Opinión

Alas de ángel

Qué suerte tiene Sharon Stone: sus brazos siguen siendo fuertes y vistosos

La ONG Caídos del Cielo, de la dramaturga Paloma Pedrero, Premio Max de carácter social
La ONG Caídos del Cielo, de la dramaturga Paloma Pedrero, Premio Max de carácter socialSGAESGAE

Una amiga de mi edad me dijo ayer: “qué valiente eres”. Yo me sentí muy halagada pues creía que lo decía por mi resistencia y actitud vital. No era así, lo supe cuando me aclaró que me atrevía con camisetas de tirantes. ¿Y por qué no?, respondí. Ella, muy sagaz, se puso como ejemplo de en qué se habían convertido sus brazos con el paso del tiempo. Lo sé, me los veo. Sus brazos y los míos, a pesar de hacer ejercicios varios, ya no son tersos ni torneados. Padecen de flacidez, y las arrugas no son solo líneas, si las miras de cerca hacen pequeñas figuras geométricas. Eso, claro, no ocurre solo en los brazos. Las líneas de expresión ya no son líneas, son figuritas varias: triangulitos, rombos… que convierten nuestro rostro en un mapa interesante, pero difícil de reconocer. Nuestras arrugas, pliegues, manchas, surcos, ondas, derrumbes, torrentes y arrases, son lo que va quedando de nosotros mientras estamos vivos. Y, esto, según mi sentir, puede ser de una belleza asombrosa si lo ves con ternura. “Antes tenía unos brazos preciosos y ahora son fuertes y vistosos… como las alas de un ángel”, dice Sharon Stone en una entrevista cercana. Qué suerte tiene Sharon, sus brazos siguen siendo fuertes y vistosos, los de la mayoría son solo como alas de ángel; bonita metáfora, mucho más poética que la vulgar alas de murciélago. No, no es fácil envejecer, lo sabemos los que estamos en ello. Pero, no podemos mirarnos como nos miran los que aún no lo saben. Esos que practican el edadismo inhumano que nuestras sociedades de la estética vacía imponen. Envejecer es la última transformación hacia el final, algo que vivirán los afortunados que amen la vida y tengan salud para contarlo. Salud para ser independientes y poder vestir como les dé la gana, sabiendo que lo único que tiene sentido es poder levantarse sin ayuda y con algún contento. Así que seamos amorosos con nosotros mismos. Seamos brazos de ángel. Y, sobre todo, mentes de ángel.