respetando el expreso deseo del difunto. Así, el libro-entrevista a Joseph Ratzinger de Seewald, «Benedicto XV. Últimas confesiones», concluye con una pregunta al Pontífice Emérito cuya respuesta revela su voluntad. El biógrafo le pregunta qué se escribirá en su lápida. Benedicto XVI no se prodiga en explicaciones: «En mi lápida no habrá nada escrito. Solo mi nombre», señalaba.

Otro de los detalles que no se han dado a conocer es si, como manda la tradición, el cuerpo del Papa emérito será acogido por tres féretros: uno de ciprés forrado de terciopelo carmesí y encajado en otro de plomo de cuatro milímetros de espesor, a su vez encajado en otro de madera de olmo. El portavoz vaticano, Matteo Bruni, tampoco ha aclarado si se proclamarán las llamadas «novendiales», es decir, el periodo de luto de nueve días en la Iglesia.