Obituario

Alejandro Vega-Hazas Martí: La sonrisa que llenaba nuestras vidas

Alejandro Vega-Hazas Martí
Alejandro Vega-Hazas Martílarazon

Nuestro niño del alma, ése has sido tú, querido niño de mi alma y de mi corazón. Ya de pequeño apuntabas maneras, con ese tono rojizo de pelo, que a lo largo de los años se convertiría en la cabellera pelirroja más auténtica. Porque eso es lo que eres, la persona más auténtica, generosa, bondadosa, honesta y cariñosa que he conocido. Y no es sólo orgullo de madre... No tengo sino que dar gracias a Dios por haber sido tu madre, tu amiga, tu compañera de alegrías y también de penas, el alma que te vio nacer y que, desgraciadamente, te ha visto morir de manera irremediable.

Sin embargo, en la hora fatal no tuve la oportunidad de tenerte en mis brazos para decirte lo feliz que me hiciste toda tu vida con tu simple presencia, con tu sola existencia, con aquella sonrisa que llenaba nuestras vidas, las de todos, con aquella pasión que inundaba nuestros corazones y con aquellas interminables charlas hablando de todo y de nada, daba igual el tema: desde Lincoln, la política... Tu manera de ver la vida... tan fácil, pasando por Buda, Jesús, tus hermanos o el amor... el sentido de la vida... porque tu ser, tu existencia, daba sentido a nuestras vidas. Has sido y seguirás siendo un referente para tus padres, hermanos y amigos de todos los lugares del mundo por tu franqueza y tu rebeldía ante lo que no te gustaba y por tu honestidad y entrega.

Querías cambiar el mundo y nos has dejado un trabajo pendiente. Para empezar con tu muerte. ¿Quedará impune el delito de quien, sin sentimiento alguno, te dejó tirado, muerto? ¿Y si no llegas a morir en el instante?, ¿qué leyes amparan a quien no se digna atender a quien acaba de atropellar? Esa persona que, sin sentimiento alguno, te dejó tirado, muerto, sin ni siquiera recogerte... ¿Y si no llegas a morir de golpe?

Podemos seguir con el sentido de la amistad... ¡Qué arraigado tenías ese sentimiento que tus padres han abanderado toda su vida y que con tanta ilusion te inculcaron! Fuiste siempre buen amigo de tus amigos y de aquel que te necesitaba, lo fuera o no.

Seguimos con amor... ¡Cuánto amaste sin saberlo, sin quererlo, eras sólo amor! Ese amor incondicional por el que tanto te reías y tú sin atisbarlo también lo profesabas... Te acuerdas: «Mamá, ¿debe ser tremendo querer como me quieres?». No sólo no era difícil quererte, sino que nadie, por poco que te conociese, quedaba indiferente ante tu gran corazón, a la vez noble y humilde. Porque amaste a tus padres, hermanos, novias, familia, a todos y cada uno de nosotros...

Nos queda una ardua tarea.Y no sólo la de seguir tu ejemplo, sino sobre todo la de aprender a vivir sin tu presencia e intentar transformar este dolor y tristeza en alegría y con la confianza de volverte a abrazar como siempre abrazabas, fuerte y seguro, con esa sonrisa, preciosa y sincera sonrisa llena vida... Alex querido, ¡qué libre fuiste siempre! No tenías miedo a nada ni a nadie, encarando con firmeza el destino. Eso sí, teniendo a un regimiento de ángeles de la guarda atareados permanentemente... Y a tu madre, rogando que nunca te pasara nada, ni a ti ni a tus hermanos.

A cuantos tocaste con tu varita mágica nos corresponde ahora demostrar que merecemos haberte acompañado a lo largo de estos maravillosos veinte años de tu vida. Nos veremos y abrazaremos en el cielo.

Qué injusta la vida que no se llevó por delante a una pequeña ardilla, sino a un joven lleno de vida y carisma, que sólo quería vivir, cambiar el mundo, ser buena persona y hacernos felices. Quizás el destino y el sentido de tu vida ya lo lograste, y con creces, con matrícula de honor. ¡No se puede querer más de lo que te he querido ni te quiero, mi príncipe! Así te llamaba mamá. ¡Mi príncipe! Que Dios nos ayude a tus padres, a tus hermanos y a todos los que te queremos.