Opinión

Feminicidios

Nuestros gobernantes siguen sin acertar en sus acciones contra esta monstruosidad

Las mujeres llevamos siglos soportando una cruel discriminación
Las mujeres llevamos siglos soportando una cruel discriminaciónLa Razón

Llevo tantísimos años escribiendo sobre esto, sufriendo por esto, que hay temporadas que necesito cerrar los ojos y creer que todo va algo mejor y que los hombres en general son más justos y femeninos. Pero de pronto un día leo que han matado a dos mujeres aquí cerca, y al día siguiente a una, y al otro a otra. Leo los titulares sobre el diciembre negro en los feminicidios y el enero por el mismo camino.

Entonces abro los ojos y me digo, es el enero de 2023 y el sufrimiento que provoca la mente patriarcal y dominadora sigue siendo inmenso. Es el enero de 2023 y nuestros gobernantes siguen sin acertar en sus acciones contra esta monstruosidad.

Así es, es tan fuerte la corriente de ese río malo y arcaico en el que el valor se mide por la fuerza física, está tan en el tuétano de todos el tirar pedradas contra los más «débiles», que no hay forma de hacer una transformación profunda.

Las mujeres estamos muy heridas, llevamos siglos aguantando una discriminación cruel, y como todo ser vivo herido, a veces enseñamos los dientes o nos lanzamos contra amigos. Es inevitable porque ya no confiamos en la bondad de los desconocidos, porque las palabras prometidas se las ha llevado el viento muchas veces. Entonces, con nuestra verdadera fuerza, hemos herido a ciertos hombres.

Métodos malogrados

Ahora somos una multitud de lastimados que no sabemos bien cómo comportarnos. Sin embargo, ellos son los que siguen disfrutando de privilegios, subestimándonos, pagándonos menos por el mismo trabajo… matándonos. Y todos, empezando por los gobiernos, han de poner la tragedia y el dinero sobre la mesa. No, no funciona la protección a las mujeres, así que hasta que la educación y la conciencia hagan su labor, habrá que cambiar esos métodos malogrados.

Recuerdo aquel día que un vecino amabilísimo se ofreció a acompañarme desde un bar hasta mi portal. De pronto vi espantada cómo le dejaba su pulsera de maltratador al camarero antes de salir.