Opinión
¿Provocación? ¿Credibilidad?
Las agresiones sexuales exigen sobresfuerzos de las víctimas para que las crean
En las reuniones sociales se escuchan frases que duelen respecto a la víctima de la presunta agresión sexual de Dani Alves. “Seguro que iba vestida con minifalda y escotazo y tonteaba con el tío porque era famoso. Y por eso cometió el error de provocarlo y de seguirlo…” ¿Errores? La provocación está en los ojos del que mira. Deberíamos haberlo aprendido tras la tristemente famosa sentencia de la minifalda.
Charlar, curiosear y mezclarse en una discoteca es todo uno. ¿Quién no ha sido joven y no se ha sentido amparado por las luces y la música? La curiosidad del “popular” existe. ¿Por qué no? Que alguien sea conocido no le convierte en agresor. Al contrario, se pretende que, por serlo, será una persona confiable. La chica ni sospechó que él la llevaría a un baño, por baboso que hubiera sido antes. Menos que cupiera la posibilidad de la agresión. Pero se produjo y hay pruebas.
Ella se mantuvo firme desde el principio en su declaración, mientras él titubeaba, cambiaba datos y acababa en prisión preventiva. Ahora, mientras él confía en un abogado de varita mágica ella ha renunciado a pedir cuantía, como si haciéndolo su credibilidad aumentara…Y he recordado la historia de Artemisia Gentileschi, la famosa pintora italiana, la primera mujer que denunció judicialmente una violación, en el siglo XVII y que consiguió que impusieran una pena a su agresor.
La misma a quien le ponían cuerdas en los dedos, con nudos, para quebrarle las falanges, porque solo si aguantaba el dolor de la tortura creían que su declaración era verosímil. Es terrible que, cuatro siglos después, las agresiones sexuales requieran sobresfuerzos de las víctimas para que las crean. Más aún que alguien sugiera que pueden haber provocado la agresión.
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