Opinión

Algo que contar

Todos, sin excepción, tenemos una historia que contar, con más enjundia o con menos sustancia, pero de la vida, del devenir de todos, siempre podemos sacar un ejemplo además de una consecuencia

Vargas Llosa ha tenido últimamente una historia con Isabel Preysler sin final feliz pero con una consecuencia positiva y es que la relación con Patricia su mujer se ha restablecido con nuevo ímpetu
Vargas Llosa ha tenido últimamente una historia con Isabel Preysler sin final feliz pero con una consecuencia positiva y es que la relación con Patricia su mujer se ha restablecido con nuevo ímpetuJ. L. CereijidoAgencia EFE

Estoy embebida con el libro de Bisila Bokoko “Todos tenemos una historia que contar”. Amiga mía desde hace muchos años, Bisila va desgranando página a página sus vivencias tan inspiradoras como interesantes y hasta excitantes, revelándose incluso su devenir como un testimonio de autoayuda. Vargas Llosa ha tenido últimamente una historia con Isabel Preysler sin final feliz pero con una consecuencia positiva y es que la relación con Patricia su mujer se ha restablecido con nuevo ímpetu según podemos ver en muchas crónicas de tinte social donde lo cultural se funde con el cotilleo por las fotos que ilustran actos donde es homenajeado, ora en la Academie Francaise, ora en su país natal, Perú, recibiendo la Gran Orden del Sol de manos de su presidenta, a quien, por cierto, el “escribidor” defiende como legítima mandataria del país andino.

Pero la historia de Mario se remonta mucho más atrás, y así lo narra en aquel mágico y legendario libro “La tía Julia y el escribidor”, uno de los que más me apasiona de su bibliografía. Si se pusiera a contar su reciente experiencia podría titularse “IP y el escritor consagrado” o bien “El premio Nobel en lugar ajeno”, no sé. Todos tenemos mucho que contar, sin excepción, y se me ocurre ahora Hugh Grant respondiendo con un cierto mal humor inglés las preguntas absurdas de una reportera en los Oscar de este año tipo ¿de quien es ese traje que lleva? Respuesta: es mío. Toda la razón.

¿Está usted emocionado por ver a alguien llevarse una estatuilla? Respuesta: No, realmente no. Y todo así. La verdad me fascinó el carácter cortante que le dio a la interviú, aunque la periodista no debió sentirse muy bien. Tuve una experiencia similar con un conocido escritor español, Torrente Ballester, y quería tirarme por la ventana. En este caso mi historia podría titularse “mis entrevistas más enojosas”, y de igual forma el actor británico podría hacer un relato titulado “mis entrevistas más absurdas”. En definitiva es cierto que todos, sin excepción, tenemos una historia que contar, con más enjundia o con menos sustancia, pero de la vida, del devenir de todos, siempre podemos sacar un ejemplo además de una consecuencia.